Columnistas

AL MARGEN DEL PLEITO ENTRE SANTOS Y URIBE

10 de agosto de 2015

juanjogp@une.net.co

Un solo episodio de la política actual, la llamada marcha de la dignidad del viernes en varias ciudades, muestra la agudización de la polaridad entre el gobierno de Santos y la oposición de Uribe, estimulada por el enfoque de las informaciones: Algunos periódicos y noticieros ignoraron por completo la expresión pública de un sector de opinión. A otros sólo les alcanzó el populómetro para decir que habían participado “algunas decenas de personas”. Unos cuantos editorializaron en los titulares para destacar que se trató, o de una movilización nacional de apoyo a la fuerza pública, o de un rechazo a la paz. Hubo excepciones, como la de este diario, que habló con realismo de una masiva participación.

Aplicar cualquier forma de silenciamiento o asordinamiento a un hecho notorio de actualidad e interés público es una infracción que afecta la credibilidad y la confiabilidad del periodismo. Abstenerse de publicar sin motivo defendible altera el equilibrio informativo y pone en desventaja a los ciudadanos que se sienten ninguneados. Lo mismo sucede con la tendencia abominable al veto contra personas o corporaciones que tienen derecho a la figuración y el buen nombre. Pretender que se tuerza el curso de los hechos mediante el acomodo arbitrario de la titulación y los textos noticiosos deforma el criterio de veracidad y deja en la audiencia la impresión de que se propagan verdades incompletas, o mentiras completas.

El actual manejo de la información política parece el preámbulo de lo que va a ser el tratamiento de la campaña electoral. Si no hay un frenazo en esta carrera para azuzar los viejos odios y estimular un juego peligroso de vindictas y revanchas, el destino incierto de las conversaciones de paz con una facción de la guerrilla va a ser irrelevante. Cada medio periodístico está en su derecho al opinar con independencia y honradez intelectual, en los editoriales y los comentarios, pero no en las informaciones. Sigue valiendo, aunque no se crea, el antiguo aforismo según el cual “los hechos son sagrados y el comentario es libre”.

Dictaminar sobre si las marchas del viernes fueron caudalosas o no, es función de la gente, a la que deben proporcionársele elementos informativos claros, suficientes, verídicos, sin sesgos ni desfiguraciones. La de Medellín podría haber sido mucho más concurrida (y fue muy nutrida, es cierto) si hubiera sido menos inoportuna, como si se hubiera tratado de una competencia al desfile tradicional de coches antiguos, que atrae a miles y miles de espectadores. Insisto en que en materia informativa, por encima de preferencias o aversiones, la mejor contribución desde el periodismo debe consistir en sostener la independencia y la distancia crítica de los buscadores de sentido, al margen del pleito entre Santos y Uribe.