La ONG que se convirtió en banco sin dejar de pensar en las mujeres
La Corporación Mundial de la Mujer de Medellín cumple 30 años como socia de Bancamía, brazo microfinanciero del apoyo a emprendedoras.
Escribo sobre economía y negocios. Periodista y estudiante de Ciencia Política.
Lo que nació como un proyecto para apoyar financieramente a cabezas de familia de Medellín, se convirtió, al cabo de 30 años, en uno de los tres socios que impulsaron un nuevo modelo microfinanciero para Colombia.
La iniciativa pasó de combatir el “gota a gota” en las plazas de mercado en Medellín a recorrer 29 departamentos en el país y participar con el 20 por ciento del total de microcréditos que se desembolsa a nivel nacional.
El brazo financiero de la Corporación Mundial de la Mujer de Medellín, desde hace siete años es uno de los pilares de Bancamía, la entidad que hoy ajusta una cartera de 1,1 billones de pesos puesta en 778 mil emprendedores colombianos de bajos recursos.
Y en la creación de la Corporación y del banco estuvo Margarita Correa Henao, vicepresidenta de Bancamía. Ella será reconocida hoy en el Museo de Arte Moderno de Medellín (Mamm) al celebrar tres décadas de la Corporación que sigue apoyando a mujeres, especialmente.
¿Cuál es su sensación de pasar de una fundación a liderar un banco?
“Hace 30 años nacimos como una ONG para trabajar en la inclusión de las mujeres de bajos ingresos al mundo productivo. Empezamos a prestar dinero a quienes no tenían ingreso a la banca formal. Íbamos a las plazas minoristas, alcanzamos a tener 34 oficinas. Y ahora ver lo que logramos, tener un banco de desarrollo y mantenemos el apoyo en la ONG. Nunca lo pensé”.
Con la Corporación lograron tener 80 mil clientes, ¿qué les dio ese impulso?
“Vimos que las personas no sólo necesitaban crédito, sino que buscaban ahorro, tener acceso a servicios financieros tradicionales. Desde 1985 hasta 2008, cuando nació Bancamía, derribamos paradigmas y demostramos que la gente de bajos ingresos sí paga, sí genera empleo y sí puede transformar su entorno”.
Y eso ¿cómo los llevó a la transformación en banco?
“Desde el principio vimos que estábamos liberando a nuestros clientes del crédito gota a gota. Veíamos que esa gente llegaba a las plazas, les cobraba el 20 por ciento diario y así se movían todo el tiempo. Logramos adaptar las finanzas productivas responsables, que era crédito flexible, sencillo, cómodo, pero sin subsidios, para no crear dependencia. Teníamos la base, pero los clientes pedían más. Ellos mismos nos dieron las pautas para ser banca de desarrollo social”.
Y ahora está Bancamía...
“Sí, nos aliamos con la Corporación Mundial de la Mujer de Bogotá y empezamos a buscar un socio estratégico. Así fue que llegamos a acuerdos con la Fundación Microfinanzas de Bbva, con el que logramos la creación de Bancamía desde 2008. Entre las dos corporaciones teníamos más de 170 mil clientes, y la Fundación tiene espíritu cooperativo. Esa fue una mezcla perfecta”.
¿Qué queda de la ONG?
“La ONG es socia del banco y tiene una actividad en Medellín de desarrollo para las microempresarias que tienen servicios con Bancamía. Lo que hace ahora es formar y capacitar a emprendedores. Entre 2014 y 2015 hemos capacitado más de 3.600 personas”.
¿Con eso qué han logrado?
“Hemos creado De Mis Manos, tiendas abiertas al público en centros comerciales donde se venden sus productos y se reúnen a establecer contacto con sus clientes. En las cuatro tiendas que hay en Medellín hay productos de 839 microempresarios. En 2014 esas tiendas lograron ventas por 426 millones de pesos y siguen creciendo”.
¿Y cómo va Bancamía?
“Hemos tenido siete años fantásticos. Ya tenemos 778.100 clientes, de los cuales el 60 por ciento están en centros urbanos y 40 por ciento en la ruralidad. Ya llegamos a 1,1 billones de pesos de cartera y tenemos el 20,12 por ciento de cartera de microcrédito del país. Hemos puesto en el mercado 400 mil créditos y la cartera vencida es de 5,19 por ciento. Nos sentimos muy orgullosos de estos resultados”.
¿Se imaginaba que la corporación evolucionara así?
“No, nunca, ni me cabía en la cabeza llegar a casi 800 mil clientes. Pero sí sabía de la necesidad sentida del sector informal de la economía”.
Pero, el auge del microcrédito también se da por el cambio en la percepción de riesgo de ese segmento de población...
“Claro, hemos entrado nuevos jugadores. La banca tradicional es exigente y ortodoxa. Nosotros le apostamos a ser relacionales, es decir, conocemos a los emprendedores, su casa, levantamos los estados financieros, acompañamos, como debe ser. Porque hemos apostado al riesgo controlado es que hemos podido crecer”.
¿Y 2016?, ¿será un año duro para el microcrédito?
“Se ve complicado, la inflación está afectando, el dólar no es muy favorable. Estamos retados a ser más eficientes, sencillos, más enfocados a la demanda”.