Apoyos y crecimiento
La base de datos Agrimonitor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó el indicador del Estimado de Apoyo Total (EAT) que los productores agropecuarios de América Latina han recibido, en promedio, durante los últimos tres años como porcentaje del PIB.
Estos resultados se comparan con los que reciben algunos países avanzados como Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea. Los resultados muestran que algunas potencias agropecuarias de Latinoamérica, como son Argentina, Brasil y México, conceden un bajo nivel de apoyo a sus productores.
Así, el EAT de Argentina es -2,1 por ciento, lo que significa que, antes que apoyar a los productores agropecuarios, en promedio, se les grava.
En Brasil, el EAT es de 0,5 por ciento y en México de 0,6 por ciento. Estos resultados están ligeramente por encima de los correspondientes indicadores de Canadá (0,4 por ciento), Estados Unidos (0,5 por ciento) y la Unión Europea (0,7 por ciento).
Otras naciones latinoamericanas que tienen sectores agropecuarios con un muy buen desempeño productivo, como son Chile, Uruguay y Costa Rica, también presentan niveles de apoyos relativamente bajos. Los respectivos EAT son de 0,3, 0,6 y 1,1 por ciento.
Colombia, contrario a lo que muchos piensan, tiene, entre el grupo de los principales países de la región con un sector agropecuario importante, uno de los niveles más altos de apoyo a los productores, 1,5 por ciento. Es solo superado por Perú (2,1 por ciento).
En general, podría esperarse que, dados los apoyos que recibe la agricultura colombiana, esta exhiba, frente a sus pares latinoamericanos, un desempeño destacable. Sin embargo, como lo señala el director de Fedesarrollo, Leonardo Villar G., en el prólogo al libro que este centro de investigación acaba de publicar, “Política comercial agrícola: nivel, costos y efectos de la protección en Colombia”, mientras “en muchos indicadores económicos, entre ellos el ingreso per cápita, Colombia se ubica en niveles cercanos al promedio latinoamericano [...] este no es el caso del desarrollo agropecuario, sector en el cual Colombia se ha quedado fuertemente rezagado”.
De acuerdo con Villar, el desempeño de la agricultura colombiana se ha dado “en un contexto en que los niveles de protección arancelaria y paraarancelaria han sido mayores a los observados en buena parte de la región”.
Adicionalmente, se destacan los altos niveles de apoyo relativo (frente a sus pares de la región) que el país les otorga a sus agricultores, los cuales contrastan con la “muy baja provisión de bienes públicos” para el desarrollo agropecuario.
A partir de un modelo de equilibrio, en el libro de Fedesarrollo (que se basa en un estudio realizado en conjunto con la Universidad Eafit) se muestra que, si simultáneamente se reduce la protección agrícola y se aplica un conjunto de políticas que aseguren un mejor uso de la tierra y la provisión de bienes públicos, el PIB total del país podría incrementarse entre el 2,7 y el 3,3 por ciento.
Este resultado indica que, con un buen marco de políticas e instituciones, la agricultura colombiana está en capacidad de aportarle, de manera importante, al desarrollo general del país.