VOCABULARIO Y JETABULARIO
Se sorprende uno cómo cambia el idioma y crea una barrera entre generaciones. Siempre fue así, pero ahora parece más serio el asunto
Qué peye, mejor tiremos caja un ratico que ese man es todo boleta. ¡Qué bombero… ¿Sisas? Abrámonos antes de que nos cojan de parche. Pille que esa nena está toda popelina. ¿Entendible?
Claro, es una conversación censurada, porque hoy en las charlas de adolescentes y jóvenes cada tres o cuatro vocablos hay una palabra de esas que antes se consideraban obscenas, groseras y que hoy tienen otro sentido. Pero son comunes.
Y así habla el muchacho de la barriada más pobre o de la de más recursos económicos. No es como dicen algunos, el idioma de las comunas. Entre otras porque en nuestro medio no hay ningún barrio que no esté en una comuna. Claro, pueden existir algunas diferencias entre los puppys y quienes no lo son.
Recuerdo un viejo cuento de un amigo: un joven relataba a un grupo de conocidos, mientras caminaban, una historia muy llamativa. Al paso de los minutos todos rieron y asintieron que había sido un buen relato. Uno, le dijo: increíble lo que contaste, pero sabes, en estos 10 minutos dijiste más de 100 veces hijue...
Ese es el gran problema: la escasez de vocabulario que de paso niega la posibilidad de comunicarse con los demás, de ampliar la visión del entorno y comprenderlo, y de interactuar de la mejor manera con este.
Una vez escuché dos jovencitas conversar sentadas en un antejardín. Eran más repetitivas: por cada tres o cuatro vocablos, una de esas palabras era ‘grosera’. El nivel era bajísimo y, aclaro, no era en un barrio de los que llaman popular.
¿Qué tanto está incidiendo esa dificultad para comunicarse (es dificultad al fin y al cabo aunque ellos no lo sientan así al entenderse con sus parceros) en la visión y entendimiento del mundo por parte de los jóvenes?
Qué bueno que haya palabras nuevas, que se ponga a pensar y a correr a los tortuguientos académicos de la lengua, y me gusta preguntar qué significa cada vocablo, no para reír sino para entenderlo y, por qué no, usarlo. Pero no pretendo que con tan escasa variabilidad idiomática se le encuentre sentido a la vida.
¿Qué hacer? Es más, ¿se puede hacer algo? ¿A quién le corresponde? Y esto, sin ser muy aletosos.
Maullido: ¿es tan difícil instalar más cámaras en el estadio y alrededores y un sistema biométrico para ingresar?.