Columnistas

Antes de que sea demasiado tarde

15 de enero de 2020

Por Sara Marín Valencia

Universidad de Antioquia

Comunicación - Periodismo, semestre 6

saralejandramarin@gmail.com

Imaginemos por un momento el más devastador futuro para la existencia del ser humano y la vida como la conocemos, un futuro casi apocalíptico:

Las fuentes de agua dulce escasean, grandes ciudades han desaparecido debido al aumento del nivel del mar causado por el derretimiento de los polos, miles de especies abandonaron su existencia en esta tierra, el cambio climático ha hecho que la actividad agrícola se haya vuelto casi imposible, pues la tierra se rehúsa a dar frutos. Miles de personas han muerto por desnutrición, el panorama es devastador y el exterminio de la raza humana, inevitable.

Regresando a la realidad nos encontramos con sequías, incendios incontrolables, heladas y en general cambios drásticos en el clima. La realidad no es nada alentadora, pero sí es una alerta sobre las consecuencias del calentamiento global.

Los incendios en Australia han cobrado la vida de más de mil millones de animales afectando las especies nativas del lugar, como los koalas y canguros, pero este no es el único país que sufre el calentamiento global, solo el año pasado se presentó una megasequía en Chile.

Colombia no se queda atrás, actualmente las heladas en Boyacá amenazan los cultivos y la práctica de la ganadería, afectando directamente más de 2100 familias que en su mayoría son campesinas. Y es que los efectos del calentamiento global se notan en todo el mundo y constituyen un riesgo presente que debido a su gravedad requiere la atención de todos los gobernantes.

Sin embargo, no se ha notado un interés real por parte de algún gobierno para mitigar las acciones humanas que resultan nocivas para el medio ambiente, por el contrario seguimos viendo cómo se promueven prácticas extractivas como el fracking que genera gran contaminación pero al tiempo millonarios ingresos.

Según el informe estadístico de energía de la empresa BP del 2019, la fuente de energía más usada continúa siendo el petróleo con un 35 % del total de energía anual, le sigue el carbón con un 30 %, en último lugar se encuentran las fuentes de energía renovables con un porcentaje del 1,5 % de la energía total, lo cual resulta preocupante.

Al parecer los humanos siguen manejando los recursos finitos de la tierra como si fueran infinitos, haciendo oídos sordos al llamado de emergencia que la tierra hace esperando que alguien la pueda escuchar antes de que sea demasiado tarde.

*Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades e instituciones vinculadas con el proyecto.