Las marcas hablan

Aventuras acuáticas en Crystal River y el condado de Citrus

11 de marzo de 2024

Por: Nelson Matta Colorado*

En los tiempos en los que la vida pasa por el filtro de las redes sociales, la irrupción de la inteligencia artificial y la bulla de las metrópolis, reconectarse con la naturaleza dejó de ser un lujo para convertirse en una necesidad. ¿Y qué mejor que el contacto con el agua, para volver a la esencia de lo que significa ser un habitante de este planeta?

Esta cuestión filosófica me asalta los pensamientos, mientras navego en un kayak por uno de los apacibles canales del río Chassahowitzka, una autopista fluvial que serpentea por ocho kilómetros de bosques en Florida, Estados Unidos.

Esta es una de las experiencias más atractivas para los turistas que visitan el condado de Citrus en “el Estado del Sol”, en especial para quienes disfrutan el contacto directo con lo natural.

En este informe periodístico quiero hablarles de esta aventura, que combina paisajes, tranquilidad, salud y un poquito de destreza física.

El viaje comienza en Crystal River, una ciudad del condado bañada por múltiples ríos y manantiales, en la que sus habitantes han creado experiencias turísticas alrededor del elemento vital.

A 30 minutos de esta urbe queda el poblado de Homosassa, sede de la empresa Get up and Go Kayaking, creada en 2016, siendo la primera de Estados Unidos en ofrecer tours a bordo de kayaks de fibra transparente, que permiten observar el fondo del cauce mientras se rema.

Estoy en un grupo de siete personas, y nos repartimos en parejas en cuatro kayaks (a una valiente le tocó sola). Llegamos a la zona de embarque a las 9:30 a.m., cuando el sol coloreaba el afluente con sus rayos, y partimos por un estrecho canal que atraviesa un vecindario semirrural, rumbo a un trayecto de tres horas de ida y regreso.

Nunca había estado en un kayak, así que al principio me sentí un poco torpe manipulando los remos y acomodándome en el asiento, hasta que logré encontrar un ritmo adecuado y coordinado con la compañera sentada adelante. Cuando los hombros dejaron de traquear, me volví uno con el remo, una máquina de avanzar en la corriente, ¡o al menos eso creía yo!

Sin ninguna clase de afán, fuimos disfrutando de la vista, pues las riberas están llenas de aves, tortugas y plantas vistosas, que no conocía. El guía, quien remaba adelante del grupo, iba explicando qué tipo de pájaros o peces salían a nuestro paso.

Luego de unos 20 minutos de recorrido, salimos del vecindario para entrar en el torrente del río “Chaz”, como abrevian los lugareños para no desgarrarse la lengua diciendo Chassahowitzka. En ese punto quedamos a contracorriente, por lo que hubo que remar con más bríos.

Fue un breve instante de vigor, en el que nos propusimos dominar al afluente. El esfuerzo fue recompensado con el maravilloso avistamiento de dos manatíes, que nadaron con desparpajo junto a nuestros botes.

El trayecto continuó por senderos más estrechos y poco profundos, en los que se podían ver con claridad el fondo del río y los bancos de peces. La naturaleza nos fue envolviendo a medida que penetrábamos en el canal, hasta llegar a un manantial de aguas cristalinas.

Allí descendimos del kayak, estiramos las piernas y nos dimos un chapuzón. La sensación de bañarse en agua de manantial, con aire puro y con los trinos de exóticas aves como banda sonora, es imposible de describir con palabras. ¡Hay que vivirla!

Dos restaurantes para deleitarse

Estar en contacto con el agua y la naturaleza es revitalizante, sí, ¡pero también da mucha hambre! Así que para esas angustias les recomiendo dos lugares para comer cuando viajen al condado de Citrus.

El primero es Backwater Fins Waterfront Restaurant, en las orillas del río Saint Martins. Es un sitio acogedor, con varios ambientes y especializado en comida de mar. Elegí sentarme en un área con aspecto de taberna de marineros, con la clásica barra y decoración ochentera.

Me sirvieron los “Ángeles cajún rellenos”: un pincho de camarones asados, rellenos de carne de cangrejo y envueltos en tocineta, que venían con una salsa cremosa de cangrejo azul. ¡Se me hace agua la boca con solo recordar su sabor!

El segundo lugar que les propongo se llama Crumps’ Landing, en el poblado de Homosassa. Este es un restaurante de ambiente familiar, con un muelle sobre el río Homosassa, kioskos y esculturas de piratas, sirenas y tiburones. Hay música en vivo y, cuando el sol cae sobre el horizonte, ofrece una vista preciosa desde el embarcadero.

Si quieren probar algo diferente y exótico, les sugiero que pidan los “gator bites”, bocaditos de cocodrilo fritos y apanados, que quedan crocantes al paladar.

Volando sobre las aguas

El reposado paseo de kayak no es la única propuesta que tienen Crystal River y sus alrededores para los fanáticos de los ríos. Si les gusta un plan con más adrenalina, les recomiendo el tour en hidrodeslizador.

Para esta aventura, acudimos a la empresa Ozello Keys Pontoon Tours, que organiza paseos por los cayos del poblado Ozello y los ríos Homosassa y Saint Martins; este último fue nuestra pista de despegue acuático.

Hasta ese momento solo había visto los hidrodeslizadores en películas de espías, con persecuciones a toda velocidad, por eso cuando rugió la hélice propulsora me agarré con todas las fuerzas a mi asiento.

La motonave surcó las aguas del Martins por un laberinto de canales lleno de vegetación fluvial, islotes y aves. Vimos gaviotas, pelícanos y águilas calvas vigilando en las ramas de los árboles.

Para los fanáticos de los ríos, si les gusta un plan con más adrenalina, se recomienda el tour en hidrodeslizador. Foto: Nelson Matta.

Cuando el bote entraba a una recta, alcanzaba tanta velocidad que las lágrimas se escapaban volando y el cabello quedaba peinado hacia atrás.

Sin embargo, hubo una escena de intensa quietud. Observamos una bandada de pelícanos, flotando junto a la ribera. La capitana desaceleró y detuvo el motor, mientras se aproximaba a los plumíferos.

De súbito, rugió de nuevo la hélice y la bandada de pelícanos levantó vuelo. Ese fue el inicio de una rauda persecución, incluso mejor que la de las películas, en medio del aleteo de las aves y su formación de escuadrón aéreo.

El hidrodeslizador comenzó a seguirlos, al tiempo que los pelícanos volaban a nuestro lado. Me daba la impresión que podía tocarlos con solo estirar la mano, pero a esa velocidad es mejor no arriesgarse a salir despedido en una curva. El espectáculo de verlos batir las alas a tan pocos centímetros, es una imagen que perdura en la mente para siempre.

¿Cómo llegar al condado de Citrus y Crystal River?

Para llegar a este sitio desde Colombia, se puede tomar un vuelo directo a Miami, partiendo de los aeropuertos de Medellín, Bogotá o Barranquilla; al llegar allí, abordar un trasporte terrestre por un trayecto aproximado de cinco horas. Otra opción es volar a Orlando desde Bogotá, y luego viajar por autopista durante una hora y media.

*Contendo en colaboración con Visit Florida.