¿CÓMO PERDONAR?
Maravillosa fuerza tiene la palabra de Dios este domingo, para tiempos de búsqueda de paz, perdón y reconciliación. La práctica de Jesús, descrita en el evangelio, frente al pecador...víctima o victimario. Quien quiera que seas.
Manejamos un mundo de poder, pero somos insaciables y no aceptamos equivocarnos. Como a David, solo el amor de Dios nos pone frente a nuestra pequeñez y pecado. ¡Débiles, a pesar de tanta riqueza y poder, de tantas oportunidades...!
Manejamos un mundo que en la perfección de sus principios teóricos: políticos, culturales y religiosos, resulta inviable y frío, frente a la urgencia de resolver nuestra convivencia, para aceptar a otros, que pecadores o equivocados son, querámoslo o no, hermanos. Con ellos debemos convivir, pues son colombianos. Este mundo así, deja ver su incapacidad para darles cabida, a quienes tenemos que incluir, porque son diferentes, porque no son como nosotros. Y aunque a “mi juicio” “parecen” malos, no podemos negar que son de nuestro país.
Quizá tengamos estupendas leyes; las mejores intenciones y apreciaciones para construir nación juntos y en paz; pero incluso, con estos factores a favor, no nos alcanza para garantizar nuestra convivencia.
¿Qué pasa? ¿Qué hacer? Son preguntas que nos hacemos en este momento histórico, absolutamente todos. Desde todos los lados y posiciones, afirmamos nuestro deseo incuestionable de lograr la paz, la reconciliación y el perdón.
¿Qué nos falta? No será la respuesta que Jesús ofreció a Simón el fariseo, quien lo invitó a su mesa –de negociaciones- y quien desde sus agendas ocultas; disgustado por la presencia de la prostituta: víctima y victimario; fue invitado a deponer todo y responder entregándose como Jesús, para recuperar al pecador sin destruirlo o excluirlo..., para acabar el mal, sin dañar un ser humano.
Perdón, reconciliación y paz son proyectos que si los recorremos con una visión inmanente, la más perfecta, no nos alcanzará para lograrlo. Tenemos que ir más allá de la justicia y la legalidad, a la reparación. Blindar los acuerdos contra el mal que padecemos y producimos, requiere sentimientos y hechos concretos, de compasión y misericordia. Tenemos que darle campo al Espíritu... Si no lo hacemos, nos quedaremos a mitad de camino. La reconciliación, la paz nos llegará con el perdón... que es don gratuito de Dios.
Nuestra grandeza, no solo está en la legalidad, está esencialmente en la capacidad de compasión y de misericordia, que como a Simón, ¡que somos todos! Hará viable la reconciliación, el perdón y la Paz.