Economía

Gobierno no explorará más gas, pero sí lo traería de Venezuela

Esta decisión del gobierno parece un “tiro en el pie”, pues ante la crisis del gas que vive el mundo, decide no entregar más contratos de exploración.

Soy periodista egresada de la Universidad de Antioquia. Mi primera entrevista se la hice a mi padre y, desde entonces, no he parado de preguntar.

13 de agosto de 2022

Mantener y aumentar las reservas de gas natural es una tarea que Colombia no debería descuidar, la riqueza gasífera podría garantizarle al país el abastecimiento que hoy está en duda en gran parte del mundo. Países de Europa, como Alemania y España, que dependen del gas ruso están adportas de un invierno en el que no contarán con suficiente gas para calentar sus viviendas, mientras que la crisis energética los tiene con escasez de hielo en un verano insoportable. Toda esta situación podría ser espejo de lo que pasaría si la Nación renuncia a explorar y explotar más gas.

La postura que ha defendido durante esta semana la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, es que el país debe transitar rápidamente hacia energías más limpias y que el Gobierno de Gustavo Petro honrará su promesa de campaña de no otorgar más contratos de exploración de petróleo y gas.

Inclusive, en una entrevista con Blu Radio afirmó que, si se acabaran las reservas de gas, Colombia podría importar ese combustible desde Venezuela o desde cualquier otra parte. Esto después de que Felipe Bayón, presidente de Ecopetrol, explicara detalladamente cómo se encarecería la canasta energética si se empezara a depender del gas foráneo.

Según sus cálculos, una familia que pague hoy $30.000 en su factura de gas tendría que desembolsar $120.000 o $150.000 si es por gas natural importado. Y ni qué decir de las industrias que son altamente dependientes de ese combustible, como la de alimentos, pinturas, ladrillos, confecciones, entre otras.

“Es importante que Colombia siga buscando y produciendo gas, y siga siendo autosuficiente. Este gas puede venir de fracking o de yacimiento convencional”, dijo Bayón.

No hay autosuficiencia

Colombia está lejos de ser autosuficiente, en 2020 el consumo interno de gas superó la producción y el suroccidente tiene graves problemas para acceder al servicio de gas natural, lo que ha sido un duro golpe a la competitividad de su industria. Así que el país tiene que importar gas para el funcionamiento de cuatro termoeléctricas, a través de la regasificadora de Barú.

De hecho, Ecopetrol inició con su filial Cenit un proyecto piloto para la importación de gas natural licuado a pequeña escala desde Estados Unidos, que llegará al Valle del Cauca. Esto se logrará gracias a una regasificadora satélite, que permitirá la importación de 0.320 GBTU (unidad de medida para el gas) para atender a cerca del 60 % de la demanda actual del distrito de Buenaventura.

Por lo que las puertas al mercado global de este combustible no es que estén cerradas, sino más bien que no es estratégico abandonar la soberanía energética que ha caracterizado al país.

La situación de dependencia de los países europeos del gas ruso puede servir de espejo a lo que eventualmente sucedería si Colombia empieza a depender del gas venezolano.

José Ignacio López, director de investigaciones económicas de Corficolombiana, explicó que “dejar de producir gas en Colombia y comprárselo a Venezuela no mejora en nada las emisiones globales. Solo traslada la producción de un lado de la frontera a otro. A la atmósfera no le importa si se produce acá o allá, pero Colombia sí perdería su autosuficiencia”.

Es de aclarar que, inicialmente, el gas que envíe Venezuela a través del gasoducto que une a ambas naciones, y cuyo grifo cerró el vecino país, debería ser para pagar los 150 millones de pies cúbicos diarios que Colombia le envió durante siete años, a cambio de recibirlos de vuelta desde el 1° de enero de 2016, situación que no se dio por el rompimiento de las relaciones bilaterales, luego se trataría de importaciones por las que habría que pagar.

En los pasos correctos

En los últimos meses se han dado mensajes importantes en el sentido correcto. Ecopetrol anunció que junto a Petrobras encontró gas natural en el pozo Uchuva-1, en el Bloque Tayrona, perforado a aguas profundas a 17 kilómetros de Santa Marta, con una columna de agua de aproximadamente 830 metros, allí la participación de empresa de la iguana es del 55,6%.

De otro lado, comprobó la existencia de una provincia gasífera en el pozo Gorgón-2, en aguas ultra profundas en el sur del Caribe colombiano, con una columna de agua de cerca de 2.400 metros (la más grande realizada en Colombia), y una profundidad total superior a los 4.000 metros.

En ninguno de los dos casos se sabe a ciencia cierta cuánto gas hay y el que haya podrá estar disponible más o menos en una década, ya que la operación offshore toma mucho tiempo, así que para contar con ese gas aún falta camino.

Por ahora, se va consolidando una matriz de abastecimiento importante para un país que consume anualmente 319.021 GBTU, según la Unidad de Planeación Mineroenergética (Upme), y que hoy cuenta con 8 años de reservas probadas, que equivalen a 3,16 terapies cúbicos, de acuerdo con la última cifra entregada por la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH).

Además se abren posibilidades de exportación interesantes, en un momento en el que la demanda global está disparada y la oferta es poca.

De otro lado, TGI y Promigas dieron otra buena noticia: realizaron las pruebas de flujo bidireccional en la estación Ballena, que hace parte del gasoducto hasta Barrancabermeja, con lo que se aumentará la confiabilidad en el suministro de gas en el interior del país.

El proyecto interconecta los dos grandes sistemas de transporte que hay en el país, haciendo posible su flujo en ambos sentidos (costa Caribe - interior, ida y vuelta, este último sentido habilitado desde mayo pasado), podrá dar respuesta a eventuales déficit o excedentes de oferta que puedan presentarse, independientemente de dónde se encuentren las fuentes de gas.

Así mismo, el gobierno de Iván Duque dejó en marcha el proceso para la construcción de la Regasificadora del Pacífico, en la que se invertirán 700 millones de dólares, pese a que firmas como Poten & Partners, experta en hidrocarburos, lo considere inviable, costoso y demorado.

El país se encuentra hoy ante la disyuntiva que le presenta un futuro incierto, sin saber qué tanto gas podrá encontrarse con los contratos de exploración vigentes, y si las reservas alcanzarán hasta el momento en el que el gas deje de ser necesario gracias a la materialización de la transición energética. No es un tema que se pueda dejar al azar.