5Q. Pensamiento V
El valor del tiempo.
Es posible hacer un cálculo simple para estimar el valor del tiempo que cuesta el retraso de una persona en una reunión laboral. Suponiendo que a dicha reunión de 1 hora alguien se retrasa 15 minutos (1/4 de hora), y se trataba de un encuentro al que asistirían 10 personas, cada una de las cuales gana 1 peso por cada hora de trabajo, se estima que el tiempo perdido por el grupo tiene un costo de [10 personas ∙ 1 $ / (persona ∙ hora) ∙ (1/4) hora] = 10 / 4 = 2.5 $. Valor que se pierde por el retraso de uno, que significa el tiempo perdido de todos. Dicho valor omite “costos” ocultos o externalidades no incluidas en el salario horario devengado por cada quien, pero que deben considerarse. Por ejemplo, el costo de salir más temprano y no despedirse de sus hijos antes de ir al colegio. Un intangible valioso para quien, por culpa de otra persona, perdió la oportunidad de un beso cariñoso.
Haciendo el símil, es posible calcular el costo que tiene el deterioro o la avería de un bien público. Sin eufemismos, su vandalización.
El ejemplo queda claro con las afectaciones que sufrieron sistemas de transporte masivo de mediana capacidad, como Transmilenio de Bogotá o Mío de Cali, en las recientes protestas. Supóngase que una persona decide romper un vidrio de una de las estaciones del sistema o martillar sobre el torniquete de acceso a esa infraestructura pública de la que se sirven muchas personas. Para simplificar las cosas, es posible omitir el hecho de que estas acciones estuviesen grabadas en video con el ánimo de avivar una comunicación digital y, eventualmente, lograr un impacto mediático que se traduce en beneficios económicos según el número de seguidores.
Volviendo al punto, vandalizar dicha infraestructura supone varias cosas:
La primera de ellas, el deterioro de un bien que fue adquirido por el Estado y puesto a disposición con recursos de todos (impuestos). Algo que debería incomodar porque nadie quiere que, en su casa, un desconocido entre con un martillo a romper sus vidrios o su nevera. Se trata de infraestructura pública y es de todos.
La segunda es el costo real que tiene la afectación a dicha infraestructura. Dejando de lado el hecho de que un torniquete de acceso al sistema de transporte o el vidrio roto valgan 1 peso respectivamente (cifra para simplificar el ejercicio), el valor real de las pérdidas ocasionadas por ese vandalismo crece exponencialmente al considerarse el tiempo perdido de todos y cada uno de los pasajeros que se iban a servir de dicha infraestructura en los días siguientes hasta su reparación (digamos miles, pero pueden ser millones), y los retrasos que implican la reducción de la capacidad disponible. Y acá más detalles. Si por ese acceso a la estación con 4 torniquetes podrían entrar 4 personas por segundo, averiar uno de ellos hace que mientras se dispone nuevamente en su sitio (omitiendo su valor económico), ya solo puedan entrar 3 pasajeros por segundo, lo que ocasiona una mayor congestión y, con dicho retraso, pérdidas de tiempo como las mencionadas al principio de la reflexión.
La tercera, los “costos” ocultos o las externalidades, como las también ejemplificadas, que no ameritan detalles.
Ahora bien, la magnitud de la pérdida puede amplificarse aún más considerando afectaciones a los buses del sistema que implican una reducción en la flota disponible y, por ende, mayores tiempos de retraso, pérdida de confort y, en últimas, malestar general para todos.
Preguntas: ¿cinco años reponen las pérdidas económicas en las que incurren los que, silenciosos, usan el sistema de transporte, a pesar de las afectaciones generadas por otros?, ¿cinco años serán ejemplificantes para quienes están dispuestos a dañar lo público?, ¿disuaden a una población de influenciados por una “influenciadora” que busca seguidores para aumentar sus ingresos?