Economía

Semana decisiva para el negocio de cannabis

Empresarios esperan la expedición de las primeras licencias para poner a andar el negocio agroindustrial.

Periodista de economía de El Colombiano. Oidor de tangos. Sueño con una Hermosa sonrisa de luna.

28 de febrero de 2016

Esta semana el Gobierno deberá responder la solicitud hecha por la empresa PharmaCielo Colombia Holdings que aspira obtener las licencias para cultivar cannabis y producir y fabricar derivados medicinales a partir de esa planta.

Los socios colombo-canadienses de la compañía confían en que el Consejo Nacional de Estupefacientes (CNE) y el Ministerio de Salud se ajusten a lo dispuesto en el artículo 6 del decreto 2467 de diciembre pasado, que les concede 30 días hábiles para responder, positiva o negativamente, el requerimiento.

“Nuestra meta es convertirnos en los mayores proveedores de extractos de aceites de cannabis cultivado naturalmente y no hay mejor lugar para hacer esto que en Colombia,” afirmó Jon Ruiz, presidente y gerente General de PharmaCielo.

Por su parte, Federico Cock, director Ejecutivo PharmaCielo Colombia Holdings, sostuvo que si en un término de 3 meses las autoridades no resuelven favorablemente las peticiones, se estudiaría la posibilidad de trasladar el proyecto a países vecinos que han demostrado interés por desarrollarlo, como Ecuador o Perú.

Para Ruiz y Cock la ubicación ecuatorial del país y su variedad de microclimas ideales dejan poca duda del rol protagonista que jugará Colombia en el desarrollo de esta industria internacional, que está creciendo rápidamente.

Por la afinidad que existe entre el cultivo de flores y el cannabis, la iniciativa de PharmaCielo se desarrollaría en Rionegro, Oriente antioqueño, donde por el momento se adelantan algunas tareas de adecuación del lugar donde se localizaría el cultivo piloto y la planta de procesamiento.

Los promotores de la futura actividad agroindustrial declinaron comentar acerca del monto de las inversiones que demandaría el montaje del establecimiento y de las cifras económicas resultantes de esta explotación.

Señalaron que por cada hectárea sembrada de cannabis podrían generarse alrededor de 15 puestos de trabajo y que por las condiciones climáticas que ofrece el valle de San Nicolás, se estiman entre 3 y 4 cosechas al año.

“Colombia es sin duda el país ideal desde el punto de vista económico para la producción de altos volúmenes de aceites de cannabis de alta calidad y bajo costo para la industria farmacéutica, en gran parte, debido a su experiencia en la industria de las flores.

También a una fuerza laboral con altos conocimientos y capacidades, condiciones medioambientales favorables y un Gobierno estable que la apoya”, se lee en un comunicado de prensa difundido por PharmaCielo el pasado 3 de febrero, al radicar las solicitudes.

Posibilidad abierta

El decreto 2467 expedido el 22 de diciembre de 2015 le abre las puertas a una nueva actividad agroindustrial, cuyos resultados están por verse y con una tarea, de entrada, muy dura: desestigmatizar una planta que arrastra el lastre de la mala fama.

Desde la presidencia de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), Rafael Mejía López, le dijo a este diario que “es un paso muy interesante si se controla. Si se pierde el control, entonces, el cultivo de la marihuana invade al país y se vuelve beneficioso, no para quienes la necesitan por salud, sino para quienes la producen por plata”.

El presidente de la Asociación Colombiana de Exportadores de Flores (Asocolflores), Augusto Solano, citado hace poco por el diario La República, señaló que “existe una afinidad entre los sistemas de cultivo de las flores y cannabis y en la capacidad de hacerlo. Es posible que les interese a los productores”.

Otras fuentes, que pidieron reserva de su identidad, manifestaron que la norma colombiana esta en línea con la tendencia que se observa en países desarrollados. “En Colombia, la marihuana ya no es el gran problema, pero la discusión que hace algún tiempo era científica ya hoy es más política y económica”.

En línea con esa afirmación, el Observatorio de Drogas de Colombia, adscrito al Ministerio de Justicia, señaló que “el cultivo de marihuana tuvo su auge para la exportación hasta comienzos de la década de los ochenta, cuando fue objeto de un programa de erradicación y, aunque el cultivo sobrevive, este se destina fundamentalmente a atender la demanda interna”.

Según cifras de esa dependencia, el año anterior se erradicaron de forma manual 208,45 hectáreas de ese cultivo (principalmente en Magdalena y Cesar), mientras la erradicación de amapola sumó 613,41 hectáreas y la de coca alcanzó las 13.445,34.

A su turno, Juan Camilo Kuan Medina, exasesor en Salud de la alcaldía de Bogotá, manifestó que la normativa desmitifica y descriminaliza a la planta y permite su explotación industrial.

Según el experto, desde antes de sancionarse el decreto se apreciaba un movimiento de productores de cannabis que han ganado espacio y mercado entre pacientes con cáncer o en terapias con antirretrovirales, con trastornos del sueño e incluso con padecimientos epilépticos.

Kuan reconoce que así como hay eventos bien documentados de las bondades de la planta, también se han generado mitos alrededor de su potencial. “Yo no creo que la cannabis cure todo y que sea la panacea. Tenemos claro que sus usos son limitados y muy específicos”.

Camilo Borrero Martínez, fundador de Cannamedic, explicó que su empresa tiene lista la papelería para solicitar las licencias, pero todavía estas no se están concediendo.

“Esto se desprende de la Ley 30 de 1986, que está desactualizada, la cual debe ser reformada al igual que varios Actos Legislativos. Lo que se expidió en diciembre fue en decreto hecho a la carrera para descriminalizar a quienes estamos trabajando el tema”, dijo el empresario.

Finalmente, Javier Humberto Guzmán, director encargado del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima), precisó que esta será la agencia encargada de aprobar los productos terminados para consumo humano, a partir de cannabis.

El funcionario señalo que en este momento el reto más grande está asociado a los cultivos y las licencias que deben otorgarse para sembrar y procesar la planta y estimó que los primeros productos terminado se verán de aquí a dos años.

El nuevo decreto, insistió, no ha elevado las solicitudes de registro ante el Invima. “Todavía no estamos listos, faltan los estudios clínicos y acopiar la evidencia que soportarían las solicitudes. Hoy no hay nada con fines terapéuticos que tenga cannabis”.