Columnistas

CUANDO EL PRECIO DE REPORTAR ES UNA BOMBA

23 de octubre de 2017

Por ATOSSA ARAXIA ABRAHAMIAN
redaccion@elcolombiano.com.co

El carro bomba que mató a la periodista investigativa Daphne Caruana Galizia el lunes no estalló en Honduras, Afganistán ni cualquier otro país donde uno tal vez esperaría oír sobre violencia brutal contra reporteros. El artefacto estalló temprano en la tarde cerca de su casa en la diminuta nación europea de Malta donde, durante la mayor parte de la última década, la mujer de 53 años había responsabilizado a algunas de las personas más poderosas del país por corrupción, negocios financieros extraterritoriales y abuso de poder.

Aún no es claro quién está detrás de su muerte, la cual políticos malteses de todos los partidos ampliamente denunciaron como asesinato. También es desconcertante el que la policía local no estaban prestando mayor atención a ella, dado que al parecer ella había reportado amenazas apenas dos semanas antes.

Sin embargo lo que es cierto es que además de borrar una vida, una esposa, la madre de tres hijos y la bloguera más popular de un país pequeño, la bomba hizo a un lado la idea de que periodistas trabajando en democracias europeas desarrolladas son inmunes.

El mes pasado la cabeza, extremidades y torso desmembrados de Kim Wall, una escritora sueca que estaba perfilando a un entusiasta submarino en Dinamarca, fueron encontrados frente a la costa de Copenhague. Durante el año pasado, Turquía, que alguna vez fue al menos nominalmente democrática, ha encarcelado a más de 100 periodistas sin juicio. El partido gobernante de Polonia ha tomado el control de la programación de radio y televisión pública, lo que casi ha acabado con su independencia editorial. Incluso los periodistas de radiodifusión en Finlandia, han sido presionados por su primer ministro para que no publiquen informes sobre sus conflictos de intereses en los negocios.

No es sólo anecdotal. En un informe reciente, Reporteros Sin Fronteras notaron que países democráticos empezaron a caer en el Índice -el Índice Global de Libertad de Prensa- “en años anteriores y ahora, más que nunca, nada parece estar controlando esa caída”.

Claro está que amenazas físicas y asesinatos siguen siendo escasos: la mayoría de daño a los periodistas llega en la forma de censura, presión financiera y demandas. Pero el asesinato de la Sra. Caruana Galizia en un país europeo desarrollado ilustra cuánto está en juego para los periodistas resistiendo al poder, en particular para periodistas independientes sin respaldo institucional.

Desde que empezó su blog hace más o menos una década, la Sra. Caruana Galizia fue implacable al exponer lo que ella veía como corrupción endémica dentro de estas mismas instituciones. Ella documentó los lazos del gobierno con Azerbaiyán. Frecuentemente acusó al Primer Ministro Joseph Muscat; su jefe de gabinete, Keith Schembri; y el ministro de energía de Malta, Konrad Mizzi, de amiguismo, sobornos y otras transgresiones.

A través de los últimos dos años, su nombre se mencionó más frecuentemente en el contexto de los Papeles de Panamá, las fugas mostraron que algunos de los socios del Sr. Muskat habían abierto cuentas bancarias en Panamá, y que la esposa del Sr. Muskat, Michelle, era dueña de una de estas firmas.

Las revelaciones de la Sra. Caruana Galizia fueron fundamentales para presionar al Sr. Muscat a convocar elecciones anticipadas en junio, las cuales ganó a pesar de las acusaciones de corrupción. Aún así, ella no retrocedió; siguió criticando al Sr. Muscat, y a sus rivales políticos, también.

El impacto de la bomba que mató a la Sra. Caruana Galizia no solo se está sintiendo en su país. Reporteros por todo el mundo se están preguntando: ¿Si puede suceder en Malta, puede suceder en cualquier parte?.