Destituyen al líder de la caída de Dilma
En Brasil caen cabezas. Dos semanas después de concluir el juicio político contra Dilma Rousseff, la Cámara baja del Congreso expulsó al que fue presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, un conservador recalcitrante que engrosó las fuerzas políticas para iniciar el proceso de destitución de la exmandataria
Con una mayoría abrumadora (450 votos a favor y solo 10 en contra), la Cámara le prohibió a Cunha ejercer cargos políticos en los próximos ocho años, lo que incluso abriría las puertas a un arresto.
Un juez lo había acusado hace dos meses de obtener al menos cinco millones de dólares de la red de corrupción que operó la empresa Petrobrás y de tener ese dinero oculto en cuentas secretas de bancos suizos. Si bien él, propietario de más de 150 dominios de internet con el nombre “Jesús”, negó las acusaciones, la misma justicia suiza lo demostró.
Para Paulo Sotero, director del Instituto Brasil del Centro Wilson para la Investigación, la noticia es un respiro, teniendo en cuenta que Cunha, a quien describe como un “político habilidoso, con acusaciones gravísimas encima”, tuvo oportunidad de ascender y de llevar las riendas del país, “y eso hubiera sido desastroso para la democracia, la economía y los ánimos de los brasileños”.
Cruzada contra la corrupción Según Virgilio Afonso da Silva, docente de derecho constitucional de la Universidad de Sao Paulo, el juicio contra Rousseff fue “más político que jurídico”, y tuvo una variable adicional: el hecho de que Cunha, “suspendido y con una hoja de vida oscura”, dirigiera el proceso dentro de la Cámara de Diputados.
“Es uno de los más grandes enemigos políticos de Rousseff, a pesar de que pertenece al mismo partido del que fue vicepresidente Michel Temer”, dijo da Silva, a quien le siguen preocupando las recientes renuncias de ministros después de que el contenido de algunas interceptaciones legales se hiciera público, y revelara que funcionarios mencionaban que la destitución de Rousseff se dio como una manera de detener las investigaciones criminales que se están realizando contra varios políticos.
De hecho, la caída de Cunha significa una amenaza de derribar a otros, si se muestran nuevos casos de corrupción entre funcionarios del nuevo Gobierno, que incluso podrían descarrilar el ambicioso programa de reforma fiscal de Temer.
Y es que Cunha ha advertido que, en un acuerdo con la Fiscalía, podría dar a conocer nuevos nombres en una clase política donde al menos 50 personas ya están bajo investigación por aceptar sobornos en el escándalo de Petrobrás.
De hecho, alrededor del 60 % de los 513 legisladores en la Cámara Baja de Brasil están bajo la lupa de las autoridades, según el grupo de control Transparencia Brasil.