Truvada: dudosa protección contra el VIH
La posibilidad de que una píldora prevenga el VIH genera más temores que tranquilidad en los expertos.
Con escepticismo fue recibido el anuncio de la FDA sobre la posibilidad de que un medicamento usado para combatir el virus de VIH pudiera, también, tener efectos preventivos.
Se trata de Truvada, una píldora de laboratorio Gilead, aprobada por el Invima y que se ordena en pacientes portadores del virus.
Este fármaco fue analizado por un panel de expertos de la FDA (Autoridad de Drogas y Alimentos, de Estados Unidos, por su sigla en inglés) quienes recomendaron su administración en pacientes sanos con alto riesgo de infección.
Sin embargo, para el médico internista e infectólogo, Juan Carlos Cataño, este anuncio no supone, como se cree, una buena noticia.
"Este anuncio puede tener un efecto contraproducente. Esta no es la respuesta contra la epidemia de VIH, así como la respuesta para prevenir el embarazo adolescente no es entregar una pastilla del día siguiente", opina.
Cataño explica que Truvada es un medicamento muy potente contra el VIH y es considerado como terapia de primera línea para pacientes infectados con el virus de inmunodeficiencia humana.
"Este estudio demostró que personas que toman el medicamento de forma preventiva se enferman con menor frecuencia que otros. No es que no se infectan, sino que la probabilidad de infección disminuyó en 44 por ciento. Esto debe quedar muy claro, no es que el riesgo de infección desaparezca".
Este investigador de la Fundación Antioqueña de Infectología, asegura que esa no es la respuesta que muchos estaban esperando para tener contacto con el virus sin la preocupación del contagio.
"No se trata de repartirle a las personas que están teniendo relaciones de riesgo un montón de pastillas. Porque si con una relación de riesgo uno solo se enfermara de VIH vaya y venga, pero es que al tiempo está VPH, hepatitis B, hepatitis C y un montón de enfermedades más...".
Educación es la respuesta
La idea, según este experto, debe seguir siendo educar a los pacientes para que no se expongan al virus y destaca lo más grave: "Esas personas que a pesar de tomar el medicamento se infectan, se están enfermando con un virus ya resistente, están perdiendo el tratamiento de primera línea contra el VIH".
Para que el efecto resaltado por la FDA dé resultados, se necesita que la persona consuma una pastilla diariamente. "Esto tiene efectos secundarios a largo plazo en el riñón, además, quién va a asumir el costo de 900.000 pesos por una caja de 30 pastillas".
Esta no es la repuesta, concluye Cataño. "No es repartir pastillas sino educar la población para que no se exponga. Esto les da a las personas una sensación de falsa seguridad, de que pueden tener relaciones de riesgo sin la amenaza de la infección. Eso no es así, porque sí existe la posibilidad de la infección de VIH, qué se hace con el resto de enfermedades".