Columnistas

CONSTRUIR LO PÚBLICO

16 de octubre de 2017

En alguna columna me refería a la forma en que algunos políticos ejercen el poder destruyendo los programas y proyectos de su antecesor. Puse como ejemplo lo que sucede en la actual administración de Antioquia, que está haciendo eso con muchos programas exitosos del anterior mandato.

Creo necesario ampliar el asunto y lo voy a hacer haciendo referencia a una experiencia personal. En el año 2004, el entonces alcalde de Medellín, Sergio Fajardo, me nombró director del programa “Banco de los Pobres”. Era un proyecto que venía de la administración anterior, de Luis Pérez, que en su momento lo creó, como él mismo dijo, inspirado en la experiencia de Muhammad Yunus con el Grameen Bank.

No me voy a referir a los estropicios que encontramos. Sin embargo nos parecía una idea que había que replantear. De hecho durante la campaña construimos una propuesta alimentada con la experiencia de muchas personas cercanas al microcrédito y el emprendimiento barrial.

Nos propusimos no acabar con el programa sino darle un impulso diferente, con transparencia y pulcritud. Empezamos por proponer el cambio de nombre y llamarlo “Banco de las Oportunidades”, pues el anterior nos parecía que segregaba y enviaba un mensaje erróneo. Si el público objetivo eran las personas más vulnerables, debíamos mostrar un camino de esperanza y progreso. Recuerdo en los primeros días a un niño que acompañaba a su mamá por un préstamo y le preguntaba si ellos eran muy pobres que entraban allí. A ese niño y a todos había que hablarles de oportunidades y esfuerzo conjunto para sacarlo del marco asistencialista que podría suponer el anterior nombre.

Creamos alrededor del Banco los Centros de Desarrollo Empresarial Zonal –CEDEZOS- en las zonas más populares de la ciudad (todavía existen) donde los microempresarios encontraban no solo créditos, sino también capacitación, asesoría, acompañamiento y acceso a mercados para sus emprendimientos. Montamos el Concurso Capital Semilla, que ya va por la edición 12, en el que los emprendedores podían acceder a capital y capacitación para llevar a cabo sus ideas de negocio. También pusimos en marcha la Red de Microcrédito donde 25 entidades de los más diversos servicios (cajas de compensación, universidades, entidades de microcrédito, etc.) nos articulábamos para prestar atención a los microempresarios de la ciudad. Esta última, por desgracia, no continuó.

Los resultados del programa se multiplicaron. De hecho, fue inspiración para que la Presidencia de la República montara algo parecido. Participamos en un concurso de buenas prácticas mundiales con los CEDEZOS y ganamos. El impacto fue mayúsculo y esta política sigue.

Todo ese esquema se llevó al departamento pero la actual Gobernación de Antioquia acabó con el programa que funcionaba de maravilla. A pesar de la negligencia al que ha estado sometido, sin otorgar un solo préstamo más, la recuperación de cartera e intereses ha sido impecable, lo que da fe de la solidez que tenía la propuesta. De hecho produce utilidades que se desvanecen en los terribles resultados del IDEA, que a agosto de 2017 tiene pérdidas por más de $ 11.500 millones.

Muestro así actitudes diferentes frente a lo público. Hay que construir sobre lo realizado. Porque para destruir, de eso ya hemos tenido mucho.