Agro y guerra comercial
La decisión de Estados Unidos de imponer aranceles al ingreso de acero y aluminio provenientes del resto del mundo ha generado reacciones esperadas en los principales socios comerciales de esa nación.
Así, la Unión Europea (UE) no sólo se mostró en desacuerdo con la medida sino que, a los pocos días, dio a conocer una lista de productos producidos por Estados Unidos y que son importados por las naciones europeas a los que, eventualmente y como medida de retaliación, también les impondrían aranceles.
Adicionalmente, la UE ordenó la realización de un estudio que establezca el efecto que la medida adoptada tendría sobre sus exportaciones y, muy especialmente, lo que pasaría con la industria europea a raíz de los excesos de oferta de acero y aluminio que a nivel global se tendrían.
Esta preocupación no sólo la ha manifestado la Unión Europea, sino también otras naciones, pues es claro que los excedentes deprimirían los precios y, muy seguramente, afectarían la industria local.
De igual manera, en esta semana, y como respuesta a la decisión de Estados Unidos de prorrogar por un mes más la exención de tarifas a las importaciones europeas de acero y aluminio, la Comisión Europea (CE) indicó que “tomaba nota” de la nueva decisión y advirtió de que la UE “no negociará bajo amenaza”.
Asimismo, hizo un llamado de atención sobre el daño que la posición asumida por la nación norteamericana está causando en los mercados (al aumentar la incertidumbre) y sobre las decisiones de las empresas.
De otra parte, China, el país que representa el principal objetivo de la arremetida comercial estadounidense, aunque en un principio señaló lo inconveniente que resultaría una guerra comercial para el mundo, una vez Estados Unidos adoptó la decisión de imponerles aranceles al acero y al aluminio, anunció la lista de bienes de importación de ese país que se verían gravados en China.
Entre los productos que se verían afectados con los aranceles impuestos por la UE y China se encuentran ciertos bienes agropecuarios y agroindustriales, como la soya, que se produce en Estados Unidos y que este país vende en los mercados globales. De concretarse estas decisiones, algunos países suramericanos, como Argentina y Brasil, saldrían beneficiados, pues son grandes exportadores de soya y, además, tienen vínculos comerciales establecidos con China y la Unión Europea.
Sin embargo, es muy probable que Estados Unidos trate de evitar que se les cause un daño a sus agricultores colocando sus excedentes en otros mercados, al tiempo que buscará la manera de disuadir a sus socios comerciales de que profundicen sus relaciones con China.
No obstante, los expertos llaman la atención en que, en un escenario de guerra comercial, este tipo de beneficios son temporales, pues está visto que son los distintos países los que terminan siendo los perdedores ya que se tendrá un fuerte retroceso en el comercio internacional (lo que afectará las exportaciones y el crecimiento agropecuario) que irá de la mano de la destrucción de las instituciones y de los arreglos comerciales establecidos a nivel global, que han requerido décadas para concretarse.