Carta de Jamaica, el sueño de Bolívar
“Memoria y vigencia de la Carta de Jamaica 1815-2015”, es el título del evento que tuvo lugar el jueves 3 de septiembre en la Universidad de Antioquia. La Carta de Jamaica es uno de los documentos fundacionales del pensamiento político y constitucional de la independencia de las colonias españolas en América. De las interesantes discusiones que se dieron en este evento quiero destacar dos interpretaciones del pensamiento de Bolívar sobre el derecho internacional.
El representante de la República Bolivariana de Venezuela en la Secretaría General de Unasur, Pedro Sasqsone, mostró que Bolívar formuló una visión grandiosa para América, que consistía, en palabras de Bolívar, “en formar una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse” (Bolívar). Este ideal está en la base de la política internacional del chavismo.
El núcleo del diagnóstico del que parte Chávez para formular su propuesta política dice que la única forma de enfrentar el poder hegemónico de la globalización neoliberal y capitalista es mediante un nuevo proyecto contra-hegemónico de América Latina, que articule las diferentes luchas sociales y profundice la revolución democrática. La estructuración de ese poder contra-hegemónico, bajo el liderazgo de Venezuela, ha sido el objetivo central de las relaciones de Venezuela con América Latina.
La segunda interpretación del pensamiento de Bolívar sobre el derecho internacional la presentó el historiador de la Universidad Nacional Almario García. A diferencia de Sassone, quien ve en Bolívar el gran inspirador de un proyecto para la formación de una sola gran nación, Almario considera que Bolívar pensó la formación de los Estados en América en términos realistas. Los Estados deben ser soberanos e independientes. El principio de la soberanía de los Estados no se puede unificar con una autoridad supraestatal. Bolívar consideró la idea de una gran república para América Latina, pero pensó que no puede esperarse un Estado de este tipo de diversidad de Estados soberanos. “Aunque aspiro, escribió Bolívar, a la perfección del gobierno de mi patria, no puedo persuadirme que el Nuevo Mundo sea por el momento regido por una gran república; como es imposible, no me atrevo a desearlo”.
Chávez, sin embargo, entró en el terreno de desear lo imposible: unificar a América bajo una institución similar a una gran república. “En la Carta de Jamaica, escribe Chávez, Bolívar propone una Liga de Naciones; una Liga de Repúblicas y un solo Ejército”. Pero hay que subrayar que Bolívar dice esto de otra manera: pretende formar una sola nación, pero inmediatamente señala los límites: “mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes, dividen a la América” (Bolívar).
Según lo expuesto, se puede decir que en el contexto de las relaciones entre Estados no puede tener lugar una transición que vaya del Estado, como una estructura común de autoridad, a un Estado mundial o a una gran república; el límite lo señaló Bolívar.
*Director Instituto de Filosofía U. de A.