¿Valores o antivalores?
Con gran impotencia veo cómo en nuestra sociedad tan necesitada de cambios positivos, de un nuevo orden social que traiga para todos una esperanza de ver al mundo mejor, seguimos siendo los padres de familia quienes sembramos antivalores en nuestros hijos.
En días pasados me encontré ante una situación en la que, dentro de mi buen juicio, no supe cómo manejar y me sentí impotente para actuar o decir algo. Mi hijo de cuatro años está siendo víctima de burlas y discriminación por parte de otros niños no tan mayores que él, hasta el punto que mi hijo ya no quiere disfrutar una tarde en el parque comunitario, vale aclarar que todo esto a la vista de sus propias mamás.
Después de muchos meses sobrellevando esta situación, quise de una forma muy cordial hablar con las mamás de algunos de estos pequeños para encontrar soluciones a esta situación. La respuesta que encontré me dejó absolutamente perpleja: "De malas su hijo, le tocó a él por ser el más pequeño, dígale que se aprenda a defender como pueda para que así lo respeten".
Ante semejante inesperada respuesta comprendí que no había nada qué hacer, ningún tipo de razonamiento sería válido, opté por empezar a buscar actividades para él donde tuviera la oportunidad de conseguir amigos para relacionarse de otra forma menos agresiva.
Ante todo esto, yo me pregunto: Cómo queremos cambiar nuestro futuro si nosotros mismos como padres no enseñamos el valor fundamental para vivir en sociedad? EL RESPETO.
Sí, EL RESPETO, el que solo se enseña desde la familia. El compromiso es grande, más aún para las mamás con el privilegio de estar en el hogar. El respeto por el niño menor, por el mayor, por el diferente, por el que juega otra cosa o tiene otra opinión, por el que tiene mucho y por el que no tiene nada. Este valor se enseña observando comportamientos y corrigiendo las veces que sea necesario hasta que nuestros hijos comprendan la forma correcta de relacionarse, sin pasar por encima de otros.
Como mamá me niego a seguir contribuyendo con una sociedad violenta, educando a mi hijo como me dice la tradición: "?que se aprenda a defender, que les dé un golpe para que lo respeten".
Me niego rotundamente a ser parte de lo mismo que nos enseñaron nuestros antepasados, a vivir en un mundo violento e intolerante. Nuestro compromiso como padres debe estar fundamentado en ser generadores de opciones de vida diferentes para nuestros hijos.
Es la hora de aportar cambios sociales y desde nuestra posición de padres podemos hacerlo. Despertemos de la pasividad, del sueño cómodo en donde pensamos que si estoy bien el otro no me importa, es el momento de actuar, de construir valores y conciencia, desde bebés, desde la unión de pareja para decidir amarse, está solo en nuestras manos. Yo tengo un compromiso social, ¿y tú?