Columnistas

Chile, a un año del estallido social

21 de octubre de 2020

Todo chileno recuerda lo que estaba haciendo la tarde del 18 de octubre de 2019 cuando las manifestaciones que venían realizándose de manera aislada durante esa semana en Santiago, habían desencadenado una gran protesta social que incluyó, la noche del 18 al 19, barricadas, saqueos a tiendas y supermercados, quema de buses y vagones del metro, destrucción total en varias estaciones, quema del edificio de la empresa eléctrica Enel y una sucursal del Banco de Chile.

¿Las razones? Como dijo el corresponsal del diario El País de España, “pensiones indignas, salud precaria, sueldos miserables, educación de mala calidad, licencias médicas por depresión, deuda universitaria vitalicia, sueldos de la élite política, delincuencia sin control, empleos precarios, escándalos de corrupción en Carabineros y el Ejército”.

En los días sucesivos al 18-O, el presidente Sebastián Piñera decretó el país en estado de emergencia. Continuaron las protestas violentas (que incluyeron saqueos, incendios a varias iglesias y que dejaron un saldo de 36 muertos) hasta el 15 de noviembre que el país amaneció con la noticia de la firma del Acuerdo por la paz y por una nueva Constitución y se convocó a un plebiscito que se realizaría el 26 de abril con el fin de preguntarle a los chilenos si aceptaban la redacción de una nueva Carta Magna para reemplazar a aquella escrita en 1980, bajo el gobierno de Augusto Pinochet y que ha sido reformada 31 veces. Aún así, tras este acuerdo, continuaron algunas protestas en Santiago y varias regiones.

Pero en marzo llegó un virus diminuto a cambiar el rumbo del país. Los manifestantes tuvieron que sumarse a la cuarentena (salvo algunos hechos aislados durante estos meses de encierro). El plebiscito constitucional tuvo que aplazarse para el 25 de octubre. En las últimas semanas, tras el desconfinamiento progresivo comenzaron a regresar las protestas. En este contexto, los chilenos y quienes vivimos aquí, temíamos que llegara el 18 de octubre de 2020 y que este triste aniversario se “celebrara” con las mismas protestas del año pasado. Y llegó.

25 mil manifestantes se congregaron en el centro de Santiago y al principio parecía ser una protesta pacífica. Pero la quema de dos iglesias y la celebración de estos actos vandálicos demostraron que muchos de quienes claman por un mejor Chile están presos por una pérdida del sentido de la historia, de sus raíces y por un afán de destrucción de todo aquello que les incomoda. Estas muestras de violencia se dan paradójicamente una semana antes del plebiscito que los mismos manifestantes pidieron hace un año.

El pasado lunes, al hacer un balance del aniversario del estallido social, los periodistas de Tele13 Radio se preguntaban: ¿Es Chile un país mejor que hace un año? La respuesta es: no. La tasa de desempleo superó el 13 por ciento, es decir, un incremento de 5.6 puntos. El turismo ya se había reducido antes de empezar la pandemia. Hay más polarización, mayores actos vandálicos, más miedo generalizado y menos oportunidades en los sectores vulnerables, lo que demuestra que, por más que hayan existido tantas injusticias de manera silenciosa durante décadas, la violencia no es el camino para buscar una salida a estos problemas sociales y los que pagarán serán siempre los más vulnerables.