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Polémico texto del Papa para salvar la Tierra

Es la más controvertida de la Iglesia desde que la de Pablo VI consagró la prohibición de la anticoncepción.

18 de junio de 2015

“Laudato si, mi Signore per sora Luna e le stelle”. O lo que es lo mismo, “Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas”. Así comienza el Cántico a las Criaturas que San Francisco de Asís escribió en 1255 y, con esas dos primeras palabras que uso su inspirador, el papa Francisco decidió titular la primera encíclica que elabora de forma completa.

El texto “Alabado seas”, de unas 192 páginas y que hoy se hace público, versa sobre la degradación del medio ambiente. Pero no solo eso. Dice a EL COLOMBIANO uno de los asesores que tuvo el Sumo Pontífice durante la redacción del documento, que las principales aportaciones son precisamente la personalidad de quien se inmiscuye en la cuestión ambiental y una redacción que va más allá del mundo cristiano.

La encíclica se presenta como un verdadero ensayo humanístico, que aporta una crítica categórica al sistema socioeconómico actual. A continuación, los puntos más importantes del texto.

propiedad privada con función social

“El actual sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista, porque hemos dejado de pensar en los fines de la acción humana”, sentencia Francisco. “La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que sólo podrá generar nuevas crisis después de una larga, costosa y aparente curación”, añade.

Es aquí donde más se nota la contribución del prestigioso economista estadounidense Geoffrey Sachs. Jorge Bergoglio llega a cuestionar la propiedad privada si no es con una “función social”. Su apuesta es la de un crecimiento sostenible, aunque en algunos casos “desacelerar un determinado ritmo de producción y de consumo puede dar lugar a otro modo de progreso y desarrollo”.

una globalización que incluya a los pobres

En este aspecto es donde más se percibe el carácter latinoamericano de Francisco y la influencia de los teóricos de la Cepal: “Hay una verdadera deuda ecológica particularmente entre el Norte y el Sur, relacionada con desequilibrios comerciales”. La encíclica ahonda en la idea de que los países desarrollados han esquilmado las materias primas de los más pobres, han dejado un territorio “contaminado” y además les exigen compromisos que no cumplen los poderosos. “Los países pobres necesitan tener como prioridad la erradicación de la miseria y el desarrollo social de sus habitantes, aunque deban analizar el nivel escandaloso de consumo de algunos sectores privilegiados de su población y controlar mejor la corrupción”, subraya.

acción política ante el cambio climático

Según el Papa, “en lo relacionado con el cambio climático los avances son lamentablemente muy escasos”. Pone como ejemplo la Conferencia de las Naciones Unidas de Río de Janeiro 2012, cuya declaración final la califica como “ineficaz”. No por casualidad, la encíclica aparece meses antes de que se celebre en París una nueva cumbre sobre el clima. Para sus líderes, Francisco recuerda que “hace falta construir liderazgos que marquen caminos”.

reflexiona sobre el modelo social

Otro de los ejes que explican el negro panorama que pinta el texto del Papa es la sociedad de consumo actual. “Los individuos aislados pierden su capacidad y su libertad” y “terminan a merced de un consumismo sin ética y sin sentido social”. Asegura el pontífice que el hombre ha olvidado legar a sus descendientes “la tierra que le fue entregada”. Advierte que un incremento desmedido de la población puede influir, pero insiste en que el factor determinante es la avaricia de los que más tienen.

promueve una visión teológica e inclusiva

Reconoce el Papa que si su trabajo está encaminado a toda la población, ¿por qué incluir una parte sólo destinada a los creyentes? Apela en este sentido a la creación divina del universo y a la educación cristiana para adentrarse en los valores comunales. Dedica todo el último capítulo a incidir sobre la responsabilidad cristiana y ofrece una reflexión mucho más mundana, que resume su ideario: “Los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en el sufrimiento de los excluidos”.