Desastres como el de Granizal delatan falta de inversión en ciencia: estudio internacional
Los científicos advierten que la injusticia científica se puede traducir en ciudades como Medellín en mayor número de víctimas en medio de desastres.
Periodista. Cubro temas de medio ambiente.
Un nuevo estudio internacional vuelve a enfatizar la importancia de la inversión en ciencia climática, en medio de un creciente “desprecio” de mandatarios locales, distritales y nacionales para afrontar el cambio climático con inversiones y estrategias robustas. Un análisis conjunto adelantado en el marco de la iniciativa World Weather Attribution —WWA— y liderado por el Imperial College de Londres, determinó que los recientes desastres ocurridos en Colombia y Venezuela dejan en evidencia, una vez más, la “injusticia científica” que padece el sur global, pues a pesar de que es un hecho irrefutable que las condiciones planetarias ya están dadas para que los eventos extremos sean cada vez más frecuentes, la inversión climática por parte del sector público es cada vez más deficiente.
En la investigación, en la que participaron investigadores de la Universidad de Antioquia y el Siata, se incluyó la reciente tragedia ocurrida en Granizal, en límites entre Bello y Medellín, donde murieron 27 personas. Por ejemplo, la profesora de la Universidad de Antioquia Paola Arias Gómez, explicó que, según los datos del Siata sobre el evento ocurrido en Granizal, en pocas horas, entre la noche del 23 de junio y la madrugada del 24 de junio de 2025, cayeron entre 60 y 70 milímetros de lluvias por metro cuadrado. Estos datos corresponden a un fenómeno que se conoce como aguacero torrencial.
Lo que plantea la investigadora es que aunque se trató de un evento de precipitación extrema, no puede configurarse como un episodio aislado, si se tiene en cuenta lo que ocurrió en los meses anteriores. “En febrero tuvimos grandes precipitaciones por un fenómeno de La Niña débil; abril fue el mes más lluvioso en 14 años —llovió el doble de lo que típicamente llueve ese mes—, según los datos del Siata; y en junio tuvimos el doble de la precipitación habitual, en especial en los últimos días. Es decir, llovió mucho en eventos muy concentrados, y esto lleva a la saturación de los suelos en una topografía compleja”, explicó la docente, quien en 2023 fue coautora del Sexto Informe de Evaluación IE6, elaborado por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático —IPCC— y que es uno de los documentos rectores en el planeta para enfrentar la crisis planetaria.
A los desastres ocurridos en Antioquia y varias partes de Colombia, se suman las inundaciones en Venezuela, causadas por las altas precipitaciones que tuvieron lugar entre el 20 y el 24 de junio, asociadas a una onda tropical, que intensificó las condiciones de saturación ya existentes en el suelo. Esto produjo un efecto en cadena que afectó infraestructura, arrasó cultivos, ganado y produjo el desplazamiento de miles de personas que tuvieron que salvar sus vidas buscado refugio en zonas menos anegadas.
Todo esto, según los investigadores, no hace más que reafirmar la vulnerabilidad de los habitantes de países del sur global ante fenómenos climáticos extremos. Lo que exige como respuesta, sin dilaciones ni excusas, la necesidad de una mayor inversión en investigaciones y herramientas que faciliten la vigilancia científica del clima.
“Los datos históricos muestran que ninguno de los eventos fue particularmente raro”, estableció el informe de World Weather Attribution, el cual agregó, además, que “la lluvia que provocó los deslizamientos e inundaciones es relativamente común, con probabilidad de ocurrir una vez cada diez años en Colombia y cada tres años en Venezuela”.
El documento reiteró que es fundamental garantizar mayores inversiones para entender mejor los extremos cambiantes y a prepararse para el futuro. Y en ese mismo sentido, la investigadora de la UdeA, plantea un problema presente actualmente en las ciudades latinoamericanas en cuanto a los programas y estrategias de monitoreo, las que son fundamentales para tomar decisiones informadas, para formar a la ciudadanía y diseñar los planes de prevención, mitigación y adaptación.
“Cuando veo servicios meteorológicos e hidrológicos de Latinoamérica, encuentro que trabajan con recursos muy limitados y carecen de la capacidad técnica, e incluso a veces humana, para gestionar todos los aspectos que deben abordar”, aseveró Arias.
Por eso concluye que la inversión en ciencia climática es más urgente que nunca “para entender los riesgos cambiantes y prepararse para lo que viene. Más ciencia salvará más vidas”.
Sobre este tema, el panorama en Medellín y el Valle de Aburrá no parece estar muy claro. Por un lado, hace dos semanas el Amva aseguró en respuesta a la veeduría Todos por Medellín que garantizaría la financiación robusta del Siata y que firmaría un nuevo contrato con Eafit (su histórico operador) por más de $34.000 millones para la operación por once meses. No obstante, para voces como el concejal José Luis Marín y organizaciones en defensa del territorio, sigue siendo difuso el tema de la inversión, pues por ninguna parte en los planes oficiales de la entidad aparece esa cifra.
Sobre la alcaldía de Federico Gutiérrez también recaen graves cuestionamientos al respecto. A raíz de las recientes emergencias que dejaron al menos ocho muertos en jurisdicción de Medellín, en el Concejo el balance de la administración Gutiérrez enfrentó denuncias y alertas de comunidades y del concejal José Luis Marín. Por ejemplo, tras año y medio de gobierno, apenas activaron una de las once alertas tempranas comunitarias que constan en el Plan de Desarrollo.
Otra denuncia se centraron en la falta de una política sólida de atención del territorio, reasentamiento y vivienda digna. Según Marín, 30.000 familias están sin vivienda y 130.000 habitan vivienda precaria. No solo Marín sino las mesas de vivienda y organizaciones defensoras del territorio señalan que la única “política” del actual gobierno Distrital ha sido entregar subsidios de arriendo por tres meses, $600.000 mensuales, a los desplazados climáticos, en medio de lo que la administración distrital ha llamado “evacuaciones humanitarias necesarias” sin tener de fondo un programa robusto.
El Plan de Desarrollo 2024-2027, en su Pilar 5, destinó el 0,45% del total del presupuesto del Distrito para gestión de riesgo. Plata que, según las cuentas de varias organizaciones sociales, no alcanza ni para completar las obras de mitigación de la Comuna 8, una de las más afectadas por este tipo de eventos como movimientos en masa.