Economía

El parche Pilsen que se quedó sin cervezas en La Milagrosa

Sueño con un mundo que dimensione el valor de la palabra de los niños y las niñas. Creo en el periodismo que apuesta por un enfoque diferencial.

26 de diciembre de 2021

En la tienda de Leonel de Jesús Mora Acevedo, don Leo, en La Milagrosa, se pueden contar más imágenes religiosas que cervezas Pilsen. Por donde se mire, el local grita el nombre de la “bebida de los héroes”, a excepción de las neveras que, cuanto mucho, tienen algunos “Pilsenones” y Águilas Light o Cero.

Aquí se venden todas las cervezas, pero las que más piden son Pilsen y Águila”, cuenta Don Leo. Él se refiere a las tradicionales. No a esas variaciones que han llegado con el tiempo y que no se van del local con tanta facilidad.

“Cerveza sí hay. ¿Por qué sí se las venden a las distribuidoras y a nosotros no?”, se pregunta este dueño de la tienda “Salsamentaria Quijano”, ubicada en el barrio La Milagrosa. Lo mismo se vienen preguntando desde hace semanas los tenderos de barrio que solo han recibido una explicación de Bavaria: se debe a la crisis logística mundial (escasez de contenedores) y a la estacionalidad característica del consumo de cerveza en los últimos meses del año.

Don Leo ha recibido de Bavaria varias distinciones, como él mismo cuenta, por ser el mejor vendedor de cerveza del barrio, por tener el mejor local, “porque este local es muy prestigioso aquí”, sostiene. “De tanto parche Pilsen que había, el único que quedó fue este, porque la pandemia acabó con todo”.

Y es que la “Salsamentaria Quijano” es un parche Pilsen. Sus paredes, mesas, sillas y hasta la carpa que lo cubre están teñidas con el rojo escarlata de esta marca que le da el aval para vender.

La cerveza que no llega

“Este negocio es parche Pilsen y aquí no se puede vender la cerveza más cara. Entonces, si yo voy y le compro a las distribuidoras, ¿a cómo la voy a vender? No puedo, porque es que yo vendo aquí a precio sugerido”, explica Leo. Eso significa que la Pilsen solo puede venderla a 2.000 pesos y la Águila a 1.800. Para él no es rentable comprar las cajas que revenden las distribuidoras, que es la principal estrategia que han adoptado distintos negocios para sobrellevar la escasez.

Leonel de Jesús nació en Copacabana hace 71 años. De su padre heredó el oficio de tendero y en la esquinita roja de La Milagrosa, que expone además una virgen María Auxiliadora adornada sagradamente con flores, lleva 26 años vendiendo cerveza y otros tantos productos que abastecen los hogares de este barrio, ubicado en la comuna 9 de Medellín.

Don Leo explica que la escasez ha sido reiterada desde hace dos o tres años, en especial en fechas como el día de la madre, durante la Feria de las Flores y en diciembre. La interpretación que da a la falta de disponibilidad del producto, particularmente para los tenderos de barrio, es que ellos trabajan con el diario, con lo que van ganando de las ventas: “Cuando es de contado, le venden a uno, pero cuando es fiado, no le venden nada”, critica.

Una bota de navidad se confunde con el fondo de las paredes rojas de este parche Pilsen, rodeado por once pencas de sábila, una planta millonaria y un par de cactus. No son solo los santos: Don Leo busca proteger su local con las creencias ancestrales que también le sirvieron para cuidar el antiguo negocio, en el que tuvo durante veinte años, y que ahora es administrado por uno de sus cuatro hijos.

De fondo se escucha la canción que comienza con la frase “sentado a la orilla del mar”, repetida incansablemente por estas fechas. Una agrupación antioqueña acompaña la espera del más reciente pedido de Leo, quien aguarda que esta vez llegue completo.

“Agobio” es el nombre del tema que musicaliza la escena. Y también, por qué no, la definición manifiesta del sentir de los tenderos que se quedaron con las neveras vacías durante las fiestas decembrinas.