“Los pobres no tienen defensas contra la alta inflación”: Vallejo
Así explica el codirector del Banco de la República por qué siguen subiendo las tasas de interés.
Escribo sobre economía y negocios. Periodista y estudiante de Ciencia Política.
La principal misión del Banco de la República es controlar la inflación y para lograrlo, la autoridad monetaria solo tiene dos herramientas: ajustar la tasa de interés de intervención, lo que implica encarecer el crédito y comunicarle al mercado sus proyecciones.
Para frenar una inflación que, anualizada a julio, se ubicó en 8,96 %, la más alta de los últimos 16 años según datos históricos del Dane, la Junta Directiva del Emisor subió su tasa de interés hasta 7,75 %, la más alta desde 2009.
César Vallejo Mejía es codirector del Banco, tiene un voto dentro de esa Junta y, en diálogo con EL COLOMBIANO, explicó por qué es tan importante que las expectativas de inflación estén controladas, su impacto en la vida de los ciudadanos y cómo esto le asegura un crecimiento sostenible al país.
También habló de la sostenibilidad fiscal y de la inevitable reforma tributaria, para lo cual mandó un mensaje a los congresistas, a quienes pide seriedad y compromiso.
¿Cómo explicarles a los ciudadanos que las subidas de tasas del Banco no son un capricho y son necesarias incluso para los más pobres?
“Básicamente, la gente de menos recursos no tiene activos que la defiendan contra la inflación. La gente más pobre vive del efectivo, de lo que consigue para el día, y si la inflación es alta, el valor del dinero que tenía por la mañana ya no es el mismo en la noche”.
De ahí que la inflación de familias de ingresos bajos ya esté casi en 10 % a julio...
“Claro, y les va quitando capacidad de compra a los hogares pobres. Ellos no tienen inversiones en títulos ni CDT ni propiedades grandes. Eso es una manera de entender que una economía con una inflación alta es muy inestable”.
Y, ¿cómo se afecta el aparato productivo?
“Hay un golpe claro, porque las decisiones de los empresarios se hacen con intranquilidad. Como cuando tuvimos 20 % de inflación, eso generó un entorno preocupante. Si todo el mundo dice, ‘esta inflación es transitoria’, todos nos tranquilizamos, y se hacen ajustes salariales sin incertidumbre o se planea producción sin problemas”.
Eso pasa con la inflación que ya percibimos, pero ¿por qué la atención en las expectativas?
“Porque de eso depende la credibilidad del Banco de la República, si al Emisor no le creen, entonces la incertidumbre toma partido” (ver cómo funciona).
Y en ese caso...
“Podemos tener un gran problema y es que haya una inercia en la inflación alta y para moderarla hay que hacer ajustes muy dramáticos. Ahí es donde no queremos llegar”.
Antes de la última reunión de la Junta (donde se aumentó 0,25 % la tasa de interés), el presidente aseguró que ya no eran necesarios más ajustes, ¿cómo influye eso en las decisiones?
“Respetamos la opinión. El presidente fue ministro de Hacienda. Pero él no tiene toda la información que maneja la Junta del Banco y no tiene el respaldo técnico que tenemos nosotros”.
Incluso el ministro Cárdenas fue a Corabastos, para mostrar que los alimentos van bajando, pero a ustedes no solo les preocupa ese grupo de gasto...
“Si alimentos baja, las inflaciones básicas (que tienen alta carga de volatilidad) también se reducen, pero no podemos darle ventaja, esa es la premisa del Banco”.
Subir tasas también implica que la economía crecerá menos. El Emisor bajó la proyección para este año de 2,5 % a 2,3 %, ¿eso qué nos dice?
“Que la economía se está desacelerando. La inversión se redujo y que se está dando el ajuste necesario para procurar un crecimiento sostenible”.
Ese ajuste va de la mano de los recortes del Gobierno para cerrar el déficit de cuenta corriente, ¿usted cree que lo van a conseguir?
“Le creo al Gobierno, está haciendo un esfuerzo grande. El déficit de este año será de 3,9 % del Producto Interno Bruto (PIB) y espero que se reduzca a 3,3 % en 2017. El ejemplo lo vemos en el presupuesto del próximo año que bajó la inversión de 1,9 % del PIB a 1,1 % en 2017 y eso es un superapretón”.
Pero al revisar el presupuesto, el recorte se dio en sectores estratégicos...
“Todo el que ha trabajado en Hacienda sabe que la cosa más difícil del mundo es reducir gasto. Lo que sé es que bajará y que están tratando de hacer el esfuerzo de no cortar inversión social”.
Para aminorar esto la clave parece ser la reforma tributaria, pero ante tanta premura, ¿no le da miedo que se le monten muchos micos en tan poco tiempo?
“Sería lamentable. Es una lógica muy común y muy frecuente en los parlamentarios eso de ‘yo le apruebo si usted me ayuda en..’, pero desearía que esta vez no busquen aprovechar intereses particulares. Esta es una necesidad enorme que tiene el país. Es posible que actuaciones como esas sean inevitables y el Gobierno ceda en cosas, pero confiemos en la madurez de los parlamentarios. Y me niego a decir algo más (risas)”.
Y qué pasa si no se hace la reforma...
“No es solo si no se hace, es también si se hace muy débil, pues, el país pierde el grado de inversión. Las calificadoras ya nos advirtieron. Se nos complica la vida, porque se encarece el financiamiento que tanto necesitamos”.
Y para terminar, ¿le preocupa que la tributaria se cruce con el plebiscito?
“Creo que se congestionó la agenda del Gobierno, que tenía pensado que el acuerdo con las Farc se firmaría antes, y se va a juntar con la tributaria. Pero independientemente si coinciden o no, la reforma tiene que presentarse. El Gobierno no puede darse el lujo de aplazar la reforma para el año entrante. Tampoco se trata de pupitrazos y ojalá el Congreso tenga la responsabilidad para tomar en serio el análisis de la reforma a pesar de los criterios políticos y que miren los criterios económicos”.