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¿CORRUPCIÓN: CENTRALIZADA O DESCENTRALIZADA?

06 de noviembre de 2017

Entre las discusiones que se dan alrededor de la corrupción y el análisis de sus causas está la de utilizarla para argumentar los beneficios o perjuicios de la centralización o descentralización del país y dependiendo del lado que se esté, se señala para un lado o para el otro.

Si se está de parte de la centralización, se utiliza como argumento para mantener el mal manejo de los recursos públicos en las regiones y el despilfarro por parte de las administraciones locales. Ejemplos no faltan. Si por el contrario se está del lado de la descentralización, se muestran los desastres del poder centralizado haciendo lo mismo. Tampoco faltan ejemplos.

Este es un país descentralizado a medias. Hay algunas experiencias de un centralismo cerril y otras de una institucionalidad regional fuerte. Voy a señalar dos ejemplos que cubren ambos sentidos. A menudo se indica que el gran problema del ICBF es la administración centralizada de recursos. Vemos los desmanes en distintas seccionales y acostumbrados estamos ya a que salga un escándalo aquí y otro allá de manejos corruptos. Entonces se dice que la mayor dificultad es que los recursos los manejan desde la nación y que deberían ser trasladados a las autoridades locales para que dispusieran de ellos, afirmando que son los que conocen los territorios, sus necesidades, sus costumbres y podrían hacer un trabajo más eficiente y transparente.

De otro lado están los recursos para el Medio Ambiente en el país. Si algo tiene un alto nivel de descentralización en Colombia es el origen y la destinación de estos dineros. La mayoría son manejados desde los territorios y sus principales ejecutores son las corporaciones autónomas regionales. En Antioquia tenemos tres: Corantioquia, Cornare y Corpourabá. Y sumémosle el Área Metropolitana. Disponen, entre otros, de la Sobretasa Ambiental que pagamos con el predial. Su administración está en manos de los políticos locales. No es para nadie ningún secreto que con frecuencia algunas han sido criticadas por sus pobres resultados y el manejo poco transparente de los dineros. Se ha planteado entonces que lo que hay que hacer es tener un manejo más centralizado para evitar la dilapidación.

Que el ICBF descentralice los recursos y que el medio ambiente los centralice para evitar la corrupción. Propuestas contradictorias. Porque hay también experiencias claras de transparencia y correcto manejo en los dos casos. En Medellín y Antioquia, por ejemplo, en las administraciones anteriores se tuvo un trabajo coordinado con el ICBF y los resultados fueron muy buenos. De hecho, por estos lados no se vieron los escándalos que se han presentado en otras partes del país. Y por el lado ambiental, Cornare se destaca como ejemplo a nivel nacional por su gestión.

Para mí es evidente que la corrupción es una forma arraigada de entender lo público en lo nacional y regional. Es el botín que se disputan los politiqueros. Un monstruo que se conecta del centro a la periferia y viceversa, retroalimentándose y saqueándonos a todos. Y ese, el peor de los males, lo tenemos que erradicar en lo local y lo nacional para tener un país diferente. Y se empieza votando bien.