Medio Ambiente

Investigadores de la UdeA convierten larvas de mosca en proteína para alimentar peces y aves

Un equipo de científicos logró aprovechar las larvas de la mosca soldado negra para producir proteína y grasa destinadas a la alimentación animal, a partir de residuos orgánicos generados por la piscicultura en el Bajo Cauca antioqueño.

Periodista de medio ambiente. He trabajado en medios como El Mundo (España), El Espectador, Cromos, Arcadia y Canal Trece.

hace 2 horas

En los laboratorios de la Universidad de Antioquia y bajo el sol húmedo del Bajo Cauca, un grupo de investigadores encontró una respuesta biotecnológica a un problema cotidiano: el costo del alimento para peces y aves. La solución no vino del mar ni de la industria, sino del zumbido silencioso de un insecto: la mosca soldado negra (Hermetia illucens), una especie nativa de los trópicos que hoy se perfila como fuente sostenible de proteína y grasa para la alimentación animal.

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“La idea surgió por solicitud de los piscicultores”, recuerda, en entrevista con EL COLOMBIANO, José Édgar Zapata Montoya, profesor titular del Departamento de Alimentos de la Universidad de Antioquia y coordinador del grupo Nutrición y Tecnología de Alimentos. “El alimento para animales ha subido mucho de precio. Ellos nos pidieron alternativas para sustituir la proteína que se usa en los concentrados”.

La propuesta tomó forma en 2023, cuando la universidad aprobó su financiamiento a través del Banco Universitario de Programas y Proyectos de Extensión (BUPPE), pues fue en ese momento que el equipo trasladó el estudio a Caucasia, donde las condiciones de calor y humedad resultaban ideales para reproducir a la Hermetia illucens. Allí, los académicos aprendieron a criarla en colaboración con piscicultores locales. “Aprendimos conjuntamente con las personas de allá, no solo nosotros. Las larvas se criaban en Caucasia, y las traíamos congeladas a nuestro laboratorio en Medellín”, cuenta José Édgar.

El objetivo de la iniciativa era obtener una biomasa de alto valor nutricional y bajo impacto ambiental a partir de las larvas de la mosca soldado negra, pues en su fase larval, este insecto acumula grandes reservas de proteína y lípidos, antes de transformarse en adulto. “El aprovechamiento se hace justo en ese momento porque ahí es donde tiene la mayor concentración de nutrientes”, aclara el profesor.

Para lograrlo, el equipo alimentó las larvas con residuos orgánicos provenientes de la piscicultura, especialmente vísceras de cachama. “Uno de los hallazgos más importantes fue que el ensilaje de vísceras de cachama es muy bueno para alimentar las larvas. Observamos que este alimento era inocuo y seguro, y eso es esencial porque si los residuos están contaminados, la contaminación puede transmitirse a quien consuma el producto final”, explica.

Pero el equipo no solo logró reproducir las larvas, también extrajo de ellas proteína y aceite, dos compuestos con valor industrial. En los laboratorios de la UdeA, separaron ambas fracciones y detectaron sustancias con capacidad antioxidante, un hallazgo que abre nuevas rutas en biotecnología y conservación alimentaria. “Encontramos compuestos antioxidantes a partir de las proteínas de las larvas, lo que puede prevenir el deterioro tanto de los tejidos vivos como de los alimentos”, señala José Édgar.

El proceso, además de aprovechar residuos que antes se desechaban, reduce la carga contaminante en los sistemas productivos y devuelve valor a los materiales orgánicos. Es sencillo e ingenioso: las moscas depositan sus huevos cerca de los residuos, las larvas se alimentan y crecen, y al llegar a su tamaño ideal se recolectan manualmente. De un kilo de larvas frescas se obtienen unos 200 gramos de harina rica en proteína, mientras que el material restante se aprovecha como abono orgánico de alta calidad.

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Para Germán Castañeda Álvarez, zootecnista y asesor técnico del proyecto, la clave del éxito fue el trabajo conjunto con los productores. “Hicimos los primeros avances para producir alimento concentrado con un porcentaje elevado de larvas y con la ayuda de maquinaria especializada”, explicó el periódico de la UdeA. “El material sobrante se convierte en un abono orgánico de muy buena calidad, que puede usarse en cultivos como maíz, yuca o frutales”.

En el corto plazo, los científicos buscan que los campesinos aprendan a procesar la harina desengrasada de las larvas, un producto que puede alcanzar un contenido proteico del 50 %, aunque enfrentan barreras técnicas. “Separar el aceite de la proteína requiere solventes y destilación, procesos que los pequeños productores no conocen”, admite José Édgar. “Por eso queremos desarrollar equipos de bajo costo que puedan usar en las granjas rurales para aprovechar al máximo el material”.

Lo cierto es que tras dos años de investigación, los resultados son claros: las larvas de la Hermetia illucens representan una alternativa sostenible, un modelo replicable en regiones cálido-húmedas del país y un cambio de paradigma en la forma de producir proteínas. “La ganadería y la acuicultura tradicionales consumen agua, suelo y energía en exceso. Los insectos, en cambio, crecen rápido, usan residuos orgánicos y generan menos impacto ambiental. La tendencia global apunta hacia allí, y Colombia tiene condiciones privilegiadas para aprovecharla”, concluye el coordinador del grupo Nutrición y Tecnología de Alimentos.