Codificando el Conocimiento
Hace varios años tuve la oportunidad de gerenciar una institución privada sin ánimo de lucro llamada Tecnnova Universidad – Empresa – Estado, entidad dedicada a estimular la transferencia tecnológica desde las universidades hacia las empresas. Durante mucho tiempo nos dedicamos a identificar las capacidades de los grupos de investigación universitarios al igual que los problemas y retos en el sector privado. La idea con este diagnóstico tenía un doble propósito, por un lado, buscar que la academia entendiera un poco más el mercado y desarrollara más investigaciones aplicadas y, por el otro, que el sector privado accediera a conocimiento de punta y laboratorios avanzados para sus pruebas. Con el tiempo entendimos que para que se pudiera dar una efectiva transferencia tecnológica debía haber claridad sobre la propiedad intelectual, no solamente en la universidad, que en este caso era quien desarrollaba el conocimiento, sino también en la empresa como receptora de un desarrollo tecnológico próximo a llegar al mercado a través de un producto o servicio.
Hoy día, la mayoría de las universidades en Antioquia cuentan con estatutos de propiedad intelectual, lo que permite tener reglas claras sobre cómo se debe gestionar el conocimiento al momento de ser codificado. Esto aplica para temas tan importantes como el reconocimiento del titular de la patente, si existe alguna coautoría, cómo se financió la investigación, ya sea con recursos públicos, privados o ambos, o inclusive es igual de importante indagar si justifica proteger el desarrollo, ya que en muchos casos la tecnología cambia tan rápido que es inoficioso hacerlo. En una segunda etapa es vital determinar cuál será la estrategia de transferencia de ese conocimiento a la empresa, ya sea a través de una cesión de los derechos patrimoniales, un licenciamiento temporal, una explotación conjunta, entre otros, lo que permite monetizar el desarrollo tecnológico.
Todo esto puede ser en vano si en la empresa privada no se cuenta con el suficiente conocimiento o asesoría especializada para negociar un proyecto de investigación o desarrollo tecnológico con la universidad. Algo que nos solía suceder y por lo tanto la alianza universidad – empresa se truncaba, ya que se caía en el escenario de la desconfianza por no ser capaces de delimitar unas reglas claras sobre la titularidad y explotación de la tecnología.
Para bien de todos esta situación viene cambiando y hoy las empresas son más conscientes de gestionar el conocimiento o lo que muchos llaman los intangibles, no solamente al momento de relacionarse, como en el caso de las universidades, sino también, determinando políticas de gestión de la propiedad intelectual cuando se contrata un nuevo empleado, ya que si esto no se hace correctamente, la empresa puede exponerse a un problema si, por ejemplo, se llegara a dar un desarrollo tecnológico que cambie la lógica del mercado sin una política clara frente a los derechos patrimoniales del desarrollo realizado. Por esto las empresas deben colocar cláusulas de propiedad intelectual al momento de contratar su personal.
Sin duda la propiedad intelectual juega un papel vital para que sigamos avanzando en la estrategia de innovación para Medellín
P.D: ¿quién se acuerda de haber firmado algo antes de entrar a la universidad que clarificara los derechos patrimoniales de su tesis de grado? Ojo, ahí hay un tema por tratar.