Nostalgia tras regreso de la abejita Conavi tras 20 años: esta es su historia
La noticia del regreso de la abejita llegó el mismo día del tercer aniversario de la muerte de Alberto Gómez, su fundador. Hijos cuentan cómo el banco se convirtió en esperanza de millones.
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En una oficina ubicada cerca de la Avenida Las Palmas, en Medellín, donde hoy funciona Consultores y Abogados, Lina Gómez Vásquez revisó su celular en la mañana del 30 de octubre. Ese día, exactamente tres años después de la muerte de su padre, Alberto Gómez Ramírez, apareció la noticia que la dejó en silencio: Bancolombia dio a conocer que lanzaría 300.000 tarjetas conmemorativas con la abejita de Conavi, la mascota que acompañó por más de tres décadas a la entidad que él fundó y presidió.
El primer impulso de Lina fue llamar a su hermano, Jaime, para contarle. Ambos sintieron la coincidencia como una punzada familiar. La marca que marcó la vida de su padre regresaba justo el día en que lo recordaban.
“Al otro día ya estaba la noticia en diferentes medios. Es como si otra vez la esencia, espíritu y legado estuviese resurgiendo para hacerse presente con nosotros. Fue un momento de total conmoción, porque una marca después de 20 años no suele surgir”, relató Lina Gómez.
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La abejita se volvió identidad
Conavi, la Corporación Nacional de Ahorro y Vivienda, nació en 1974. Y nació con una cara que generaba recordación a grandes y chicos desde el primer contacto: una abejita negra y amarilla que sonreía. La diseñó el publicista Jaime Uribe, fundador de la agencia JUA y creador de otras marcas emblemáticas. Uribe, que trabajaba en un momento en el que las entidades financieras buscaban símbolos cálidos para acercarse a los clientes, eligió una abeja por su fuerza simbólica: organización, trabajo, constancia, comunidad. Una mascota que no intimidara, que se sintiera cercana y que conectara con el espíritu de una entidad enfocada en el ahorro y la vivienda.
“Para nosotros, la abejita representaba algo muy profundo. No puedo hablar en términos corporativos porque no tenemos esa autorización ni ese contexto, pero sí desde lo que significó para la familia. Era la idea de que yo soy uno, pero nosotros somos muchos; que el trabajo colectivo lo construye todo. Cada abejita suma, y su labor no es solo simbólica: realmente aporta”, describieron ambos hermanos.
En ese entonces, mientras Uribe trabajaba en la identidad visual, Alberto Gómez comenzaba a darle rumbo operativo a la nueva corporación. Primero fue gerente de una oficina en Bogotá y a los 24 años fue nombrado presidente. “Nosotros crecimos viéndolo construir la empresa desde cero. Conavi no era el banco grande que después fue. Empezó como una corporación con muy pocas personas”, dijo Martín.
La primera oficina, ubicada en el parque Berrío, es un recuerdo que cuentan con bastante entusiasmo Lina y Martín: Alberto, junto a dos empleados, abría, barría, atendía, revisaba documentos, cerraba. Nada estaba fragmentado. Y lo más distintivo era la forma de atención: cercana y por el nombre. “No era una gestión de recursos. Era cómo una empresa podía acompañar a las personas”, dijeron.
Lina complementó ese cuadro con detalles que solo se ven desde la intimidad. Su padre tenía un estilo de liderazgo en el que lo humano pesaba más que cualquier manual de operaciones. Cada nueva oficina era un motivo de orgullo doméstico, cada decisión se analizaba más desde el impacto en la gente que desde los números.
Con el paso de los años, Conavi creció. La corporación se transformó en banco comercial y de ahorro, amplió su cobertura y diversificó sus servicios. Para 2005, según recordó Martín, tenía entre 3,8 y 4 millones de clientes en todo el país. “La estrategia siempre fue atomizar la base. No segmentar por montos. Eso permitió que casi cualquier persona pudiera abrir una cuenta”, explicó Martín.
Ese principio marcó una diferencia clara frente a otras entidades del sector financiero. En Conavi no existían barreras de entrada por volumen, lo que reforzó su imagen de banco para la gente del común. “Eran clientes de montos bajos, pero eran millones. Conavi fue creciendo así”, añadió.
También hubo apuestas tempranas por la tecnología. Aunque Alberto “manejaba poco” las herramientas digitales, fue bajo su presidencia que el banco se convirtió en pionero en modernización: los primeros módem, las primeras líneas telefónicas para servicios financieros, los accesos para tarjetas débito y una unidad de tesorería que empezaba a operar con mayor dinamismo en el país y en el exterior.
El edificio Santillana es otro de los recuerdos de ambos hermanos, especialmente para Martín. Una construcción que comenzó en un lote donde antes había una casa campesina roja y blanca. Él acompañó a su padre a cerrar ese negocio. Años después, Santillana sería un ícono urbano: el primer edificio de lo que hoy se conoce como la Milla de Oro de Medellín.
Para entonces, Alberto llevaba más de tres décadas al frente del banco. Su gestión incluía una junta directiva compuesta por los accionistas, como establecían los estatutos, pero su liderazgo operativo era claro: era la cabeza del banco y bajo él estaban los vicepresidentes y las distintas áreas, que ya sumaban cerca de 3.800 empleados, en su mayoría mujeres, según detallaron ambos hijos.
Cuando llegó el proceso de fusión con Corfinsura y Bancolombia, en 2006, muchos se preguntaron por qué Alberto no continuó. A lo que Martín respondió con prudencia, sin llenar vacíos que no pudo asegurar: “No puedo hablar por él, pero percibí que quiso entregar el banco en su mejor momento”. Después de 34 años al frente, decidió hacerse a un lado. No fue un gesto abrupto, sino el cierre de un ciclo.
“Él quería llegar hasta donde había construido”, dice Martín. Y lo había hecho: un banco sólido, con millones de clientes, con tecnología incorporada y con presencia nacional. Ese fue, para él, el punto justo para entregar.
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El día que más significaba
La familia lo vivió como un cambio grande, pero no como una ruptura. Conavi había sido, durante décadas, parte de sus rutinas, de sus conversaciones, de su manera de estar juntos. Y aunque la marca dejó de existir tras la fusión, la memoria de la abejita siguió viva en el país: en los estadios, en la publicidad, en los recuerdos de quienes crecieron con la frase “Conavi quiere a la gente, la gente quiere a Conavi”.
Por eso la noticia del 31 de octubre no fue un anuncio más. Bancolombia informó que desde el 1 de diciembre (hoy) estarán disponibles las tarjetas conmemorativas en sus oficinas, y que los usuarios con Apple Pay o Google Pay podrán activarlas desde el 5 de noviembre. La tarjeta física, aclararon, no será enviada ni estará disponible por enlaces digitales.
La abejita vuelve, así sea de manera temporal. Pero su retorno golpeó primero en una oficina de Las Palmas, donde Lina y Jaime recordaban a su padre justo en la fecha en que murió. Y donde, entre conversaciones y memoria, entendieron que este símbolo, una simple abeja sonriente nacida en 1974, quedó ligado para siempre a la historia de su familia y en la de millones de colombianos.
¿Cómo reclamar la tarjeta de Conavi?
Las más de 300.000 tarjetas estarán disponible en todas las sucursales del país desde hoy. Bancolombia aclaró que la tarjeta física solo podrá solicitarse en las oficinas, pues no será enviada preexpedida ni estará disponible mediante enlaces digitales. El regreso temporal de la abejita estará acompañado de beneficios especiales para los clientes, que se revelarán durante la campaña. Además, la emblemática figura recorrerá varias ciudades del país con una agenda de actividades navideñas pensadas para despertar la nostalgia y celebrar la conexión emocional que marcó a generaciones de colombianos.
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