Antioquia

Las historias rurales siguen rodando en “chiva”

Una resolución de MinTransporte amenazó con frenar estos vehículos, los únicos que llegan a zonas remotas.

Periodista egresado de UPB con especialización en literatura Universidad de Medellín. El paisaje alucinante, poesía. Premios de Periodismo Siemens y Colprensa, y Rey de España colectivos. Especialidad, crónicas.

12 de enero de 2020

En Guarne, donde circulan 31 buses de escalera, también llamados chivas por un capricho nacional que nadie ha podido explicar, hay uno apodado Picapica, marca Ford y modelo 1965, en el que, además de los cientos de miles de kilómetros recorridos a lo largo de 55 años, han nacido 7 bebés, un récord que muy pocos automóviles de servicio público podrían contar en este país, conocido como del Sagrado Corazón, donde todo puede pasar, incluido lo más insólito.

“Esta chiva es lo que yo llamaría un consultorio rodante”, comenta Sergio Monsalve, representante de los transportadores de servicio público mixto en Antioquia, categoría en la que están incluidas las chivas, los camperos o jeeps y las camionetas.

Su conductor, Carlos Franco, dice que está al volante de este exótico vehículo desde hace dos años, pero que nunca se había sentido tan a gusto tras 30 años de manejar busetas, camiones y mulas.

“Esta chiva (propiedad de Hernando Arbeláez, un gomoso de estos carros) tiene un sistema de suspensión neumática al que llamamos bombonas, atrás y adelante, para darle más suavidad al vehículo y a los pasajeros, también está dotado con wifi para que los usuarios accedan a internet y tiene conectores eléctricos en las bancas para cargar los celulares”, explica Carlos, que no alardea por ello, pero deja claro que en la región del Oriente es la única con estos “gallos” o ventajas para los viajeros entre su municipio y Rionegro, que es la ruta que cubre la empresa Sotragur, a la que están afiliadas 25 chivas.

Un viaje más que exótico

Pero nada tan exótico como un viaje en estos vehículos, considerados artesanales y que operan en el país desde principios del siglo XX. Según los relatos históricos, fueron el ingeniero Luciano Restrepo y el mecánico Roberto Tisnés, ambos colombianos, los que dieron vida a este tipo de transporte cuando importaron un chasis de Estados Unidos y construyeron en Medellín la primera carrocería.

Claro que en el libro “Chivas, arcoíris del camino”, de Carlos Pineda, este afirma que en 1923, en El Carmen de Viboral, los hermanos Montoya compraron un camión StudeBaker y lo empezaron a adecuar, mientras que la decoración arranca en los 50 con la familia Pabón en Itagüí.

Los primeros modelos de carros constaban de un techo de lona y cuatro bancas. A los nuevos modelos se les agregó una parrilla portaequipaje para que los campesinos pudiesen transportar sus mercancías. Se les dice escaleras porque en la parte trasera tienen una para acceder a la parte superior y montar allí mercancías, insumos agropecuarios, mercados y productos diversos, incluidos, algunas veces, animales domésticos.

Las chivas, después de su aparición en Medellín, resultaron rodando por las trochas de Antioquia, departamento donde iniciarían su expansión al resto del territorio nacional.

Asegura Sergio Monsalve —integrante de la Mesa Nacional del Transporte Mixto— que en el país hay, mal contadas, 8.000 chivas y en Antioquia unas 800.

En diciembre, el Ministerio de Transporte, mediante la resolución 5412 de 2019, amenazó con sacarlas de circulación al decretar que los vehículos de transporte público por carretera, incluido el mixto, debían hacer reposición tras cumplir una vida útil de 20 años. El hecho originó una protesta nacional de este gremio pues ello implicaba que las chivas no podrían circular más debido a que, en su mayoría, superan los 50 años.

Pero solo fue una escaramuza, pues de inmediato el mismo Ministerio enmendó su error tras una reunión con la Mesa Nacional del Transporte Mixto, en la que se decidió sacar una circular para aclarar que las chivas y camperos no tienen vida útil establecida y pueden operar siempre y cuando cumplan con todos los requisitos y disposiciones estipuladas en la ley para el parque automotor.

Ahogados e inseguros

Dice María Ortiz, residente hace 26 años en la vereda Yolombal, de Guarne, que si llegaran a cancelar los viajes en chiva, esto significaría la ruina para su comunidad, pues este es el único vehículo que tienen los campesinos para salir y entrar a su territorio rural.

“Este transporte es cómodo, seguro y barato. Por traerme a mi casa, con el mercado y todo, me cobran $2.500. En un taxi o un chivero puede valerme hasta $40.000, no hay comparación”, relata María.

Mientras suena una canción de Pastor López que habla de la Navidad, Gabriela Rivera, de 75 años, viaja en una chiva llamada El Halcón, que la lleva desde la plaza hasta su predio. Dice que vive en la vereda Guapante Abajo, a más de una hora del casco urbano, y rara vez ha usado otro medio de transporte. “Tengo 48 años de vivir a borde de carretera y nada se compara con los beneficios de este vehículo, acá viajo con mi familia, mis vecinas y con comodidad”, sostiene.

El Halcón, Ford modelo 60, es una de las seis chivas afiliadas a la empresa Coopetransgur, que prestan servicio a ocho de las veredas más alejadas de Guarne. Su conductor y propietario, Luis Eduardo Mejía (37 años), dice que conducir estos vehículos le produce un placer que no puede describir, pues por ser del campo, nació viéndolas, plenas de color, rodando por las trochas de su pueblo cuando las vías no habían mejorado tanto.

“He manejado para Rionegro, pero eso es pura autopista, ahora que trabajo para las veredas disfruto la belleza de los paisajes y de la gente, que son campesinos que se conocen y son comunidad”, anota.

Como la amenaza a la existencia de estos buses no terminó con la caída de la Resolución 5412, pues basadas en su antigüedad las aseguradoras les subieron hasta en 600 % los valores de las pólizas a terceros, Luis Eduardo sostiene que nunca tendría con qué pagar los nuevos valores y sería el fin de su actividad.

“Le tocaría a uno trabajar para pagar los seguros, porque además del Soat, revisiones técnicas cada dos meses, pago de ayudantes y alistadores, combustible e inversión en mantenimiento, no le quedará a uno nada para vivir”, explica.

Sirley Villa, representante legal de Coopetransgur, sostiene que si bien la protesta echó abajo la Resolución sobre la vida útil, ahora los quieren ahogar con el incremento de los seguros a terceros. “De pagar $2 millones, muchas subieron a 12 o 13 millones, buscan asfixiarnos”, advierte.

Sergio Monsalve asegura que otro de los acuerdos logrados con MinTransporte es el de formar un fondo común cuyos dineros sean destinados a reparaciones e indemnizaciones en caso de accidentes.

“Ese fondo sería sustitutivo de las pólizas de responsabilidad civil contractual y extracontractual, pues ningún dueño de chiva podría pagar seguros con semejantes incrementos, y a nadie lo pueden obligar a hacer lo imposible”, advierte. Espera que el gobierno cumpla lo pactado.

Las aseguradoras, vale aclarar, son entes privados y tienen libertad de regular el valor de sus productos.

Francine Gil, inspectora de tránsito de Guarne, municipio que se tomó como referencia para esta nota dado que es uno de los que más chivas tiene rodando, detalla que en 2019 su dependencia solo registró seis percances de estos vehículos, en los que solo uno dejó un lesionado leve.

“Si se llegaran a sacar las chivas de circulación se desabastecerían las plazas mayorista y minorista, porque aunque a estos centros los productos del campo llegan en camión, los montan en los centros de acopio de los municipios, a donde los transportan en chiva”, advierte Monsalve.

A Germán Pulgarín, tendero de la vereda La Enea, a una hora del casco urbano de Guarne, le parece insólito que se piense en frenar las chivas, pues “es lo único que tenemos en el campo para movernos y transportar la carga”.

Igual que El Picaflor, El Navegante y el Rey de Oriente, por las veredas de Guarne sigue rodando El Halcón, con su carrocería multicolor, el sonido de sus cornetas y la incertidumbre de no saber si el próximo viaje podría ser el último. Esperan no dejar de ver los arcoíris de los caminos campesinos.