El hospital de la fauna del Aburrá
Desde 2016, el centro ubicado en Barbosa ha atendido a más de 23.000 animales recuperados.
Periodista profesional y atleta aficionado. Hago preguntas para entender la ciudad.
Decenas de jaulas filadas una tras otra encierran a los pacientes recién llegados al CAV. Loros, azulejos y canarios esperan ser atendidos para dejar el encierro al que los confinaron quienes se creyeron con el derecho de llamarlos suyos.
La clínica de estos animales se llama Centro de Atención y Valoración del Área Metropolitana (CAV), lugar en el que la autoridad ambiental busca que las especies salvajes incautadas por la Policía o entregadas por ciudadanos recuperen las condiciones que les permitan volver a sus lugares de origen, incluso si estos se encuentran a cientos de kilómetros de distancia.
En las seis hectáreas del lugar confluyen aves, mamíferos y reptiles, que son tratados para que recuperen las condiciones que les permitan retornar a la vida salvaje.
Camino a la libertad
El CAV, ubicado en Barbosa, está habilitado para recibir nuevos pacientes las 24 horas, pues de acuerdo con María Camila Urrego, profesional de la Subdirección Ambiental del Área Metropolitana, los operativos de recuperación de especies silvestres adelantados por las autoridades se pueden dar en cualquier momento.
Es por ello que en el lugar siempre permanece por lo menos una persona y, durante el día, un equipo de 25 profesionales se encarga de la atención de los animales y el mantenimiento del CAV. El equipo veterinario, que es liderado por la médica Marcela Ramírez, está conformado por seis especialistas cuya labor es complementada con zootecnistas, bacteriólogos, biólogos y operarios de oficios varios.
Ese personal es el que se encarga de llevar a las especies silvestres del diagnóstico inicial a la liberación o traslado. En el intermedio, los animales pasan por una fase de cuarentena, en la que están aislados y son revisados constantemente para descartar enfermedades que les pudieran transmitir a otros pacientes.
“Cuando se supera la cuarentena, que puede tardar hasta tres meses, pasan a los encierros, en los que pueden interactuar con otros animales de la misma especie y empezar a adaptarse para retornar a sus entornos”, explicó Urrego.
Los denominados “encierros” son 58 jaulas de más de 10 metros cuadrados de área que están dotadas de elementos que asemejan el hábitat en el que se espera poder liberar a los animales. En el caso de las aves, por ejemplo, funcionan a modo de niveles, por lo que a medida que se van adaptando a un encierro de menor espacio son trasladadas a otro más amplio en el que puedan realizar ejercicios de vuelo.
Al respecto, el zootecnista y coordinador del área de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos de Corantioquia, Juan Camilo Restrepo, destacó esa característica del CAV como una que posibilita una mejor recuperación de las especies.
Según él, los encierros del centro administrado por el Área Metropolitana permiten que las aves realicen ejercicios de vuelo mientras se mantienen en un entorno controlado, además de poder reunirlas en ese mismo espacio con sus símiles. Esos ejercicios se convierten en dinamizadores en el proceso de retornarlas a sus comportamientos naturales.
Liberación y reubicación
Según lo expone Restrepo, es común que al CAV lleguen animales recuperados por corporaciones autónomas de otras regiones del país que consideran que es más propicio que se recuperen en Barbosa.
Así las cosas, y una vez superados los procesos de cuarentena y adaptación, llega el momento de decidir el camino que seguirán los animales tratados. De la evaluación que hagan los profesionales depende que estos sean liberados o reubicados en las denominadas “colecciones vivas”, comúnmente conocidas como zoológicos.
“Algunos animales, bien sea porque tengan mutilaciones o se encuentren muy improntados (domesticados) no son aptos para ser liberados, porque eso representaría poner en peligro su vida”, expuso la profesional del Área, María Camila Urrego. Ese ha sido el caso de 9.418 animales que han sido atendidos entre 2016 y septiembre de este año.
En contraste, 2.860 de ellos han sido devueltos a la vida salvaje en el mismo periodo. De acuerdo con los registros de la Policía Ambiental metropolitana, en 2018 fueron incautadas 1.700 especies silvestres, y en lo que va del año la cifra asciende a las 1.200 recuperaciones en el Aburrá ..