ANTIOQUIA LLORA, PERO NO SE RINDE
Por NELSON VALLEJO GÓMEZ*
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Himno a la grandeza, ambición y coraje de EPM. Energía para la vida, energía para Colombia... Yo nací en las montañas andinas de Antioquia, Colombia.
Mis recuerdos de infancia y de adolescencia están impregnados de los bosques y las aguas de la represa de Riogrande.
Caminar por encima del tubo gigante de la bocatoma era una hazaña inmemorial. Casi todas las familias de la región vivían de las Empresas Públicas de Medellín.
Mi tío Gabriel trabajó en EPM, si mal no recuerdo. Trabajar en EPM era un orgullo de padre a hijo, porque era, por los 70, una empresa ejemplar, tanto por su calidad profesional y tecnológica como por su apoyo social, su responsabilidad y solidaridad con todos los trabajadores.
Había muchas ayudas en salud y becas de estudio para las familias.
EPM estaba en la vanguardia de la responsabilidad social y el desarrollo sostenible, sin alarde ni publicidad. Incontables fueron las veces que esperábamos el camión de los trabajadores de EPM para que nos llevara, a cambio de una sonrisa, hasta la entrada de la finca.
Yo hice parte de todos los que de cerca o de lejos nos dejamos ilusionar de buena voluntad con este video bello y titánico (“Energía para la vida, energía para Colombia”). A pesar de los riesgos, también ellos, riesgos titánicos, pero ha sido de grandes y poderosos, realizar las maravillas del mundo como el faro de Alejandría... para que no siguieran naufragando los navíos al transitar por las costas del Mediterráneo del antiguo Egipto.
Por eso, el cimbronazo que llevó a declarar, por el momento, la calamidad pública nacional, previniendo el colapso inesperado de Hidroituango, me dolió terriblemente. Hago plegarias desde mi torre de babel parisina, para que EPM , orgullo y grandeza paisa, se levante con humildad y verraquera.
Y si se rompe la presa, que se recojan sus ruinas, se curen los duelos y se vuelva a soñar con ambición y belleza, pero siempre responsables y solidarios con todos los que tengan que vivir o morir alrededor de EPM.
Acoto, valga decir, como lo recalcó mi amigo-maestro Gustavo López Ospina: pueda este drama recordar a todos los gobernantes la sabiduría de los viejos arrieros paisas: “no hay mal que por bien no venga”. En efecto, esta catástrofe ha puesto también en evidencia las mañas y la cruel ausencia de previsión de riesgos que hay en los planes de urbanización y ordenamiento territorial en los caseríos y pueblos que se han construido a orillas del río Cauca. Hay ahí un desafío para todos los funcionarios y responsables políticos y empresarios reunidos alrededor del señor gobernador de Antioquia y con la ayuda de EPM, ante todo, se haga de veras, desarrollo social y humano.
No puede morir una empresa que ha logrado sobrevivir como ejemplo para todas las empresas de su género en el ámbito continental a las peores lacras de la humanidad en la modernidad: la politiquería, la corrupción y la mafia. EPM ha sobrevivido a todas ellas. EPM vivirá.
* Filósofo colombo-francés. Funcionario de carrera y asesor del ministro de Educación de Francia.