ABRAN LOS OJOS Y NO SE ENGAÑEN
La realidad objetiva sobre las marchas del sábado en varias ciudades quedó captada en fotografías y videos. Las cosas son como son y no como se quisiera que fueran. En Medellín y Bogotá, por ejemplo, la concurrencia fue multitudinaria. En algunas ciudades se redujo a algunos miles de asistentes. Es inexacto entonces el titular de un telenoticiero regional, que registró en la capital de Antioquia la asistencia de “un numeroso grupo de personas”.
Para buenos entendedores, es obvio que en esa expresión se rebajó la magnitud de la protesta. No sé si de buena o mala fe o por miopía o porque la cámara sólo funcionaba en primeros planos. Cuando uno habla de algo numeroso no multiplica por miles o centenares de miles. Si acaso, por decenas. En la Universidad tengo cuatro grupos numerosos de alumnos. Ninguno pasa de 28. Las familias paisas de ahora tiempos eran muy numerosas: Llegaban a tener más de diez hijos, pero no miles. Y si digo que a una manifestación acudió “un numeroso grupo de personas”, de ningún modo estaría aceptando que la participación fue enorme. Al contrario, dejo la impresión de que estoy minimizándola. No nos engañemos.
Ha sido notorio cierto ánimo oficialista de subestimar, ridiculizar, caricaturizar la protesta colectiva que expresa un malestar general tan evidente, quiérase o no, frente al actual régimen. No me alegro, pero me preocupo, con la caída de favorabilidad y credibilidad del Ejecutivo, los demás poderes y las instituciones. Es sintomática de un estado de cosas insoportable. Caída que arrastra en su pérdida de confiabilidad a todos aquellos que, sectarios y obedientes, no espabilen, no abran los ojos, sigan siendo contumaces no sólo en la defensa visceral de un modo ineficiente de gobernar, sino, además, en la agresión verbal persistente a todo lo que se parezca a la oposición, en el empleo de un discurso de odio ultrajante, irrespetuoso, como el que se ha evidenciado en estos días con motivo de las marchas.
La historia está girando a una velocidad muy distinta de la que preferirían los oficialistas matriculados en el stablishment, acá o más allá. Los resultados del brexit en el Reino Unido, el ascenso de Trump en Estados Unidos, el No en el plebiscito colombiano, las marchas del sábado en nuestro país, más las encuestas aquí también, dictaminan que se amplían y se extienden formidables corrientes de opinión fortalecidas sobre todo por la gente común que, desde una cultura política llamada virtual pero muy real y gracias a los nuevos canales informáticos, aprendió a situarse a distancia crítica del poder y no cree en posverdades amañadas, en trampas y jugadas de manipuladores inescrupulosos. A los neofascistas de pensamiento único totalitario está poniéndoseles el dulce... a mordiscos.