Columnistas

Bach vs jazz

16 de julio de 2015

En el documental “¿What Happened, Miss Simone?, 2015, (¿Qué pasó, señorita Simone?), de Liz Garbus, uno descubre que la vida de Nina Simone transcurrió, de cierta forma, deseando una cosa pero consiguiendo otra. Hija de una madre predicadora que la llevaba a las ceremonias de avivamiento, empezó a tocar el piano cuando tenía 4 años en una iglesia de Carolina del Norte.

A los siete años, la jefe de su madre, una pianista clásica, la escuchó y empezó a darle clases. La señora Mazzanovich la inició en Bach, y “ese tal Bach me gustaba”, recuerda Nina; por eso su profesora creó un fondo para que estudiara en Nueva York, el cual le alcanzó para un año y medio en Juilliard. Luego pidió una beca en Curtis pero se la negaron, sencillamente por ser negra. “Nunca pude superar ese golpe de racismo”. Sin dinero tuvo que trabajar. Empezó a tocar en un bar de mala muerte pero ella siempre vestía de etiqueta, era lo que había aprendido. En ese bar empezó a cantar.

Su vida cambió cuando se presentó en el Festival de Jazz de Newport en 1960, allí interpretó “Little Liza Jane”, su voz era inconfundible y completamente sensacional. Luego grabó un álbum y su canción más famosa fue “I Loves you, Porgy”. Sin embargo, dentro de sus planes no estaba ser cantante de blues ni de jazz, era sencillamente ser pianista clásica. “Me preocupé por ser la primera pianista clásica de raza negra en Estados Unidos y solo pensaba en eso, para eso me preparé”. Pero si bien el sueño de tocar a Bach en el Carnegie Hall nunca llegó, sí pudo cantar en ese escenario en 1963. Después de esa presentación, las canciones y reseñas de Simone empezaron a aparecer en todas partes. Ahora era una artista de “música popular” que no tenía tiempo para tocar en un escenario música clásica.

A pesar de lo que había conseguido, Nina necesitaba saber que lo que hacía valía la pena. En 1963 asesinan a cuatro niñas negras en una iglesia de Birmingham, Alabama. Es entonces cuando ella canta su revolucionaria y polémica canción “Mississippi Goddam”. Con esa canción, “Mississippi, maldición”, ella dijo lo que los negros estaban sintiendo desde hacía mucho tiempo pero no se atrevían a decir. Se entregó completamente al movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos.

El asunto es que lo comercial y la lucha por los derechos civiles pocas veces van de la mano. Levantar la voz tiene sus riesgos, pero, como dijo ella: “¿cómo se puede ser artista y no reflejar la época en que uno vive”. Nina quería avivar la pregunta sobre la identidad y el origen de los suyos. Sin embargo, su carrera se afectó drásticamente porque solo tocaba canciones con sentido político y era un problema que la contrataran.

Puede que Nina se haya sentido mal al final de su carrera por no ser pianista clásica, la cuestión es, como muestra este maravilloso documental, que Nina Simone nos dejó más de lo que se propuso