Testimonio de una víctima de la Masacre de Segovia
La condena en contra del expresidente de la Cámara de Representantes César Pérez García, a 30 años de prisión, por ser el determinador de la masacre de Segovia, es histórica y parte en dos la historia de este municipio antioqueño que hace casi 25 años, el 11 de septiembre de 1998, fue víctima del horror paramilitar.
La Corte determinó que se trató de una retaliación en contra de una población que en la primera elección popular de alcaldes se apartó del cacicazgo liberal que representaba Pérez y eligió a Rita Ivonne Tobón de la Unión Patriótica como alcaldesa.
La Sala Penal determinó que hay plena certeza del consenso entre Pérez y los paramilitares Henry Pérez y Fidel Castaño para realizar la masacre e indicó que con su actuación el excongresista “lesionó los bienes jurídicos de la seguridad pública y los personalísimos de la vida e integridad personal de las personas identificadas en esta decisión, actos que por su gravedad y por ser consecuencia de una operación sistemática y generalizada constituyen una grave vulneración a los derechos humanos”.
En su sentencia, la Corte ordenó indemnizar a los familiares de las 43 víctimas (tres siguen sin identificar) y compulsó copias a la Fiscalía para que investigue las denuncias de amenazas que hizo María Emilse Restrepo Cadavid, quien para la época de los hechos tenía 29 años.
Hablamos con la mujer que perdió a su padre Carlos Enrique Restrepo Pérez y a sus hermanos Gildardo Antonio, Carlos Enrique y Walter de Jesús Restrepo Cadavid. Ahora, con 52 años y discapacitada, María Emilse da cuenta del estigma que rodea aún a su familia y de cómo el Estado no le ha brindado ningún tipo de apoyo.
Casi 25 años después finalmente hay una condena al determinador de la Masacre, ¿cómo la recibe?
Con mucha satisfacción, tristeza y alegría. Satisfacción porque gloria a Dios se hizo justicia y no se quedó nada impune, todo salió a la luz pública. Tristeza porque después de 25 años creíamos que ya no iba a haber justicia por tanta demora y porque no teníamos razón de nada.
¿Qué pasó ese día?
Se entraron a la casa, tumbaron las puertas, las ventanas, acabaron con todo lo que había. Tiraron granadas, quebraron los televisores, equipos de sonido, la nevera, todo lo dañaron. Me mataron a mi Papá enfermo, 15 años de tener un derrame cerebral. Me mataron a mis dos hermanos que eran los pies y las manos de nosotros. Algo muy doloroso. Yo quedé discapacitada. No puedo trabajar. Quedé sufriendo del corazón, tensión alta, tengo que estar tomando droga…
¿Dónde quedaba su casa?
En la calle principal de Segovia que se llama la Calle de la Reina. Llegaron y a la bajada mataron mucha gente y, de subida, entraron a dos casas principalmente, una más debajo de mi casa y la casa mía. Ahí acabaron con mi familia prácticamente.
¿Qué pasó?
Acabaron con toda la gente… en mi casa fueron tres, un hermano se desapareció y luego lo asesinaron. Mi mamá se tiró por unas escalas y debido a eso quedó sufriendo de la rodilla, muy aporreadita. Cuando se fueron, apareció mi mamá y cuadró a mi hermano, que le botaron la cabeza… ella medio lo cuadró porque cayó en una carcasa de cartón.
¿Y su hermano mayor?
Quedó entre la mitad de un cuarto y el comedor, y a mi Papá, que era el más anciano y enfermo, lo mataron en la cama y ahí lo dejaron. Pero lo acabaron y lo dejaron vuelto nada. Tuvieron que recogerle la mano en unas cajitas de cartón y tuvieron que echar cal para poderlo medio tapar porque a mi papá le destrozaron todo el pecho.
Cortaron los cuerpos…
Sí, a mi Papá lo volvieron nada. Ya cuando se fueron, sentí a mi Mamá y ni me había dado cuenta que me habían dañado los pies sino que cuando miré, sentí el vació que ya no podía dar paso.
¿Usted sobrevivió pero las balas que recibió casi le hacen perder las piernas?
Con esquirlas me las desbarataron. Mis hermanas, entre todas, les tocó pedir limosna para enviarme a Medellín, para no dejarme amputar los pies porque lo iban a hacer y ellas no dejaron. Quedé con los pies malformados porque me amputaron dedos, me reventaron los nervios de los dedos y camino con dificultad. Necesito más operaciones porque me quedaron unos dedos montados sobre los otros. Todavía tengo esquirlas...
Se fueron para otro pueblo, ¿qué hicieron?
A mí me sacaron por un solar. No nos querían abrir, mi mamá y mi hermana se metieron a la fuerza, abrieron una puerta, me acostaron y me pusieron pedazos de trapo para no sangrar tanto porque yo me estaba desangrando. A las 9 de la mañana llegó una ambulancia por mí y me llevaron al hospital del pueblo. Y el 14 de noviembre me llevaron para la Clínica Medellín.
¿Volvieron a Segovia?
Yo volví a los dos años pero como nos llamaban y amenazaban y no nos dejaban tener vida, me fui. Cuando fuimos, nos decían que si era que queríamos que acabaran con nosotros también, que desocuparamos el pueblo. Nos tuvimos que venir para Medellín y acá alquilar una casa pero localizaron el teléfono y nos hacían llamadas amenazantes, que ya iban a acabar con nosotros.
¿Cómo fueron los días antes de la masacre? Hubo panfletos y amenazas…
Nosotros salíamos por ahí a andar y a bailar. La gente nos decía: ‘no salgan por ahí que hay unos carros extraños, gente distinta al pueblo’. Habían encontrado unos panfletos que decían ‘Muerte a Revolucionarios del Nordeste’ y habían escrito en las paredes y en la Alcaldía.
¿Y las amenazas siguieron mucho tiempo?
Sí. En el día pasábamos regular, como decimos nosotros. Pero apenas llegaban las cuatro de la tarde, no sabíamos cómo íbamos a estar en la casa porque ya empezaba uno con el miedo, con la tristeza. Uno creía que ya iban a tocar la puerta, nos iban a tirar granadas o hacer alguna cosa.
¿El miedo cesó?
Las amenazas pasaron hace ya tiempo pero todavía la gente nos mira como bichos raros, como si hubiéramos cometido el peor de los crímenes, como si hubiéramos hecho un mal muy grande a la sociedad. Nos miran raro, les da miedo. Nos ven, se desvían del camino y voltean la cara para que uno no los salude y hasta la misma familia nos aisló.
¡Qué horror!, ¿la misma familia?
Nos aislaron de miedo sería…, o quien sabe de qué. Eso es triste, muy horrible, muy triste que la propia familia lo haga a uno a un lado y, para acabar de ajustar, nos dejaron a merced de la voluntad del señor porque no recibimos ninguna clase de ayuda de ninguna parte.
¿Cómo hicieron para sobrevivir en Medellín?
A Mi hermana le prestaron un platica y se puso a hacer empandas y cogió una botella de aguardiente para venderla por tragos…, los conductores que comían lo que ella hacía por la tarde, no se acordaban que debían nada. Volvíamos y quedábamos en la misma. Mi hermano, el que trabaja en el municipio, y quien se salió por miedo (el día de la masacre) y por persecución, tenía que vivir en casas distintas del miedo.
¿Pudieron hacer algo más? Pensar de pronto en un negocio…
¿Y quién nos iba a dar la mano si la gente le daba miedo ayudarnos a nosotros y nos hacían a un lado? Imagínese que en Acción Social, la orden del Presidente de que a las víctimas las indemnizaran, es la hora que no ha pasado nada.
¿Pidieron las ayudas como desplazados y víctimas de la violencia?
Mi hermana llevó los papeles cuando salió la Ley de Víctimas y es la hora que no hay pruebas para que salga lo de nosotros. A todos los que mataron en Segovia, los que quedaron, les han dado las ayudas sin problema. A mucha gente se las han dado sin vuelta alguna, y a nosotros nos ha puesto trabas que porque tienen que tener pruebas para podernos ayudar.
Va mi hermana allá, muchas veces con el mero pasaje, todo el día aguantando hambre, la humillan, le dicen que porqué no se pone a trabajar, que el Gobierno no tiene porqué mantenerla. Se ha ido todo el día y ha vuelto mejor dicho para ‘maluquiarse’, porque la han discriminado y la han humillado como se les ha dado la gana.
Todo ha sido papeleo…
Es la hora que no nos han dado un peso o ayuda alguna. A nada, a nada, nos ha ayudado el Gobierno. No hace sino embolatarnos. Uno bien pobre con harta necesidad y, cada que ella llama, le dicen que envíe papeles. Ya la gente se cansa de prestarle a uno plata y no hay con qué pagar. Pusimos la denuncia, fuimos a la personería, a la alcaldía y nada.
Tantos años después, ¿qué piensa de ese estigma que aún tienen ustedes?
Sinceramente, desde que dieron la noticia, he estado yo que no he tenido vida. Mis hermanos me dicen que no llore pero para descansar un poco es llorando porque he estado muy agobiada, muy triste, porque a mí no me tocó nada de mi familia, ni el entierro ni nada porque estaba en el hospital. Me ha dado muy duro.
¿Ustedes eran liberales o de la Unión Patriótica?
Éramos liberales y debido a que no nos prestaron ningún beneficio después de tanto tiempo, fuimos simpatizantes de la UP.
¿Y votaron por Rita Ivonne Tobón a la alcaldía?
Sí. Imagínese si usted es de un partido y si ese partido no le presta ningún beneficio; usted se está muriendo de hambre y quiere salir adelante, pues usted opta por coger para donde mejor le vaya, ¿cierto? Eso hicimos nosotros. La UP siempre nos ayudó, ellos querían que saliéramos adelante pero no nos dejaron porque nos mataron a toda la familia. Éramos 12 y habemos 7 apenas.