Los avances del Centro para la Cuarta Revolución Industrial
Luego de un año y cinco meses, ya proyecta a Medellín y al país en transformación digital.
Editora de Economía de El Colombiano. Amante de las buenas y nutridas conversaciones, la música y los viajes.
“Ganarse el derecho a existir” por tener proyectos diferentes, cumpliendo el mantra del Centro: “Sé humano, actúa, piensa diferente y cambia el mundo”. Ese es uno de los retos que espera cumplir Agostinho João Almeida al terminar el 2020, en cabeza del Centro de Cuarta Revolución Industrial de Colombia.
Se trata de una organización que nació hace un año y cinco meses, con el propósito de aprovechar al máximo los beneficios de esta “revolución”, que se basa en los avances tecnológicos y en la digitalización en favor de la sociedad. Todo con sentido ético.
Proyectos como medir los impactos de la eliminación del efectivo en ciudades inteligentes e interconectadas (Internet de las Cosas, IoT), acabar los sesgos de género en sistemas de inteligencia artificial, o fortalecer la productividad empresarial a través de tecnologías, y mejorar las cadenas de suministro empresarial a través de sistemas que permiten almacenar y compartir información de manera segura (blockchain), son algunas de sus aspiraciones. Incluso, a nivel mundial.
¿Cómo se hace global? Con la afiliación al la red de Centros de Cuarta Revolución Industrial Foro Económico Mundial (FEM), que se dio el 30 de abril de 2019 y que convirtió a Medellín en el quinto territorio en esta iniciativa, después de San Francisco (Estados Unidos), Tokio (Japón), Beijing (China) y Mumbai (India), y el primero en América Latina.
Lo anterior significó un pasaporte para obtener información de primera mano de esas naciones y las ocho adicionales que se han sumado a la fecha. Esta es la radiografía que, para EL COLOMBIANO, hizo Almeida de toda la estrategia.
¿Cuál es el balance después de este tiempo?
“Cuando uno ve el lanzamiento en abril, el Centro sale con el foco en Ciudades Inteligentes e Internet de las Cosas, Inteligencia Artificial y blockchain, pero en este tiempo se agrega una más: política de datos.
La operación del Centro arrancó en agosto de 2019, con las primeras contrataciones de personas y la financiación. El año pasado, la gran declaración de victoria fue definir el objetivo del Centro y la gran misión de los grupos de interés en ese propósito”.
¿Qué ha cambiado desde que todo comenzó a hoy?
“Cuando arrancamos la idea era producir solo políticas públicas en el marco de IoT, Blockchain y ciudades inteligentes, pero en realidad la red de Centros no hace solo eso. También genera contenido e insumos con implementación tecnológica con otros actores para testear recomendaciones estratégicas alrededor de políticas públicas, marcos regulatorios y estándares de industria, dependiendo de la temática y lo que identificamos como oportunidades.
Todo basado en una matriz que tiene dos entradas. Por un lado, los problemas sistémicos: desigualdad, falta de transparencia y corrupción, y problemas como la baja productividad y competitividad; y, por el otro, unos ejes de acción: uso de datos, gobernanza de la tecnología, políticas públicas, marcos regulatorios, entre otros”.
¿Cómo se han ejecutado los 6 millones de dólares que, se informó, tenía el Centro?
“El Centro no tiene personería jurídica, es un proyecto basado en un convenio interadministrativo a julio de 2022.
Es importante dividirlo en dos grandes rubros: la afiliación al FEM, que tuvo un aporte de la Alcaldía de Medellín por 3 millones de dólares a la TRM de la fecha, que vienen siendo $9.500 millones, aproximadamente. Y otro, que son los costos de operación que corren por cuenta del Gobierno Nacional, con un millón de dólares para la operación del Centro (cifra variable por la TRM), pero que podríamos aproximar a unos 3.300 millones, al momento del compromiso. En 2019 se ejecutaron 2.500 millones y se proyecta para este año 3.300 millones”.
El compromiso del Centro también era atraer membresías. ¿Lo han logrado?
“Al menos tendremos 10 miembros a final de 2020. Esto significa financiar un proyecto interesante al año, y es una propuesta de valor asociada a estar en contacto con las redes del Foro, a trabajar con nosotros en talleres y conocimiento de contenido, por una suma simbólica de 85 salarios mínimos (74,6 millones a 2020).”
¿Hay victorias tempranas?
“El Centro fue nombrado como el hub para la región andina para el proyecto fAIr LAC (iniciativa de uso ético de la tecnología) del BID. ¿Eso qué significa? Que aquí, desde Medellín, vamos a liderar iniciativas que permiten entender cuál debe ser el uso ético y transparente en tecnologías como inteligencia artificial, educación, salud, y neutralidad de género.
Además, fuimos nombrados como líderes de Latinoamérica en la Iniciativa de Datos para un Propósito Común, del FEM”.
¿De qué se trata?
“Es para diseñar una primera prueba de concepto de cómo monetizar el modelo de valoración en la transacción de datos, pensando en la convergencia de información público-privada, y analizar qué significa la soberanía de los datos, no solo a nivel organizacional y de las compañías, sino de los individuos.
También fuimos nombrados como representantes y aliados del Foro en la Iniciativa Alianza G20 Smart Cities. La idea es construir hojas de ruta para la adopción tecnológica de las ciudades para volverlas más inteligentes con el uso de datos y apropiación tecnológica y una guía de política pública y marco regulatorio, sin ser un país G20”.
¿Qué ciudades ya están?
“Medellín y Bogotá (Colombia), México, Córdoba (Argentina) y Brasilia, y el próximo paso sería lograr definir qué pilotos se van a hacer en cada una. Un sueño para final de 2020 es que al menos tres tengan andando sus pilotos”.
¿Cuáles son los demás sueños realizables?
“Tener 12 documentos con contenido para que los gobiernos puedan tomar decisiones (ver claves); que se pueda tener el modelo listo de mercado de datos y concluir de manera exitosa el proyecto de neutralidad de género (ver recuadros superiores).
Y ¿qué tan certeros vamos en Medellín y el Valle de Aburrá a ser innovadores?.
“La innovación para mí es un medio, no un fin. Lo que hace la diferencia es la capacidad de entender el propósito. Vamos en un camino muy bueno, pero creo que llegamos a un punto en el que brincamos hacia un cambio y empezamos a cerrar brechas, o podemos volvernos para atrás.
¿Qué elementos nos permiten saltar para adelante o para atrás?
“Talento, foco claro de capacidades de competitividad, mandato y gobernanza. Con estos cuatro factores, teniendo la curva de aprendizaje y la materia prima de las personas y recursos naturales, hay opción para seguir adelante”