Una cumbre superflua
La reciente reunión de dirigentes de gobierno latinoamericanos en Costa do Sauípe, Brasil, pone de presente la forma como la sucesión de reuniones cumbre en la región disminuye su utilidad en proporción directa con el incremento de su frecuencia. El más reciente episodio de diplomacia a nivel presidencial fue una super-cumbre. Por iniciativa del presidente Lula da Silva, se celebraron cuatro cumbres de agrupaciones intergubernamentales: Mercosur, Grupo de Río, Unasur y una asociación de países latinoamericanos y del Caribe en proceso de formación.
El evento fue más productivo en retórica que en resultados prácticos. Así lo sugiere la lista de las decisiones que no se adoptaron. Mercosur no logró un acuerdo para eliminar el cobro repetido de aranceles sobre mercancías extra-regionales que transitan entre países miembros de ese grupo regional. Tampoco hubo un consenso para nombrar Secretario Ejecutivo de Unasur por la objeción de Uruguay a la candidatura de Néstor Kirchner.
La aplaudida incorporación de Cuba al Grupo de Río implicó hacer caso omiso de la cláusula democrática y del tema de los derechos humanos en la isla. Evo Morales hizo la original propuesta que los gobiernos de América Latina amenazaran con romper relaciones diplomáticas con Washington si Barack Obama no levantaba el embargo norteamericano a Cuba. La crisis económica sirvió para plantear iniciativas tales como la adopción de una moneda latinoamericana y la creación de un fondo común de reservas internacionales.
Este ejercicio en surrealismo ayuda a comprender la pérdida de influencia internacional de América Latina. Los llamados a la unión financiera ocurren cuando Ecuador declara el default de su deuda externa y tanto Argentina como Venezuela intensifican los controles cambiarios para atenuar la fuga masiva de capitales.
Lo que la fraseología de los comunicados conjuntos y la imagen gráfica de las fotos de familia tratan de soslayar es la enorme dificultad que existe para construir una agenda latinoamericana común respecto a temas económicos. Argentina, Ecuador y Venezuela han adoptado una actitud conflictiva con la comunidad financiera internacional, actitud que no corresponde al interés nacional de países con un manejo económico responsable. Respecto a las relaciones internacionales, no todos los gobiernos tratan de estimular los resentimientos contra Estados Unidos y Europa.
La respuesta a la recesión mundial requiere la coordinación técnica con los organismos multilaterales y los países desarrollados. Esa es una tarea compleja, a la cual poco contribuye la retórica altisonante de las cumbres regionales.