Columnistas

Agro y emprendimiento

20 de abril de 2018

En los canales internacionales de televisión se viene presentando la versión para Colombia del conocido programa “Tanque de Tiburones” en el que cinco reconocidos empresarios e inversionistas reciben las demandas de recursos de inversión (generalmente mediante participación en las empresas) por parte de emprendedores del país.

En algunos casos los emprendedores ponen a consideración de los llamados “tiburones” su participación en empresas que apenas están despegando, en proyectos que requieren de recursos frescos de inversión para despegar y en algunos emprendimientos que llevan un tiempo en operación.

Aunque en el mundo muchos emprendimientos se dirigen hacia los sectores en los que dominan los grandes avances tecnológicos, en Colombia llama la atención que en el programa televisivo diversos emprendedores hayan escogido las actividades agropecuarias y agroindustriales como un sector promisorio para incursionar.

Hasta ahora se han presentado, entre otras, empresas productoras de jugos naturales de fruta, arroz en diversas presentaciones para su consumo inmediato, utilización de flores en la gastronomía, comida gourmet para animales, platos biodegradables para comer, camping rural y transformación industrial de la madera.

Los comentarios y las explicaciones de las decisiones que toman los “tiburones” sobre si participan o no en un emprendimiento sirven de guía para entender la visión que estos exitosos empresarios tienen del mundo contemporáneo de los negocios globales.

En este sentido, dos conceptos claves son la creatividad y la innovación. Un proyecto o empresa con un producto o servicio que exprese la creatividad y la originalidad de sus inventores atrae inmediatamente el interés de los inversionistas, que se expresa en el arsenal de preguntas sobre las características y las ventajas del producto.

En cuanto a la innovación, es claro que para los “tiburones” el mundo de los negocios se mueve alrededor de este concepto. Sin innovación es difícil salir a competir en unos mercados globalizados que están siendo jalonados por el ritmo frenético del desarrollo tecnológico y, más recientemente, por la irrupción de la cuarta revolución industrial.

A este respecto, una pregunta obligada de los inversionistas frente a un nuevo producto es si este cuenta con patente o no. La existencia de la misma es determinante en la decisión de participar o no en un determinado emprendimiento.

Otro asunto determinante para los “tiburones” es la importancia que reviste que el bien o servicio no solo se venda en el mercado nacional sino que, sobre todo, tenga potencial de venta en el exterior. Los inversionistas entienden claramente la diferencia que para un desarrollo empresarial exitoso representa participar de manera competitiva en los mercados externos.

De allí que uno de ellos insista en la idea de que el empresario colombiano tiene que salirse de la comodidad que le representa el mercado nacional (que en un alto porcentaje de los sectores agropecuario e industrial está altamente protegido) y moverse hacia “pensar en grande” proyectándose a conquistar las amplias oportunidades que representan los mercados externos.

La incorporación de estos conceptos a la propuesta de un emprendedor que entiende su negocio, que domina las cifras del mismo y que lo concibe de manera integral aumenta la probabilidad de éxito del emprendimiento.