Columnistas

Clítoris

01 de febrero de 2018

Hace poco, en una librería mexicana, me topé con la portada de un libro gráfico que se llama “Clítoris”. De entrada, aclaro que no había un primer plano de este órgano pequeño, carnoso y eréctil, sino que había un grupo de mujeres charlando en una sala donde hay dispersas una bandera de la comunidad LGBT y varios afiches, entre los cuales me llamó la atención uno que dice: “Si tocan a una respondemos todas”.

Como yo no sé nada sobre el feminismo, solo sé que desde muy pequeño mis padres me enseñaron que un hombre y una mujer tienen los mismos derechos y tanto el uno como el otro puede ejercer cualquier empleo, ganar lo mismo, lavar platos, cambiar pañales, llorar, trabajar, en fin, pues no es que logre entender muy claramente en qué momento la mujer ha tenido que emprender una lucha tan ardua para ganarse un lugar en el mundo. Y como no lo tengo tan claro, pues trato de escucharlas, leo sobre ellas para hacer un pequeño aporte, así sea como hombre, para que se sientan tranquilas, libres y en paz en este mundo donde luchas tan largas, como la conquista de sus propios derechos, no tendrían que darse, para mí, de entrada, ya los tienen ganados, al igual que yo, figura heteropatriarcal, como me han llamado algunas, porque, por lo visto, así me empecine en respetarlas y comprenderlas, de una u otra forma, me equivoco, no soy perfecto, digo algo que para mí no tiene nada de malo pero para una feminista puede ser agresivo, injusto, desigual. Cada vez más trato de cuidar mis palabras, me duele lo que les pasa y por eso me gusta mucho que ahora estén pasando tantas cosas que están fortaleciendo el sentido de ser mujer; adiós a la sumisión, a pasar por alto una violación, un abuso.

Me gustan las mujeres con carácter, que se interesan cada vez más por la conciencia de género, lo importante es que más pronto que tarde entiendan (entendamos) qué hacer con toda esa conciencia. Por eso me gustó este libro que les mencioné arriba, el cual es una antología de una revista argentina que tiene el mismo nombre y sencillamente da pistas, invita a pensar cómo son las feministas de hoy. Hay unas historias que me gustaron más que otras, muy especialmente una que cuenta lo duro que le resulta a una mujer asumirse como feminista. Yo creo que todos estamos aprendiendo y las mismas feministas tendrían que ayudarnos a entender.

Yo propongo algo muy simple: por siglos, las mujeres han tratado de entender a los hombres, los han complacido en la cama, en el hogar, en el trabajo, en todos los espacios posibles e imposibles. Yo creo que llegó el momento de que los hombres, con más ímpetu, nos demos a la tarea de entender a las mujeres, dejar de ser superpenes, como un personaje de una de las historietas, y ser empáticamente supervaginas o superclítoris para que no se sientan solas, como dicen muchas. “Lo hermoso es que las feministas nos pensamos antes de que nos piensen”, leo; por eso mismo nada de lo que está pasando ahora en el mundo es un capricho.