Ni el frío, ni la lluvia aplacaron la fiesta de los hinchas: el domingo esperan que el rojo salga campeón del Atanasio
Los aficionados rojos, a pesar de la inclemencia del clima, se juntaron en varias partes de la ciudad a ver la final.
Estudiante de periodismo de la Universidad de Antioquia. Interesado en el periodismo narrativo y los deportes.
No importó la lluvia desde la mañana, el frío inclemente de la tarde noche. Nada de eso aplacó la pasión de los hinchas del DIM. ¿El clima gélido? Con chaquetas, buzos, gorritos o petos del equipo sobre las camisetas se volvió mínimo, se amainó. El partido se jugaba en Bogotá. Sin embargo, el destino –o el cambio climático–, quiso que en la capital de Antioquia hiciera una temperatura parecida a la de esa ciudad este martes, día de la final de ida del torneo Apertura.
El balón rodaba allá, a más de 400 kilómetros de distancia, pero el corazón de los hinchas rojos se aceleraba aquí, desde el norte hasta el sur del Valle de Aburrá. En San Antonio de Prado, por ejemplo, cientos de hinchas llegaron a la cancha del coliseo María Auxiliadora, contiguo al colegio Manuel J. Betancur, desde las cinco de la tarde para disfrutar el encuentro en una pantalla que puso la Alcaldía.
El montaje empezó a las 2:00 p.m., después de que terminó la clase de gimnasia del programa Canas al Aire. A las cinco, tres horas después, la pantalla, el sonido, el internet, ya estaban listos para ver el encuentro.
A esa hora, en medio de un aguacero torrencial, llegaron los líderes de La XAI, la barra organizada del Medellín que hay en el corregimiento ubicado al suroccidente del Aburrá, para colgar varios trapos y poner bombas azules y rojas. Este pueblo estaba con el DIM.
Una fiesta de ciudad
Eran las 7:15 de la noche. Faltaba un cuarto de hora para que iniciara el partido. La lluvia cedió y los hinchas del DIM en San Antonio de Prado aprovecharon para armar una fiesta. Durante casi cinco minutos lanzaron pólvora. Otros elevaron al cielo un globo de los colores del equipo.
¿Era una forma de pedir ayuda divina? Quizás. La gente del Poderoso no quería sufrir, aunque estaba nerviosa. Por eso, para calmar la ansia de las expectativas empezaron a cantar, saltar, gritar, al ritmo de un bombo y un tambor.
“Yo soy rojo, hasta que me muera”, corearon al unísono en Prado mientras en El Campín Léider Berrío se acercaba al arco de Marmolejo para rematar. Lo hizo un “aaaaah” se escuchó, rompió la armonía del cántico de cancha. Sí: Medellín estuvo cerca de marcar, pero la opción no se concretó.
Quienes se pusieron de pie se sentaron. Así estuvieron hasta que Brayan León tuvo una opción inmejorable que mandó por encima del arco. Ahí todos se levantaron con las manos tomándose la cabeza y protestando. “¿Cómo no va a ser gol, por Dios?, aventuró uno de los aficionados.
Había tantos nervios que los fumadores no pararon de hacerlo. El olor a tabaco quemado acompañado del brindis de las cervezas les dieron esperanza a los aficionados. No solo allí, sino en toda la ciudad: la tribuna occidental del Atanasio, el barrio La Floresta, Loreto, toda Medellín al unísono alentando a los rojos. Lo hicieron de principio a fin. El empate en Bogotá lo celebraron como una victoria. ¿Por qué? “Porque este año del Atanasio, del Atanasio sale el rojo campeón”. La fiesta roja seguirá hasta el domingo.