10P. Silenciosos
Y entró en el olvido la importancia del arte en la historia nacional de finales del siglo XIX, XX y lo que va del XXI. A diferencia de otras geografías en las quedó grabado el año en que se publicó “El Beso” de Klimt, “el Guernica” de Picasso, o “las variaciones de Goldberg” de Bach. En Colombia, salvo por algunos destellos temporales de necesidad o de extrema genialidad, las siete artes quedaron dominadas por discusiones realistas y factuales que omitieron toda imaginación. A fechas de eventos políticos o asesinatos. A periodos de violencia. A discusiones que siempre se concentraron en encontrar la verdad, cuando a quién le sirve la verdad al lado de la potencia que tiene soñar nuevas realidades. De construir nuevas ideas.
Por mencionar solo algunos en una lista no exhaustiva de los olvidados: José Eugenio Díaz Castro (1803-1865) de Soacha; Gerardo Emilio San Clemente Zárate (1818-1880) de Remedios; José María Espinosa (1796-1883) de Santafé; Ramón Torres Méndez (1809-1885) de Bogotá: Fermín Isaza (1809-1887) de Envigado; Jorge Isaacs (1837-1895) de Santiago de Cali; José Asunción Silva (1865-1896) de Bogotá; Eustaquio Palacios (1830-1898) de Santiago de Cali; Epifanio Garay (1849-1903) de Bogotá; Pantaleón Mendoza (1855-1910) de Bogotá; Rafael Pombo (1833-1912) de Bogotá; Soledad Acosta de Samper (1833-1913) de Bogotá; Santiago Cortés Sarmiento (1854-1924) de Bogotá; Ricardo Acevedo Bernal (1867-1930) de Bogotá; Ricardo Borrero Álvarez (1874-1931) de Huila; Francisco Antonio Cano (1865-1935) de Yarumal; Ricardo Moros Urbina (1865-1942) de Nemocón; Porfirio Barba Jacob (1883-1942) de Santa Rosa de Osos; Andrés de Santa María (1860-1945) de Bogotá; Mercedes Delgado Mallarino (1868-1948) de Asunción de Popayán; Fernando González (1895-1964) de Envigado; Ignacio Gómez Jaramillo (1910-1970) de Antioquia; Álvaro Cepeda Samudio (1926-1972) de Barranquilla; León de Greiff (1895-1976) de Medellín; Gonzalo Arango (1931-1976) de Andes; Pedro Nel Gómez (1899-1984) de Anorí; Estanislao Zuleta (1935-1990) de Medellín; Fernando Granda Cano (1941-1991) de Medellín; Jesús María Espinosa (1908-1995) de Belalcázar, Cauca; Raúl Gómez (1945-1997) de Cartagena; Justo Arosemena Lacayo (1929-2000) de Medellín; María Mercedes Carranza (1945-2003) de Bogotá; Eduardo Ramírez Villamizar (1922-2004) de Pamplona; Débora Arango Pérez (1907-2005) de Medellín; Ómar Rayo Reyes (1928-2010) de Palmira; Gabriel García Márquez (1927-2014) de Aracataca, Magdalena; Fernando Botero (1932) de Medellín; Darío Rojas (1952) de Salgar, Antioquia; Lola Fernández Caballero (1926) de Cartagena; Beatriz González (1938) de Bucaramanga; Plinio Lambraño (1949) de San Pedro, Sucre; David Manzur (1929) de Neira, Caldas; Piedad Bonnet (1951) de Amalfi, Antioquia.
Se guardaron en ese cajón del nochero que recoge desorden, chucherías importantes por un día, papeles con cuentas a medio escribir o citas médicas olvidadas, lápices y algunos relojes sin pila, allá quedaron resumidas todas aquellas sanas mentiras ideadas por quienes confeccionan el arte.
Oscar Wilde en su libro La decadencia de la mentira y otros ensayos (Editorial Taurus, pp. 34-35) reconoce que el arte y la belleza pueden desaparecer y se volverá estéril si sigue prosperando ese culto a los hechos en el que nos estamos cultivando.
Otra Colombia sería la de hoy si esa imaginación de personajes de esta estirpe, hubieran logrado cambiar el pensar de quienes obtusos y obnubilados seguían la razón. Una humanizada por los cuadros capaces de dibujar ese ánimo constructivo que bien ilustran, por solo mencionar un ejemplo, “Los Obreros”. Esa escultura del Maestro Justo Arosemena visible desde “la 80” en la Villa de Aburrá. Obreros en chanclas, descalzos o con botas, algunos con casco y almádena en mano dibujando ese ánimo constructivo de la ciudad. Que ofrece un halo de identidad a quien en silencio observa.
Otra era la Medellín que enaltecía el Arte y que derogó en 1982, el Acuerdo 60 de 1977 que establecía como requisito para la construcción de un edificio una obra de arte para el embellecimiento de la ciudad