Economía

La barbería criolla que coloniza EE. UU. y abre camino a las demás

La marca tiene 12 puntos en el país norteamericano y ya factura US$5 millones al año.

01 de agosto de 2022

Rescatar la figura del barbero clásico ha sido la receta de expansión para la primera cadena colombiana de barberías que se arriesgó a competir en Estados Unidos, un terreno en el que toca mirarse frente a frente con los más duchos del oficio.

John Isaza es el emprendedor detrás de Fígaro Barber Shop y abrió su primer local en Bogotá hace seis años con una inversión de US$15.000, cifra que para entonces equivalía a unos $42 millones. Solo tres años después dio el salto a la plaza gringa.

Asumir el riesgo ha significado tomar la delantera entre los jugadores de la región y hoy día esta cadena genera empleo para 195 personas entre Colombia y EE. UU. Además, la facturación anual, sumando la operación de ambos países, está cercana a los US$5 millones.

El inicio

Después de mucho viajar por diferentes países de Europa, Isaza detectó que la estampa del experto afeitador seguía muy vigente. Sin embargo, en Colombia pasaba todo lo contrario. Según narró, a partir de 1998, este tipo de personaje había entrado en una especie de extinción y los salones de belleza habían tomado su lugar.

“Esos barberos vintage, que hacían cortes a través de máquinas y técnicas clásicas, se fueron extinguiendo. Entonces, nosotros nos propusimos rescatarlos”.

Ya con la idea de negocio más clara, se trazaron tres objetivos. El primero, ser la cadena de barberías más grande y con precios asequibles en Colombia. El segundo, entrar al mercado internacional. Y el tercero, apoyar a los emprendedores con las aptitudes para abrir y sostener un local.

Profeta en su tierra

En un lapso corto, la marca ganó credibilidad y logró vender 17 franquicias. Así llegó a Medellín, Pereira, Armenia, Villavicencio y Cartagena, consolidándose como la pionera con la visión para formalizar el oficio y ganarse el reconocimiento del público.

Según las cuentas manejadas en este sector, antes de la pandemia, existían unas 150.000 barberías en Colombia con un rasgo en común: la informalidad.

Por ello, los creadores de Fígaro tuvieron que trabajar en la imagen de su negocio y desligarlo de la percepción que algunos clientes tienen de las barberías modernas: sitios a los que muchas veces se les relaciona con el hampa y generan desconfianza entre los demás usuarios. En consecuencia, según Isaza, la selección de los barberos es cuidadosa y, aparte de una gran destreza, los responsables ejecutivos buscan disciplina.

El empresario rescató que “la marca le sigue apostando al perfil del chico talentoso de barrio, pero con unos estándares diferentes”, y apuntó que los trabajadores cubren un rango de edad muy amplio que va desde los 23 años hasta los 40.

La capacidad de los colaboradores, desde su perspectiva, ha sido el pilar que ha sostenido la operación y fue el ingrediente que alimentó la confianza para llevar la cadena hasta la nación de los mejores.

En tierra de gigantes

En marzo de 2019, Fígaro llegó a Estados Unidos, un mercado al que el fundador le tenía respeto por la fama que lo precede. Es el país natal de Arthur Bass Moler, un hombre al que la historia acredita como el fundador de la primera escuela para barberos, lanzada en 1983 y ubicada en Chicago.

Pese a ello, el creador de Fígaro hizo una evaluación juiciosa de sus capacidades y se aventuró a buscar fortuna en ese país. Florida fue el estado que eligió para comenzar y se llevó varias sorpresas porque el panorama no era como lo imaginaba.

“Pensé que había cadenas muy grandes en Florida, pero en realidad no, solo había una muy fuerte. Y el trabajo no consistía en empezar de cero, sino en comprar locales que ya estaban”.

La primera prueba de fuego llegó con la pandemia, que un año después de la apertura obligó a cerrar el negocio y fueron más de cinco meses sin facturar un solo dólar, una situación que puso a los propietarios en serios aprietos y muy cerca de la bancarrota.

Todo es dinero

Una vez se reactivó la economía, el alto costo de vida empezó a amenazar la operación, teniendo en cuenta que los arriendos pasaron de US$3.000 a US$5.000 mensuales. Además, había dificultad para conseguir mano de obra porque los subsidios al desempleo habían desestimulado a los trabajadores.

Vale recordar que durante la época más dura de la crisis por el covid-19, en las economías del mundo se generaron despidos generalizados. En ese contexto, el Gobierno de Estados Unidos elevó los montos y las coberturas de los auxilios para los desempleados.

Este es tan solo uno de los factores que ha derivado en el incremento de los precios al consumidor a niveles que no se veían desde hace 40 años, y ese es el escenario que le ha tocado capotear a Fígaro desde hace más de un año.

“El mercado americano tiene una dificultad: es muy monetizado, todo cuesta demasiado, pero hay oportunidades para conquistarlo. Allá el corazón pasa a un segundo plano y todo cuesta dinero. Nadie te levanta una silla sin cobrarte por eso”, comentó Isaza.

Adicionalmente, el perfil de los barberos en ese país es muy diferente. El empresario afirmó que aunque son talentosos, la mayoría de ellos se dedica a este oficio como una segunda opción, en realidad no es visto como un servicio profesionalizado y reclutar el talento humano ha sido otra tarea complicada.

Aun así, John Isaza puede decir que ya tiene 12 puntos abiertos y 160 empleados, el 30 % es de origen colombiano y la marca está abonando el terreno para que otras emergentes pierdan el miedo y piensen en dar el salto.

Isaza adelantó que una de sus futuras líneas de negocio será la consultoría para orientar a las marcas de barbería que se animen y quieran entrar al mercado estadounidense