Histórico

Y la China cuadró el círculo

10 de agosto de 2008

Los Juegos Olímpicos de Beijing comprueban la prodigiosa capacidad depurativa y borradora del deporte y su poder absolutorio. Es imposible negar la íntima vinculación entre acontecimiento deportivo y estrategia política. Gracias al ilusionismo tecnológico, la catalogación de China como país que no admite los derechos humanos (al menos en la concepción occidental) se diluyó con la ceremonia asombrosa de inauguración.

Por más que a la China la interpelen los líderes y mandatarios mundiales (a varios de ellos se les veía encantados en el Estadio del Nido de Pájaro) para que respeten los derechos humanos y la libertad de prensa, se trata de reclamos más bien estériles. Los chinos llevan dos mil quinientos años viviendo de las máximas de Confucio, quien, entre otros preceptos, dictaba el de obedecerle al Gran Dominador y respetar la jerarquía. Han integrado una sociedad sacrificial. Siempre se han privilegiado los deberes. Los derechos individuales han sido muy secundarios. Y así lo han comprendido y disfrutado los gobernantes de todas las dinastías, desde la Xia, la Shang y la Zhou hasta la Yuan, la Ming, la Qing y la de la Nomenklatura que fundara Mao.

Cuando estuve en China en 1993 ya empezaba allá el alistamiento para los Olímpicos. Mientras apreciaba el sobrevuelo de cometas multicolores en la Plaza de Tiananmen, comprendí por qué los chinos no sólo van a ganar en ping-pong y en otras disciplinas y por qué inventaron la pólvora, el papel y la brújula, sino también cómo se explica el temor reverencial que el poder amarillo le ha infundido al resto del mundo y la razón de su progresiva presencia en el planeta.

También le encontré sentido a la antiquísima irrelevancia de los derechos individuales, que nos resistimos a aceptar. El individuo en China no es: Son. Es un fenómeno complejo de potente identidad colectiva. En esa idea arraigada hasta las entrañas hay al menos una lección de altruismo y entrega a los demás, para esta parte nuestra del mundo, donde, con el pretexto del equilibrio entre derechos y deberes, en la práctica se minimiza la responsabilidad y se maximizan las garantías debidas al individuo soberano.

El individuo y la sociedad son, desde Confucio, redondos por fuera y cuadrados por dentro. Desde 1976, China estableció con Deng Hsiao Ping su estrategia de economía socialista de mercado. Firmeza en la ideología y la doctrina, pero apertura a los negocios con potencias capitalistas. Redonda y transaccional por fuera, cuadrada y radical por dentro: La cuadratura del círculo. ¿Y los derechos humanos y la libertad? Van llegando en automóviles, en electrodomésticos, en la sensación de bienestar. El viernes sentí como si el encendimiento de la llama olímpica fuera una potente alegoría de la libertad que nace.