Histórico

Travesía por el Chocó para aliviar el hambre

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17 de agosto de 2008

Acompañar a los cerca de 200 indígenas emberá chamí que el 17 de julio, cercados por el miedo y el hambre abandonaron la comunidad de La Divisa, en el Alto Baudó (Chocó), no fue una labor fácil para el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

Fueron dos días de travesía terrestre y fluvial, hasta llegar a Miácora, un poblado del Alto Baudó (Pie de Pató) habitado por casi 450 indígenas. El pueblo está a unas ocho horas en lancha por el río Baudó desde Puerto Meluk (cabecera del municipio de Medio Baudó).

Los desplazados estaban en la escuela, en una estructura que hace las veces de centro de salud pero que tiene pocos elementos para poder llevar ese nombre y en un tambo comunitario. Los que no alcanzaron lugar ahí, se ubicaron en tambos de los habitantes de Miácora.

Lo que más llamó la atención fue la cantidad de niños en ambas comunidades. "Tanto en Miácora, que fue donde los acogieron, como en La Divisa, casi la mitad de la población son menores de 12 años", contó uno de los miembros de la delegación humanitaria.

Muchos problemas juntos
La principal falencia que encontró el CICR fue la falta de comida.

Según los desplazados el Ejército establece un tope de alimentos por cada familia para evitar que estos vayan a parar a manos de la guerrilla. Esta restricción hace que los víveres escaseen porque se trata de una comunidad pobre que no puede viajar con frecuencia para abastecerse.

A esto se suma el invierno y algunos factores culturales que, en ocasiones anteriores, han llevado a que se denuncien graves casos de desnutrición entre los niños.

Con las lluvias, el río Baudó -que es el aliado tradicional de las comunidades indígenas- les complica la vida.

De un lado, están las crecientes que se llevan los cultivos de plátano y arroz, dos alimentos fundamentales en la dieta de los indígenas.

A esto se suman los rápidos que se forman en el río, que a veces llegan a arrancar árboles de hasta 5 y 7 metros, lo que constituye un peligro para la navegación por el Baudó. Única forma de transporte en la zona.

El año pasado, según el alcalde (e) de Alto Baudó, Joiner Guerra Mosquera, murieron por lo menos cuatro niños en la comunidad de Catrú. Las causas: desnutrición y tosferina.

Pero ahora, señala el mandatario, el enemigo de La Divisa, es el miedo.

A buscar un helicóptero
La prioridad del CICR era llevar alimentos. ¿Pero cuánto se requiere para asistir a 200 personas?: 11 toneladas, como mínimo.

De ahí surgió la otra pregunta. ¿Cómo llevarlas hasta Miácora? La respuesta era obvia: en helicóptero, porque el río no lo permitía.

Aunque el planteamiento sonaba sencillo empezaron a jugar las restricciones económicas. Había que hacer varios viajes y el alza en el precio de los combustibles se refleja en las tarifas. "Uno de los presupuestos llegó a los 120 millones de pesos", relató un vocero del CICR.

En este punto apareció el Programa Aéreo de Salud de Antioquia (PAS), que siempre ha colaborado en la atención de las emergencias de salud que se han presentado en el Chocó.

Entre el 9 y el 10 de agosto se realizaron 12 viajes (24 contando ida y regreso desde Quibdó) hasta Miácora para llevar los alimentos. También se logró la evacuación de un niño de dos años que necesitaba atención médica.

"El piloto prácticamente no descansó", cuenta un vocero del CICR, pero el esfuerzo permitió llevar los alimentos a quienes lo necesitaban.

Los indígenas no quieren volver porque tienen miedo de quedar en medio del fuego cruzado.

En La Divisa, quedaron sus animales y algunas de sus cosechas que se pueden perder si no regresan pronto.

Cuando regresen deberán enfrentar a los mismos enemigos de siempre: la pobreza, la lejanía y el abandono.