Columnistas

Corderos entre lobos

03 de julio de 2016

Las lecturas de este domingo anuncian la paz. En Isaías, Dios dice: «Yo haré que la paz fluya hacia la ciudad de ustedes como la crecida de un río”.

El anuncio coincide para nosotros con el cese al fuego bilateral que termina el conflicto armado y las hostilidades con las Farc. Hecho saludado por el Papa Francisco con gran alegría desde el avión que lo llevaba a Armenia; y que la Conferencia Episcopal Colombiana llamó acontecimiento histórico y primer paso de muchos hacia la paz, al tiempo que instó a las partes a avanzar respetando las instituciones, pidió información clara y veraz para superar las dudas, expresó la urgencia de protocolos públicos y transparentes para la dejación y destrucción de las armas, reiteró su decisión de acompañar el proceso desde el lado de las víctimas para la construcción de una Nación en libertad, derechos humanos, perdón y reconciliación; e invitó a la oración por el don de la paz.

En este contexto es pertinente llamar a prepararnos para votar en conciencia y libertad para aprobar o rechazar todo este proceso que unifica en un todo a los acuerdos, el fin de la guerra, la entrega de las armas y la justicia transicional. Un proceso valioso e imperfecto como proceso humano, que ha requerido muchos esfuerzos durante siete períodos presidenciales consecutivos.

La responsabilidad de formar la propia conciencia exige de cada uno la disposición de presentar ante los demás lo que ve más conveniente para Colombia en un asunto tan delicado y de escuchar con atención las razones de los demás para contribuir al discernimiento sobre lo que sea mejor para la nación. Tenemos que dedicar tiempo para conocer los acuerdos, ponderar todos los aspectos del proceso, situarlo en la historia de nuestro conflicto y reflexionarlo desde el dolor de las víctimas.

Votar en libertad supone trabajo interior para proteger la autonomía personal en la conversación democrática exigente y responsable, que por una parte debe tener en cuenta la buena intención de todo votante eventual aunque su decisión sea contraria a la que uno tiene; y por otra exige a las campañas de lado y lado juego limpio en los argumentos para no utilizar el miedo y la manipulación para determinar la decisión de las personas.

Jesús en el Evangelio muestra hoy que “los bienaventurados que trabajan por la paz” son “corderos en medio de lobos”. Corderos sin ninguna protección entre enemigos que los acechan para devorarlos. Trabajadores de la reconciliación que anuncian la paz del Reino de Dios cerca. Una paz basada en la confianza en todos y todas, que acoge en compasión el dolor, las dudas y las esperanzas de los demás. La paz de quienes confían en el ser humano y trabajan por la dignidad sin tener intereses de poder, ni de dinero, ni de honores.