Columnistas

Agricultura y TLC

18 de mayo de 2018

En Colombia se siguen debatiendo los resultados y la pertinencia de los TLC. Pareciera que todavía estuviéramos en la fase de negociación y no en la de implementación y consolidación de lo acordado.

Peor aún, mientras los países con los que hemos firmado los TLC vienen sacando ventaja al incrementar su penetración, en el país no se adoptan estrategias y acciones sólidas y eficaces para, al tiempo que se enfrenta la competencia, se saque ventaja de los TLC incrementando y diversificando las exportaciones.

Colombia, frente a sus pares latinoamericanos, se mantiene como una economía relativamente cerrada. En este sentido, los esfuerzos gubernamentales por reducir la dispersión de los aranceles en los diversos sectores han sido neutralizados por las acciones emprendidas por los beneficiarios de las altas barreras arancelarias.

En el caso de la agricultura, el reciente estudio de Fedesarrollo sobre la política comercial agrícola pone en evidencia que efectivamente en este sector prevalecen las medidas arancelarias y no arancelarias que les aseguran altos niveles de protección y apoyo a unos pocos.

Esto, como se sostiene en el estudio, tiene altos costos fiscales, encarece la canasta de alimentos para los consumidores y entorpece el desarrollo y la diversificación de las exportaciones.

Aunque durante los últimos años en el Ministerio de Comercio se han adoptado diferentes medidas para impulsar el desarrollo exportador, los resultados, como lo muestra el balance de los TLC, son muy magros.

Ello es así, a pesar de que la tasa de cambio ha favorecido dicho desarrollo y de que la economía mundial y el comercio internacional vienen presentando mejoras progresivas que favorecen la expansión y la diversificación exportadora.

De igual manera, al menos en el papel y la retórica, el Ministerio de Agricultura ha adelantado algunas acciones tendientes a impulsar las exportaciones agropecuarias y agroindustriales, las cuales, independientemente de la eficacia de estas acciones, vienen mostrando un crecimiento progresivo que va más allá de los renglones tradicionales.

En particular, se sabe del incremento de las exportaciones de un grupo de productos entre los que se encuentran el aguacate, el cacao, la piña, el aceite de palma, diversas frutas exóticas y algunos productos de la pesca.

En la gran mayoría de los casos, estos avances se deben a la respuesta que algunos productores y empresarios han tenido a las mejores condiciones económicas para exportar señaladas anteriormente. Ello ha implicado importantes inversiones que soportan nuevos desarrollos productivos y comerciales.

Esto pone de presente que, de implementarse una estrategia exportadora público-privada en la que las acciones gubernamentales creen las condiciones y los incentivos adecuados para que el sector privado impulse nuevos emprendimientos exportadores, las exportaciones agropecuarias y agroindustriales se pueden convertir en un motor del desarrollo de la agricultura.

Este impulso sería aún mayor, como lo muestra el estudio de Fedesarrollo, si se adoptaran las medidas tendientes a reducir la protección sectorial.

Por tanto, en lugar de pensar en acabar o reformar los TLC, el país tiene que concentrarse en hacer la tarea que implican dichos Acuerdos: impulsar la productividad y la competitividad del aparato productivo, fortaleciendo al mismo tiempo el desarrollo exportador.