¿Qué dicen los jóvenes sobre la Medellín del futuro?
Estas tres miradas muestran a una generación que no le teme a la diferencia, que transforma barrios con arte, música y creatividad, y que imagina una ciudad donde todos los talentos tienen espacio para brillar.
“Somos presente y futuro al mismo tiempo”
Colaboración de Daniela Gómez.
Para Medellín vienen muchas cosas y, viéndolo desde el panorama de la juventud —con quien más me relaciono—, llega cargada de oportunidades. Nuestra generación viene poderosa y potente, en la búsqueda de ocupar espacios donde nuestra voz sea escuchada. No le tenemos miedo a la diferencia; somos capaces de trabajar juntos, de reconocer lo que nos duele, lo que nos impulsa, lo que nos moviliza y eso en un territorio tan diverso es un gran logro.
Trabajó con jóvenes en barrios como Manrique, Aranjuez, Villahermosa y San Cristóbal, y más allá de acompañarlos en su educación o en su tiempo libre, me preocupo por conectar con sus talentos, posibilidades, formas de ver la vida desde lo artístico, lo deportivo, lo cultural. Cada día veo cómo logran articularse con sus vecinos, compañeros de colegio o universidad, para fortalecer sus territorios. Y esto no es solo sobrevivir, sino sobre hacer lo que los moviliza de forma distinta.
Somos una generación que no se cree todo lo que le dicen. Si alguna vez nos llamaron “sin futuro” o nos tildaron de “generación de cristal”, hoy respondemos distinto. Demostramos que podemos transformar la realidad desde nuestras acciones, pequeñas o grandes, que somos presente y futuro al mismo tiempo y queremos que quienes vienen detrás lo sean también. Nos mueve la vida, el reconocimiento de lo bonito que nos rodea, y sabemos que el dolor también puede convertirse en posibilidad.
Desde los territorios
Medellín nos ha dado oportunidades y siento que es nuestra responsabilidad compartirlas. Si un joven quiere estudiar, conseguir una beca o simplemente conocer lo que la ciudad ofrece, me preocupo porque tenga la información. Si no la tengo, alguien de mi red la tendrá. Esa es la manera en que hacemos ciudad, enseñando que podemos hacer las cosas de forma diferente y mostrando que hay caminos alternativos a la violencia o exclusión que aún existen en algunos territorios. Yo estudié gracias al fondo EPM y mi familia, que fue desplazada de San Carlos por la violencia, encontró en Medellín un lugar donde abrir nuevas posibilidades y reconstruir su proyecto de vida.
Además, la ciudad ha avanzado en oportunidades en educación, salud, tiempo libre y bienestar. Piensa en espacios para que todos podamos crecer física, mental y socialmente. Pero aún queda camino: hace falta pedagogía, información que llegue a todos los barrios, cerrar brechas tecnológicas y de acceso. Y ahí entramos los jóvenes: visitando los territorios, mostrando opciones, motivando a otros a involucrarse y a soñar con otro futuro.
También pienso mucho en el cuidado del ambiente. La calidad del aire, el ruido, los espacios verdes... todo eso define cómo vivimos. Imagino una Medellín donde respirar sea un acto consciente; donde los espacios públicos nos conecten con la naturaleza y nos enseñen a respetarla. La movilidad, la sostenibilidad y la relación con nuestro entorno son retos que debemos asumir con responsabilidad, buscando compensar antes de dañar, y haciendo todo con conciencia social, económica y ambiental.
Soy resultado de clubes juveniles, espacios que me enseñaron que unirse para hacer algo es posible. Hoy hago parte de una organización que busca lo mismo: trabajar con otros que piensan distinto, pero que comparten un objetivo común, y así movilizar nuestros territorios desde lo social, lo cultural, lo ambiental y lo pedagógico. Transformar la ciudad empieza por quienes la habitamos.
En pocas palabras: somos una generación que no teme a los desafíos, que busca construir en la diferencia, y que sueña un lugar donde la vida, la colaboración y la naturaleza sean protagonistas.
Daniela Gómez. Trabajadora social, apasionada por el liderazgo y por recorrer su ciudad. Acompaña procesos con jóvenes y organizaciones sociales, artísticas y culturales en Manrique, Aranjuez, Villahermosa y el corregimiento San Cristóbal. Esta joven, de veintiocho años, cofundadora de la Corporación Laboratorio Social Reto Nueve, sueña una Medellín colaborativa, verde e incluyente, donde los jóvenes transformen territorios desde la educación, la cultura y la sostenibilidad.
“Cada vez nos da menos miedo hacer lo que queremos”
Colaboración de María Paulina Suescún Henao.
Yo creo que, desde la realidad, he visto algo que me encanta: las industrias creativas son las que están marcando la parada. Viniendo de Aranjuez, de donde son Alcolirykoz y 4 Elementos Skuela, noto que cada vez nos da menos miedo hacer lo que queremos. Nos da menos miedo hacer hip-hop, nos da menos miedo hacer reguetón. Ya no nos creemos el cuento de que ciertas expresiones solo pertenecen a algunos estereotipos o que no son para nosotros.
Me imagino una ciudad realmente repleta de talentos, donde no nos dé miedo ser artistas, donde, si queremos ser barberos, arreglar uñas o dedicarnos a cualquier oficio creativo, podamos hacerlo. Creo que ya no hay tantos prejuicios como antes y podemos decir: “Yo quiero hacer lo que me apasiona”. Esta Medellín del futuro es una ciudad donde las industrias creativas se encuentran en todos los barrios y donde los jóvenes estamos construyendo nuestro proyecto de vida haciendo lo que amamos.
Antes se decía mucho que los jóvenes abandonábamos rápido los trabajos, que no nos comprometíamos. Pero esto no es falta de responsabilidad, sino una búsqueda de diversificación y aprendizaje constante. Hoy ya no pensamos en quedarnos veintitrés años en una misma empresa; queremos explorar, aprender y aportar desde nuestras pasiones. Yo misma he sentido eso. Mis papás me decían: “Esto es bueno”, pero yo quería seguir mi pasión y hacer lo que amo. Y en este momento estoy contribuyendo con lo que quiero, y disfrutando de ello.
Rompiendo barreras
Históricamente, dónde vivías podía determinar el destino. Vivir en Aranjuez, por ejemplo, muchas veces se veía como una dificultad. Hoy, gracias a la educación, la conectividad y los colectivos de jóvenes, podemos romper esas barreras. En los barrios empezamos a creer que podemos crear nuestros propios proyectos y trascender, como lo ha hecho Alcolirykoz en los niveles nacional e internacional.
Las redes sociales y la conectividad nos han abierto posibilidades. Antes acceder a información sobre educación, emprendimiento o medioambiente era mucho más difícil. Hoy, como nativos digitales, podemos inspirarnos en modelos de todo el mundo y decirnos: “Sí. Podemos hacer lo que soñamos con esfuerzo”. Por supuesto, no todos los jóvenes tienen las mismas oportunidades. Hay contextos que limitan y que obligan a priorizar la supervivencia. Pero quienes hemos tenido acceso a educación y espacios de aprendizaje estamos creando conciencia y trabajando por el cambio de la ciudad desde nuestras comunidades.
En Aranjuez, por ejemplo, los colectivos de jóvenes ya no están separados, como barrios aislados, sino como parte de una ciudad con vocación de innovación. La posibilidad de elegir qué hacer con nuestra vida, de estudiar, hacer deporte o trabajar por el barrio ya no está tan marcada por el miedo o la violencia. Hay un respeto creciente hacia quienes quieren aprender, crear y aportar.
Medioambiente con actitud
Otro eje fundamental es el medioambiente. Desde mi trabajo con Global Shapers participo en proyectos de urbanismo táctico y arte urbano que buscan mejorar la calidad del aire mediante pintura fotocatalítica. Estos actos pequeños generan conciencia y muestran que cada persona puede aportar al cuidado de la ciudad.
Medellín es pequeña y grande al mismo tiempo: si empezamos con acciones concretas, aunque sean mínimas, podemos transformar la ciudad en un lugar más limpio, verde y sostenible. Es posible soñar con territorios con menos brechas sociales, culturales y artísticas, donde sea más fácil acercarse a lo que nos apasiona, sin que las condiciones del barrio limiten las oportunidades.
Colaboración de María Paulina Suescún Henao. Profesional en Lenguas Modernas, políglota apasionada por la cultura, vive en Aranjuez. A sus veintiséis años trabaja en Sapiencia y es voluntaria en Global Shapers Medellín. Sueña una Medellín creativa, verde e incluyente, donde las industrias culturales florezcan en cada barrio y los jóvenes construyan su futuro haciendo lo que aman. En 2024 fue reconocida como una de las 50 Jóvenes Referentes de Medellín.
“Medellín debe ser la capital del talento”
Colaboración de Juan Manuel Cano Londoño.
Siento que para hablar de la Medellín que soñamos primero hay que mirar la de hoy. Veo una ciudad con mucho potencial y que es protagonista en el mundo. Hace 30 años también lo éramos, pero por otras razones: Medellín era una ciudad inviable, nuestras familias vivían con miedo y sus sueños parecían utopías.
Salimos adelante. La resiliencia nos permitió convertirnos en un referente mundial de urbanismo social, de transformación, de talento. Hoy somos reconocidos por nuestros artistas, emprendedores y empresarios. Ese es el camino que debemos seguir los próximos 50 años: una ciudad del talento, que potencie las capacidades de su gente, que siga trabajando con esa cultura paisa de dedicación y búsqueda de un mejor porvenir.
Mi sueño es que la Medellín del futuro haya consolidado su vocación de ciencia, tecnología e innovación. Hoy apenas sembramos la primera semilla y necesitamos que los jóvenes de todos los barrios, especialmente aquellos con menos oportunidades, accedan a educación en habilidades digitales, inglés y otros idiomas. Las carreras de cinco años seguirán siendo importantes, pero también debemos reinventar la educación, ofrecer formación técnica y práctica que responda al mercado laboral del presente y del futuro.
Talento en cada rincón
Hay que llevar la tecnología, la innovación y la creatividad a cada esquina de la ciudad, motivar las industrias creativas y culturales que nos hacen referentes en el mundo y seguir mostrando posibilidades desde el sector público y privado para que los jóvenes queramos construir un proyecto de vida aquí. Que esta nueva vocación de ciudad no sea simplemente un título, sino que la interioricemos y la volvamos un factor diferenciador.
También tenemos que convertirnos en una Medellín del cuidado, que reconozca el trabajo de las personas que se levantan día a día para hacer que esta gran urbe funcione. Debemos pensar en que seremos una ciudad más envejecida —en 2050 seremos la segunda más longeva del país, según el informe de Medellín Cómo Vamos para 2035— y debemos prepararnos para el cuidado de los adultos mayores y la liberación de cargas para las personas cuidadoras.
La salud mental es otro reto. Hoy vivimos hiperconectados, con información y estímulos constantes que generan vacíos. Necesitamos fortalecer la vida comunitaria, las relaciones interpersonales, el tejido social de nuestros barrios, porque eso es bienestar. Es necesario seguir apostándole a la construcción de confianza para que continuemos cuidándonos entre nosotros.
Y claro, también hay que pensar en el medio ambiente. Estamos llenos de quebradas que debemos volver a mirar y valorar como pulmones verdes, corredores llenos de flora y fauna que otorgan gran parte de la magia que tiene esta ciudad. Es importarte revisar el manejo de basuras y reducir los residuos que terminan en nuestras fuentes de agua. El cambio climático no espera y cada vez nos pone nuevos retos. Sueño con una ciudad más caminable, verde, sostenible y amable con todos.
Por último, debemos consolidar más espacios públicos verdes, porque es en los parques y escenarios de calidad donde se acaban las brechas, pues en el columpio pueden estar juntos quienes tienen muchas oportunidades y quienes tienen pocas. Espacios donde nos encontramos como ciudad y disfrutamos de los beneficios que nos trae el vivir juntos.
La Medellín del futuro, entonces, debe centrarse en tres ejes: el talento de su gente, el cuidado de todos y la sostenibilidad. Si le apostamos a esto seguiremos siendo protagonistas en el mundo, pero por las mejores razones.
Colaboración de Juan Manuel Cano Londoño. Politólogo, comunicador social y periodista de veintiséis años, vive en Conquistadores, y cursa una maestría en Procesos Urbanos y Ambientales. Apasionado por la participación ciudadana y la cultura, sueña una Medellín del talento, el cuidado y la sostenibilidad: una ciudad verde, equitativa, innovadora y protagonista en el mundo por su gente y su creatividad.