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Conpes cti, de las buenas intenciones a las realidades

09 de febrero de 2016

Se está gestando un excelente documento Conpes de Ciencia, Tecnología e Innovación -CTi– que recoge un amplio diagnóstico nacional, plantea capacidades y responsabilidades institucionales y determina focos de actuación de mediano y largo plazo con metas concretas. Este documento reconoce no solo la baja capacidad nacional para desatar ecosistemas de innovación, sino también el pobre, por no decir inexistente, papel de las alcaldías y gobernaciones a la hora de generar nuevas capacidades en el sistema científico-tecnológico regional. Preocupan varias de las cifras que aporta el documento. En materia de formación avanzada universitaria, afirma que de los 205 doctorados que tiene el país, solo el 2,4 % cuenta con registro de alta calidad, pero de otro lado, desde la perspectiva empresarial, mientras en los países desarrollados más del 50 % de los Phd se vinculan a empresas, en Colombia solo lo hacen menos del 0,5 %. Lo anterior evidencia el desgano del sector privado por tener conocimiento de punta que le aporte a su competitividad.

La realidad es que el tema tiene tanto de hondo como de ancho. Por ejemplo, ser Phd en Colombia es algo exótico y poco valorado lamentablemente. Según el Global Innovation Index de la Universidad de Cornell, mientras que en Colombia hay 161 investigadores por millón de habitantes, en el promedio de los países OECD llegan a 5.826. Pero sumado al poco número de investigadores tenemos dos problemáticas adicionales. Primero, la inversión. Según Colciencias, Colombia invierte alrededor de US$ 88.000 al año en I+D por investigador, mientras que países como Chile alcanzan US$ 190.000, y Brasil US$ 165.000. Segundo, la pobre producción científica. Alcanzamos una cifra de 5,1 artículos por cada mil millones de dólares del PIB, muy inferior a los países de la OECD, donde se publican en promedio 38,8 artículos. A pesar de los esfuerzos realizados en años anteriores, donde se establecieron puntajes adicionales a los investigadores para mejorar sus salarios por mayor número de publicaciones en revistas indexadas, la realidad es que no logramos ser reconocidos en la relevancia de lo publicado en el contexto Latinoamericano. Al ver el gráfico elaborado por Gómez Mejía en el borrador del Conpes, basado en un estudio realizado para Colciencias sobre la formación doctoral en Colombia, el autor evidencia un mayor número de publicaciones científicas de nuestros investigadores pero al mismo tiempo la bajísima rata de citaciones internacionales. Esto último es más relevante. Es mejor tener menos publicaciones pero generar un verdadero impacto con ese conocimiento. Lo cierto es que estas cifras deben ponernos a reflexionar si vamos por el camino correcto.

A pesar de este nada positivo panorama, desde nuestras capacidades de producción científica no debemos bajar la guardia y seguir trabajando para que la CTi tenga cada vez mayor relevancia nacional. Por ello, celebro este nuevo Conpes que viene en camino, veo unas acciones muy claras y una intención de volver a tratar de alinear el sistema y darle fuerza. Pero la realidad es que si no hacemos una reingeniería profunda, elevando el sistema al nivel de un Ministerio CTi, como lo mencioné en mi pasada columna, y tomando decisiones de inversión serias, tanto desde el sector privado y público, me temo que este documento estará lleno de buenas intenciones pero muy lejos de una realidad alcanzable.