Un viaje al pasado del Parque de Berrío
Investigación de la Universidad Santo Tomás reconstruye la historia de este ícono de la ciudad.
Ernesto Lalinde es uno de esos paisas orgullosos por haberse criado en el Parque de Berrío. No olvida los diciembres en los que con los amigos les ponía papeletas a los rieles del tranvía para que, al roce con las ruedas de acero, estallaran en recámara.
Ayudado por un caminador, Ernesto fue uno de los asistentes, en el auditorio de la Biblioteca Pública Piloto, a la presentación de la investigación de la Universidad Santo Tomás, Parque de Berrío, memoria destruida y reconstruida.
Este hombre, de 91 años de edad, recordó que su padre tenía un almacén de telas importadas de Inglaterra, que quebró al aparecer las textileras Fabricato y Coltejer, por lo que cambió a la de venta de discos, que luego él heredó, hasta que en 1967 la casona de tres pisos de Pablo Lalinde cayó y le dio paso a la torre del Banco Popular.
Con brillantez describe cómo era el Parque de Berrío de los años 40. Además del paso efímero del tranvía (duró 20 años) lamenta la poca duración de las construcciones que le daban identidad a esa zona de Medellín: el Banco de Londres, (esquina de Colombia con Bolívar) y en el sur el almacén Everfit, que manejaba Javier Posada, y en el norte el edificio Olano (hoy parte del metro y donde está el mural de Pedro Nel Gómez), que tuvo el primer ascensor en Medellín.
Recuperar la memoria
Su hijo, el pintor Pedro Pablo Lalinde, profesor de arquitectura de la Universidad Santo Tomás, sede Medellín, terció en la conversación y dijo que el Parque de Berrío tuvo varias transformaciones, sobre todo en el Siglo XX y guardó una riqueza arquitectónica que se perdió. Fue el corazón de la ciudad, donde se probaron los adelantos arquitectónicos y de amoblamiento urbano que traía el desarrollo: la primera iluminación eléctrica, las vías, sistemas de transportes, etc.
"Toda mi vida he sido inquieto por recuperar la memoria arquitectónica y esta investigación es el culmen de mis sueños. Queremos conservar esa memoria, así sea pictórica y planimétrica del parque. Por eso recurrí a la pintura de los detalles arquitectónicos que no se alcanzan a degustar en la fotografía antigua", dijo.
Precisó que de esta manera revivió detalles como los remates de muros áticos, de frontones, cornisas y buhardillas de una arquitectura que se perdió". "Dejamos varias pinturas con esta temática arquitectónica para que las nuevas generaciones no lo olviden. Aún quedan construcciones como el edifico Constaín y el Henry, así como el ícono del parque, la Candelaria de estilo colonial ecléctico".
Las transformaciones
La profesora y arquitecta Alexandra Ríos agregó que con la investigación trataron de acercarse a cada período del parque desde la Colonia, cuando en 1649 el padre Gómez Ureña levantó un templo de paja y bahareque consagrado a Nuestra Señora de la Candelaria. Luego en el costado norte hubo un convento de las hermanas Carmelitas, del que no se conservó nada gráfico.
Entre 1880 y 1930 las frágiles estructuras de paja dieron paso a la arquitectura ecléctica republicana, copiada de ciudades europeas, a las que viajaban industriales que traían ideas para hacer edificios en el parque: el Olano, Gutiérrez, Echavarría y el Hernández, que tenía en la fachada el símbolo de la medicina. El 29 de octubre de 1921, un incendio afectó el ala occidental y se perdieron el edificio Ángel y un almacén de Los Lalinde (hoy edificio Coltabaco).
De 1930 a 1945 apareció la modernidad y vanguardismo con representantes de la escuela de Chicago (E. U.), introducida a Medellín por arquitectos con estudios en el exterior y construyeron el edificio Henry y el Constaín, que se conservan.
De 1945 a 1970 se impuso la modernidad y aparecieron la Bolsa de Valores, las torres del Banco Popular y Coltabaco y el Banco de la República. A mediados de los 80 llegó el metro y el espacio del parque se redujo.