La Hora de Uraba

Dubian Ferney Zuluaga llegó a hacer el rural en el 98 y hoy dirige la Panamericana

Se ganó la plaza en el hospital de Chigorodó en la época más cruenta del conflicto. Se enamoró de Urabá y hace cuatro años es el director de la clínica más importante de la región.

Redactor del Área Metro. Interesado en problemáticas sociales y transformaciones urbanas. Estudié derecho pero mi pasión es contar historias.

hace 8 horas

Un joven de Granada (Oriente) está en la recta final del programa de Medicina en la Universidad de Antioquia. Como cada año, se realiza un sorteo para asignar las plazas del rural. Acude con expectativa para saber dónde continuará su formación. Es 1998, la violencia es pan de cada día en Urabá con masacres y combates a sangre y fuego. Dubian Ferney Zuluaga Yepes se gana el sorteo con una plaza en el hospital de Chigorodó. Lo que ni él sospechaba es que 25 años después los caminos de la vida llevarían a ese joven médico a la dirección general de la Panamericana, la clínica más importante del Urabá y de esa esquina del noroccidente del país.

El año rural en esa época, en Chigorodó, era ver llegar cadáveres todos los días, hacer dos o tres necropsias diarias, atender partos, salvar infartados en el servicio de urgencias. Zuluaga recuerda que el momento más difícil de ese año rural fue cuando llegaron actores armados y se llevaron a los empleados del hospital a un supuesto juicio. Aunque los liberaron horas después, la retención generó mucha tensión.

“Me enamoré de la zona, tuve un amor a primera vista, lo mismo que le pasa a mucha gente que viene. Realmente conocí la esencia de la gente de Urabá en esa época. La gente tiene un carisma y calor humano impresionantes, es demasiado entregada, demasiado buena, y eso hace que uno se enamore de la gente y quiera hacer cosas por ellos”, dice desde su oficina en el segundo piso de la Clínica Panamericana, una institución de salud de mediana y alta complejidad ubicada en la zona franca de Apartadó.

Después de concluir el rural, Zuluaga se quedó tres años más como líder del programa de Comfama que atendía al magisterio en Urabá. Luego lo trasladaron a Medellín y trabajó en la EPS del régimen subsidiado; recorría los pueblos de Antioquia y volvía de vez en cuando a Urabá, aunque nunca pensó que, otra vez, el ‘sorteo’ lo llevaría de regreso a la región.

La Panamericana se fundó en 2014. En sus primeros años afrontó dificultades financieras. En 2016, Comfama pasó a administrarla y el elegido como director médico fue Dubian Ferney. Cuenta que los primeros años los vivió en el séptimo piso del hospital, porque estaba desocupado: una anécdota premonitoria, porque luego ese piso cobraría relevancia durante la pandemia con las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y de Cuidado Respiratorio (Ucre).

En marzo de 2020, la Clínica Panamericana, con el apoyo de Proantioquia, Bancolombia y Augura, amplió en 25 las unidades UCI para atender a más pacientes durante la emergencia por el covid-19 en Urabá, con una inversión de $3.100 millones. Esa dotación fue clave para contener el virus y reducir la mortalidad.

“Donde la clínica no hubiera estado en ese momento de la pandemia, hubiera sido muy dramático para Urabá, como lo que pasó en Guayaquil, en Ecuador”, cuenta Dubian Ferney, quien pasó de director médico a director general en 2022, justo después de que Comfama adquirió el 60% restante de las acciones de la Panamericana, lo que la dejó como única dueña de la institución de salud, luego de cerrar la negociación con sus socios: Zona Franca Permanente Urabá, Arquitectura y Concreto, Medicina de Alta Complejidad, Inversiones Sorzano, Conexiones Médicas Científicas y SM Proyectos.

Solo en 2024 atendieron 2.078 partos en la Unidad de Obstetricia y recibieron más de 276.000 pacientes en la Clínica, la institución de alta complejidad más importante de Urabá.

La clínica es base fundamental de la nueva era de la región. Cuenta el director Dubian Ferney que la evolución de Urabá ha sido vertiginosa en los últimos 30 años. “En el 98 eran calles sin pavimentar, polvorientas, de pueblos de costa; hoy vemos edificios, bodegas, esta clínica. En el 98 no había hospitales de complejidad, tocaba sacar los pacientes críticos en avión comercial; en el pasillo les dábamos asistencia para llevarlos a Medellín. Hoy tenemos anestesiólogos, dermatólogos, radiólogos, cirujanos, ortopedistas. Esa es una muestra de que Urabá se consolida como una potencial ciudad intermedia”, dice.

Zuluaga destaca el alto sentido de pertenencia de la gente de la región. Por eso afirma que Urabá tiene todo el potencial para encumbrarse en una era de desarrollo sin precedentes, impulsado por sus habitantes, su organización social, el empoderamiento de la sociedad civil y la unión de las esferas públicas y privadas.

“Me gané una verdadera rifa con el sorteo del rural. Es una satisfacción grande poder devolverle a la gente todo lo que han hecho por uno. Todavía tengo pacientes que me conocieron en Chigorodó y me llaman el día del cumpleaños. La gran satisfacción es servirle a la gente y trabajar por su bienestar. Siempre digo que la clínica no es el edificio, sino los que trabajamos cada día por resolverle los problemas a la gente”.