Al tercer intento, Sánchez logra mantenerse en el poder
La investidura del líder socialista como presidente del Gobierno pone fin a nueve meses de bloqueo político en España y devela su capacidad para hacer alianzas.
Tengo la maleta siempre hecha y mi brújula, que por lo general apunta al sur, me trajo al periodismo para aclarar mi voz. Busco la pluralidad y no le temo a la diferencia.
Lo que parecía un eterno intento de dar forma al Ejecutivo español, con tres convocatorias a elecciones en los últimos dos años, acaba de resolverse por un estrecho margen, dando como resultado una inédita coalición entre los partidos de izquierda.
El líder del Partido Socialista Obrero Español (Psoe), Pedro Sánchez, fue investido ayer como presidente del Gobierno con una diferencia de tan solo dos votos (ver infografía), que no hubiera sido posible sin el inusitado acuerdo que logró con Unidas Podemos, el movimiento más a la izquierda del espectro político ibérico.
Pero además, también se hizo necesaria la ayuda de los partidos independentistas de Cataluña y el País Vasco, Esquerra Republicana (ERC) y Euskal Herria Bildu (EH Bildu), también de izquierda, que se abstuvieron de votar para que Sánchez lograra consolidar la mayoría.
Como en montaña rusa
El atolladero político empezó en junio de 2018 tras la destitución del entonces presidente Mariano Rajoy a raíz del escándalo de corrupción que lo enlodó, conocido como el caso Gürtel, por el que la justicia condenó a su colectivo, el Partido Popular (PP).
Sánchez sustituyó a Rajoy, pero no logró formar en el Parlamento una mayoría fuerte que impulsara la aprobación del presupuesto, por lo que tuvo que convocar a elecciones en abril de 2019.
Pero aunque el Psoe fue el partido más votado en las urnas, no obtuvo la mayoría absoluta y Sánchez en ese entonces se negaba a negociar una alianza con Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos, afirmando que “no dormiría tranquilo” con él en su gobierno.
El hoy presidente decidió entonces convocar a unas nuevas elecciones en noviembre, que dejaron a una extrema derecha fortalecida mientras el Psoe perdía fuerza. Y finalmente tuvo que ceder a formar coalición con Iglesias, que ahora fungirá como vicepresidente y estará a la cabeza de cuatro ministerios.
Para José Ignacio Torreblanca, doctor en Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid, la jugada de Sánchez para hacerse con la mayoría absoluta, que incluyó el guiño de parte de los movimientos independentistas, muestra que “ideológicamente es muy flexible y eso le da mucha ventaja. Es un jugador duro y temerario a veces, que desborda muy fácilmente a los demás con este tipo de giros y propuestas”.
Y es ese mismo talante el que le ha valido duras críticas de sus contrincantes de derecha. Ayer, durante el debate de investidura, el líder del PP, Pablo Casado, aseguró que las posturas flexibles de Sánchez se deben a “un sociópata interés personal”, mientras que a su turno, otros diputados lo tildaron de “traidor”, “mentiroso” y “patético”.
Cuesta arriba y a la izquierda
La investidura de Pedro Sánchez deja a España frente al reto de adaptarse a ser gobernada por una coalición de izquierda, incluyendo su facción más radical, algo que según Ignacio Molina, analista del Real Instituto Elcano, sólo ha ocurrido en países como Grecia, Francia, Noruega e Islandia.
De otro lado, la derecha no dejará fácil el camino y desde ya asocia la presidencia de Sánchez con el resurgimiento del terrorismo. “La compañía aseguradora del golpe institucional que están dando se llama ETA”, afirmó el presidente del partido Vox, Santiago Abascal .