Un desamor llevó a Susanita a crear las tostadas paisas más icónicas
Susana Posada comenzó a hornear bizcochos en la cocina de su casa. Hoy, 40 años después, es homenajeada por fundar Tostaditos Susanita, que genera 420 empleos.
Periodista de economía y negocios. Egresada de la gloriosa Universidad de Antioquia.
En el mesón de una casa colonial de Medellín, Susana Posada cocinaba sus primeras tostadas y bizcochitos. No tenía más que sus manos y unos pocos utensilios, pero la necesidad la llevó a tocar las puertas de sus vecinos, quienes le compraron sus primeros paquetes por unos $100.
Los inicios no son fáciles, sobre todo para una mujer que se acababa de enfrentar a un divorcio que le dejó cuatro hijos, una casa en el barrio la Alameda de Medellín y un Renault 4 blanco.
“Mi exesposo, que era un reconocido odontólogo de la ciudad, siempre fue un buen padre, pero nos separamos y ya yo me tenía que enfrentar sola a la vida con mis hijos, que estaban muy chiquitos”, expresa Susanita, como la llaman sus allegados.
Corría el año 1982 cuando esta antioqueña, con 36 años, se dio cuenta que los $20 por hoja que se ganaba transcribiendo trabajos para estudiantes en su máquina Remington no le generaban los suficientes ingresos para sostener a sus hijos; así que los martes y los jueves empezó también a dictar clases de cocina en su casa.
A esto dedicaba sus días, hasta que una prima le enseñó una receta para hacer pan casero, lo que despertó ese gen emprendedor que había heredado de su padre, Jesús Posada Correa, quien fue un reconocido comerciante paisa, dueño del almacén La Parisina, ubicado en el centro de la capital antioqueña a mediados del siglo XX.
“Con lo que sobraba del pan comencé a hacer tostaditas y bizcochitos. Saqué mi equipo de cocina: la paila en la que freía papas a la francesa y mis manos, que eran mi batidora”, cuenta Susanita.
Y agrega que esa fórmula todavía la conserva: “Un pocillo de leche al calor de la vaca, un cuarto de media libra de mantequilla, harina, huevos, y un par de secreticos más. En mi época las recetas eran así: un tris, una pizca. Esa hoja todavía la guardo como una reliquia”, dice.
Con sus hijos de la mano y un canasta con tostaditas, esta emprendedora recorría las calles del barrio Laureles, occidente de Medellín, ofreciendo sus productos puerta por puerta.
“Una de mis vecinas me compró un paquetico y le encantó. Yo se lo vendí a $100 porque no sabía de precios ni mercados. Pero luego me comenzaron a encargar más. Eso me animó y comencé a ir a tiendas y supermercados. El reto más grande fue que me aceptaran en el Éxito”, cuenta.
Sin embargo, para sorpresa suya, el Éxito le dio el aval para que pudiera vender sus productos en sus almacenes. “Yo decía que allá eran muy pinchados y no creía que me fueran a codificar. Cuando recibí esa llamada no lo podía creer”, dice la empresaria.
Empresa hecha con sudor
La necesidad de luchar por sus hijos y sobrevivir a una separación fue lo que hizo que esta mujer pasara de ser una ama de casa a convertirse en la fundadora de Tostaditos Susanita, una empresa que se ha mantenido en el podio gracias a sus productos diferenciales.
“Lloré durante diez años la separación de mi esposo y no me da pena decirlo. Pero Dios nunca me abandonó. Logré sacar a mis hijos adelante, y ya dos de ellos, Andrés y Lina, son quienes se encargan de los negocios”, anota Susanita.
Así, ella le demostró a una sociedad que no estaba acostumbrada a la autonomía financiera de las mujeres, y mucho menos a aceptar el divorcio, que pudo sacar adelante una empresa que hoy genera 420 empleos directos.
Ahora la compañía modernizó su imagen, lanzó su línea de snacks saludables y explora nuevos canales y mercados. “Hoy la empresa iguala en capacidad y calidad a las mejores empresas del mundo y venimos creciendo a doble dígito en los últimos dos años”, dice Andrés Peláez, hijo menor de Susanita y gerente general de la compañía.
La apuesta es desafiante, pues en 2020 se trazaron la gran meta definida de doblar los ingresos de la compañía y llegar a 2025 con ventas de $76.000 millones.
Sin embargo, la pandemia en lugar de afectarlos aumentó la demanda de sus productos. “El crecimiento en ventas fue del 14% en 2020, del 27% en 2021 y rondó el 30% en el primer semestre de 2022. Ha sido la época de mayor expansión para la organización”, añade Peláez.
Susanita o Susy, como también la llaman, ya está cansada y no se siente capaz de manejar una empresa, pues las enfermedades están pasando factura. Ahora se dedica a consentir a su gente, le gusta visitar las instalaciones de la empresa de vez en cuando y sueña con que sus nietos cuando crezcan mantengan esa esencia que la llevó a emprender.