¿ACABAR CON EL AGUA PARA PRODUCIR PETRÓLEO?
A pesar de los desastres ambientales provocados en Estados Unidos por la extracción de petróleo y gas con la técnica de fracturación hidráulica, el gobierno de Colombia ya tiene dispuestos 43 bloques para explotar hidrocarburos usando esta controvertida técnica, prohibida en países como Alemania y Francia por sus posibles efectos devastadores sobre el agua.
Aunque hasta el momento no se han firmado contratos de explotación para esos bloques, en lugares como San Martín, en Cesar, y Anapoima, en Cundinamarca, ya se están haciendo trabajos exploratorios.
Las nuevas explotaciones de petróleo y gas afectarían a los municipios de Fusagasugá, Guasca, Chía y Cajicá. También, al páramo de Sumapaz. Pero la situación más preocupante es la del Parque Natural Chingaza, que suministra el 80 % del agua potable que consume Bogotá. Allí están situados al menos 7 bloques donde se autorizaría la apertura de varios pozos.
Los primeros problemas ambientales causados por los trabajos exploratorios se han presentado en los humedales del Cesar, en la vereda Pita Limón, donde los habitantes denunciaron esta semana la aparición de espesas manchas de aceite en un pozo de agua potable que abastece a varias familias. Allí la empresa Conoco realizó pruebas exploratorias desde 2015 hasta 2017 en un pozo situado a menos de cuatro kilómetros de la vereda.
La fracturación hidráulica, también conocida como fracking, es una técnica que permite la extracción de gas y de petróleo del subsuelo mediante la inyección de agua a alta presión. El agua, mezclada con aditivos químicos, provoca una fractura controlada en el fondo del pozo. El agua y los químicos reemplazan el petróleo o el gas y los impulsan para que salgan a la superficie.
La fracturación requiere grandes cantidades de agua para romper las rocas y poder acceder a los hidrocarburos depositados bajo la tierra. Por esta razón se presenta una importante disminución de las reservas hidráulicas en los lugares donde operan esta clase de pozos.
Además, la gran concentración de sustancias químicas usadas para el fracking puede contaminar los mantos de agua subterránea.
También son riesgosas las filtraciones en las estructuras insuficientemente sólidas a través de las cuales son inyectados los líquidos a alta presión.
Otros riesgos adicionales de contaminación se presentan en la recolección y el manejo de las aguas residuales que retornan a la superficie después de la inyección.
En algunos casos, los pobladores de las zonas donde operan pozos de fracturación hidráulica también han denunciado un aumento inusitado de la actividad sísmica.
“El fracking podría poner en gravísimo riesgo varios ecosistemas estratégicos como el Páramo de Sumapaz, despensa agrícola de la capital y reconocido como el más grande del mundo, y el Páramo de Chingaza, por no mencionar otros ecosistemas como el complejo de ciénagas y humedales en el sur del Cesar” advirtió la Alianza Colombia Libre de fracking, una organización que lucha por la defensa de los páramos y los humedales.
La Alianza pidió al presidente Juan Manuel Santos declarar la moratoria al fracturamiento hidráulico y ordenar la suspensión de todos los proyectos de esta clase vigentes en Colombia.
La polémica sobre el fracking se ha avivado con la reciente publicación del informe final de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA). Después de seis años de estudios, la agencia concluyó que hay evidencias científicas que prueban que la extracción de petróleo y gas con la técnica de fracturación hidráulica puede contaminar el agua potable y provocar su escasez en todas las etapas del proceso.
Pienso que es vergonzoso que el gobierno de Colombia permita a unas pocas compañías extranjeras dañar las reservas de agua potable de Colombia para los siglos que vienen, solo para producir unos cuantos millones de barriles de petróleo que se agotarán en pocos años.